Aún recuerdo aquella tarde en la instalación que servía de sede al torneo de boxeo de los Juegos de Atlanta 96.
Un pequeño en estatura pero grande en vergüenza y combatividad iba al que, quizás, sería el combate de su vida contra el kazajo Bulat Dzumadikov en pos de un maravilloso sueño: ¡convertirse en campeón olímpico!
Hoy CiberCuba se honra al hablar con Maikro Romero, un leyenda del pugilismo cubano y universal, quien se encuentra laborando en Arabia Saudita como entrenador del seleccionado nacional de aquel país árabe.
“Nací el 9 de diciembre de 1972 en La Habana aunque decían en mis combates y en las noticias que yo era oriundo de Baracoa, Guantánamo. El que es de esa hermosa región del país es mi padre.”
¿Por qué el boxeo, cómo llegas a un ring?
“Comencé a practicar béisbol a los 11 años en el municipio Habana Vieja, y después, influenciado por mi padre que fue boxeador, me inicio en este deporte, ya a los 15 años, en la arena Rafael Trejo donde estuve unos 6 meses.
“Un ex boxeador profesional, Paul Díaz, que fue a la Trejo y me vio en un sparring, me captó para la EIDE Mártires de Barbados, en el curso 1987 -88. Estaba en la categoría 15 -16 años.
“En esa etapa no participé en Juegos Escolares pero sí en un torneo Lino Salabarría, donde obtuve medalla de plata. Estuve en la EIDE hasta 1989; después pasé a la Academia provincial que radicaba en el Cacahual. Entrenaba con Wilfredo Regueiro.”
¿Y cuándo integras la matrícula de la famosa “finca” del Wajay?
“A la finca o escuela de alto rendimiento Holvein Quesada entré en el año 1992. No creas que no pasé trabajo para lograrlo. Recuerda que en aquellos tiempos había muy buenos hombres en los pesos chicos; estaba Rogelio Marcelo, quien ganaría en Barcelona 92, Waldemar Font, Héctor Vicente, a quienes tuve que derrotar para que el profesor Alcides Sagarra, se fijara en mí. Allí estuve una década, hasta mi retiro en el 2002.”
Hablaste de Alcides, ¿te ayudó su forma de educar?
“Por supuesto, porque él más que jefe de entrenadores era un educador, el padre al que todos respetábamos y queríamos. Es el gran creador, el fundador de la escuela cubana de boxeo. Los resultados hablan por sí solos; fundador y creador del centro Holvein Quesada. Tenía un sistema bien implantado desde la base al equipo nacional que comenzó a dar sus frutos en muy breve tiempo.”
¿A qué atribuyes tú ese éxito? ¿qué lo caracterizaba?
“Él y su colectivo establecieron un novedoso método de enseñanza del boxeo. La escuela cubana se diferencia del resto del mundo sobre todo en el estilo de combate. Nosotros somos rápidos de piernas y brazos, con movimientos de tronco; o sea, más rapidez y elasticidad.
La escuela cubana se diferencia del resto del mundo sobre todo en el estilo de combate. Nosotros somos rápidos de piernas y brazos, con movimientos de tronco; o sea, más rapidez y elasticidad
“Se funde el veloz estilo americano, con el sistema asiático, sobre todo en las divisiones menores como la mía. Los europeos se basan más en la fuerza y son más lentos. Aprendíamos de todos, para que nadie nos cogiera fuera de base, aunque claro no éramos invencibles. Pero él nos enseñó a que a un certamen se iba por las 11 medallas de oro. Para perder, ¿para qué había que entrenar?”
Recuerdo esas palabras del profe Alcides, pues cada vez que le preguntaba sobre pronósticos, la respuesta era: ¡11 de oro!
¿Cómo logras representar a Cuba en los Olímpicos de Atlanta?
“Pues, ¿qué quieres que te diga? Ganando y perdiendo. Me impuse en los torneos Playa Girón (Campeonatos Nacionales de Boxeo) en 1992, 93 y 94; en el 95 perdí el oro ante Yosvany Aguilera, todo esto en 48 kg, y en el 96, con los Olímpicos frente a mí, caí en los 51 ante Héctor Barrientos.
“Tras el revés ante Héctor en el Girón, la balanza se inclinaba hacia él como representante de los moscas en Atlanta, pero yo tomé desquite en el internacional Cardín In Memoriam y ahí me gané mi boleto olímpico.”
Yo recuerdo aquel equipazo y tú no estabas entre los favoritos.
