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Liuba Grajales es homosexual. Estudió en la Escuela de Iniciación Deportiva (EIDE) de Santa Clara. Soñaba con ser una atleta de élite, pero sus compañeras le dieron de lado y sus profesores empezaron a cuestionar su rendimiento cuando se dieron cuenta de su orientación sexual. Ante tanta presión tuvo que dejar la escuela y ahora trabaja en una farmacia en la carretera de Sagua. Ésa es su historia y así lo ha relatado a tremendanota.com.
Ella tenía novio y no se había percatado de que era lesbiana cuando sus compañeras de la EIDE le dejaron de hablar y buscaban peleas con ella. Sus entrenadores y profesores nunca intercedieron. Le tacharon de "antisocial" porque tenía una amiga gay y mandaron a buscar a su madre. Le dieron a escoger entre una de dos opciones: se iba o la echaban. Con 35 años, Liuba es activista por los derechos LGTBI en Cuba y reconoce que lo mejor que le pudo pasar fue dejar el deporte.
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“Te humillan, te maltratan, te marginan. Te exigen el doble. Dejan de verte como mujer y más como hombre. Una ni siquiera quiere verse así. Traté de no escuchar, ese fue el mecanismo de defensa que encontré. Si bajas la cabeza es malo, pero si te atreves a levantarla es peor”, cuenta a tremendanota.com.
En 2010 una atleta expulsada por ser homosexual del equipo de béisbol femenino de Cuba se quejó al Cenesex, el Centro Nacional de Educación Sexual, que dirige Mariela Castro. La deportista ganó el pulso al Inder gracias a la intervención de la hija de Raúl Castro.
El lanzador Yosvany Pérez Ruiz ha reconocido que en el béisbol cubano hay homosexuales, pero incluso a estas alturas, lo ocultan. "Salir del closet puede dañar la carrera de un deportista en Cuba", admite Liuba Grajales.
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