Aunque Raúl Castro dejará su cargo como presidente en el próximo mes de abril, seguirá dirigiendo el Partido Comunista hasta el próximo congreso, previsto para el año 2021.
Un reciente artículo de opinión publicado en el diario The New York Times se sirve de ese argumento de base para demostrar que presumiblemente la salida de Raúl Castro del poder no supondrá cambios democráticos significativos en la Isla, salvo que surjan conflictos entre el Partido Comunista y el Ejército, que lleven a un “terremoto político” y posterior “transición”.
"Quizás la única presión posible para una mayor democracia después de la sucesión podría provenir de un conflicto entre el partido y el ejército. Estas son entidades separadas, cada una con su propia cultura, recursos y base de apoyo", aparece publicado en Goodbye Castros, "Hello Communist Party".
Según el citado análisis ―firmado por Javier Corrales y James Loxton― Raúl Castro puede evitar ese presunto conflicto si decidiera “quedarse a cargo de ambos grupos".
Lo anterior lleva a los analistas a concluir que en realidad “el potencial para una Cuba libre seguirá siendo limitado".
A esos elementos de carácter político añaden otros factores económicos que no ayudarían, como lo es una economía que todavía puede calificarse de "cerrada", y un sector privado "pequeño y débil", muy limitado por las enormes restricciones para la contratación, para la financiación y por los altos impuestos.
Ese factor económico, carente de solvencia y fuerza, dejaría a la sociedad de la Isla sin actores reales “con riqueza para ejercer presión sobre el Estado para el cambio".
Y precisan los comentaristas que “después de la sucesión, el régimen cubano seguirá acorralado por la familia Castro, los militares y por un sistema regulatorio diseñado para restringir el crecimiento de las organizaciones empresariales y políticas, minimizando la presión para democratizar”.
Añaden, además, que "una lectura optimista (sobre el traspaso de poder) es que este podría ser el primer paso hacia la democracia. Una lectura más realista es que Cuba se dirige hacia más de lo mismo: un gobierno antidemocrático de partido único”.
Por primera vez en seis décadas, Cuba está a punto de tener un líder no castrista. El próximo 11 de marzo se realizarán en la Isla las elecciones para determinar los diputados a la Asamblea Nacional, que a su vez elegirán al próximo presidente del país, el 19 de abril.
Aunque se espera que la Asamblea Nacional elija un sucesor ajeno a la familia Castro, los analistas políticos continúan preguntándose si ese será efectivamente un primer paso hacia la democracia o si Cuba simplemente se dirige hacia más de lo mismo.
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