Amante de la libertad y la belleza, Juan Clemente Zenea fue de los escritores cubanos que remarcó la tendencia romántica dentro de la poesía cubana e hispanoamericana. En 1845 entra al colegio de José de la Luz y Caballero, y al año siguiente ya publica sus primeros poemas en el periódico habanero La Prensa.
En 1852 se vio obligado a emigrar a Nueva Orleans, Estados Unidos y desde allí colaboró con una fuerte campaña en contra del gobierno español en la Isla. Luego se traslada a Nueva York y trabaja en varios periódicos. Fue condenado a muerte en La Habana en 1853 por sus actividades antigubernamentales, pero debido a la amnistía general es perdonado. Desde entonces ejerció en el colegio de José de la Luz y Caballero como profesor de inglés.
Al comenzar la guerra de 1868 en Cuba regresa a los Estados Unidos para colaborar con la causa, pero sus expediciones fracasaron. Logra llegar a Cuba clandestinamente en 1870, y luego de una entrevista con Carlos Manuel de Céspedes, líder del alzamiento, fue apresado por las tropas españolas y fusilado en 1871, en La Cabaña.
Muchísimos años después, en memoria del poeta independentista, se erigió una estatua de bronce, sobre mármol blanco, donde el Paseo del Prado se une con el Malecón. En 1966, José Lezama Lima escribió el prólogo y recopiló su poesía completa. En los años ochenta, Abilio Estévez escribió la obra de teatro La verdadera culpa de Juan Clemente Zenea, dirigida por Abelardo Estorino. No obstante, su obra cayó en cierto olvido o menosprecio, debido a la tendencia anexionista que, en algún momento, manifestó el poeta, finalmente entregado a la causa independentista.
Su obra poética en general es bastante extensa, y es reconocible en publicaciones cubanas y españolas de la época. Entre sus obras publicadas en vida del autor, se cuenta un volumen de Poesías, en 1855; Lejos de la patria. Memorias de un joven poeta (1859) y Cantos de la tarde (1860). De entre sus mejores poemas, recomendamos los siguientes cinco, que pudieran ser disfrutados completos:
1. A una golondrina: “Mensajera peregrina,/ que al pie de mi bartolina / revolando alegre estás/ ¿de do vienes, golondrina? / golondrina, ¿adónde vas?/ Has venido a esta región/ en pos de flores y espumas/ y yo clamo en mi prisión/ por las nieves y las brumas/ del cielo del Septentrión.
2. Fidelia: “¡Bien me acuerdo! Hace diez años/ de aquella santa promesa,/ y hoy vengo a cumplir mis votos. / Y a verte por vez postrera!/ Ya he sabido lo pasado…/ supe tu amor y tus penas/ y hay una voz que me dice/ que en tu alma inmortal me llevas. / Mas… lo pasado fue gloria,/ pero el presente, Fidelia,/ el presente es un martirio,/ ¡Yo estoy triste y tú estás muerta!
3. En días de esclavitud II: “La estrella de mi siglo se ha eclipsado. / Y en medio del dolor y el desconsuelo/ el lirio de la fe se ha marchitado / y no hay escala que conduzca al cielo. (…) Tengo el alma, ¡Señor! Adolorida / Por unas penas que no tienen nombres. / Y no me culpes, no, porque te pida/ Otra patria, otro siglo y otros hombres.
4. Diario de un mártir: “Si después que yo muera,/ al hogar de un amigo/ mi huérfana infeliz y pordiosera/ llega implorando protección y abrigo;/ y albergue hospitalario/ encuentra en sus desgracias,/yo saldré del sepulcro solitario/ y al buen amigo le daré las gracias.
5. A los cubanos: “¿Hasta cuándo insulares humildes/ dejaréis que el autócrata venza? / ¿Para cuándo dejáis la vergüenza?/ ¿Para cuándo dejáis el honor?”
Además de estos cinco, están también otros hermosos poemas de Zenea como En un álbum, Ausencia, Nocturno, Las sombras, Retorno, Oriente y Ocaso, entre varios otros.
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