“No, para nada. Por eso dupliqué mi entrenamiento, me preparé muy bien. Tú conoces la historia: debuté frente al local Eric Morell, a quien derroté 24 a 12, a pesar del apoyo de su público; después fui superando escollos; así dejé detrás a un armenio, un filipino y un ruso (éste el potente púgil Albert Pakeyev).
“La escena quedaba lista para el pleito con el kazajo Dzumadikov: batalla campal, de campana a campana. Cuando me levantaron el brazo y anunciaron el marcador: 12 a 11, yo no sabía si reír o llorar. ¡Yo era el campeón olímpico de los 51 kilogramos! Nadie lo esperaba, y mira, gané.”
Te convertiste así en la primera figura de la división, no sólo en Cuba sino en el Olimpo de los Dioses, ¿qué pasó entonces?
“En 1997 ganó el Girón y el Córdova Cardín, me impongo en todos los torneos de la gira europea; pero sucedió algo que me afectó. Tú sabes cómo es el problema de los deportes por divisiones: el peso. Pues, después de esos certámenes nacionales, me bajaron a los 48, por estrategia del equipo. Imagínate, si se me hacían difíciles los 51, bajar aún más.
Muchas veces tuve que dejar de comer ya que me montaba hasta en 60 kgs. Tenía que reducir 12 kilos; así y todo obtuve medalla de oro en el Mundial de Hungría ese mismo año 97
“Tenía que hacer un gran esfuerzo para hacer ese peso. Muchas veces tuve que dejar de comer ya que me montaba hasta en 60 kgs. Tenía que reducir 12 kilos; así y todo obtuve medalla de oro en el Mundial de Hungría ese mismo año 97.”
He sido testigo de los trabajos que pasan pesistas, judocas y luchadores para hacer el peso; sé lo que sufriste. La situación continuó, pero tú seguiste tu paso. Es cierto que caíste en el Girón del 98 ante Yan Barthelemy pero retomaste la senda triunfal: medallas de oro en el Cardín, los Juegos Centrocaribes de Maracaibo, la Copa del Mundo en China, los Juegos de Buena Voluntad en Nueva York.
“Así fue, y en 1999 fui campeón de los certámenes cubanos, además de los Panamericanos de Winnipeg. Quedé segundo en el controvertido Mundial de Houston, Texas, tras ser despojado de un legítimo triunfo frente al estadounidense Brian Viloria. ¿Te acuerdas de aquello? No fue sólo a mí. Lo que le hicieron a Juan Hernández Sierra no tiene nombre. Alcides retiró a la delegación.”
En el 2000 regresas al podio olímpico. También te llevaron recio los jueces esa vez. Inolvidable aquel combate que te impidió llegar a la final.
“Antes de Sydney venzo en una competencia eliminatoria para hacer el CUBA a Yuriolkis Gamboa y a Yan Barthelemy (4 años más tarde ambos fueron campeones olímpicos en Atenas) estando en los 51 kgs, para después ir descendiendo a los 48.
“Vamos a entrenar a Japón y llego en magnífica forma a Sydney. Me impuse sin problemas en los combates eliminatorios, pero en semifinales fui despojado frente al boxeador francés Brahim Asloum. Quedé así en presea de bronce cuando yo estaba más que convencido de que ganaría mi segundo oro olímpico, ya que me tocaba frente al español Rafael Lozano Muñoz, a quien había derrotado varias veces.”
Después de la cita australiana ya no sería lo mismo para Maikro Romero y ya en el 2002 el destacado púgil anuncia su retiro de los cuadriláteros, tras 10 años de incesante bregar entre las cuerdas.
Maikro, con esa experiencia y fervor por el boxeo, ¿te atreverías a formar un equipo CUBA de estrellas?
“Para mí los mejores de todos los tiempos por división son Jorge Hernández, en los mini moscas; en 51 kgs, Pedro Orlando Reyes; 54, Guillermo Rigondeaux; 57 kgs, Adolfo Horta; en los ligeros, Ángel Herrera y Mario Kindelán (aquí es difícil decidirse por uno); 63,5 kgs, Héctor Vinent (para mí es un ejemplo en todo, siempre digo que es mi ídolo).
“Muy valiente en Atlanta 96 cuando sufrió una lesión en un ojo, un desprendimiento de retina que lo privó de la visión en su primer combate, y continuó la competencia hasta obtener la medalla de oro: un ejemplo increíble de coraje; 67 kg, Andrés Aldama; 71, Armandito Martínez; medianos, Ángel Espinosa; 81 kgs, Pablo Romero; 91, Félix Savón; más de 91, Teófilo Stevenson y Roberto Balado (aquí también coloco a 2 atletas, para mí dejar uno fuera es imposible.)”
Como entrenador Maikro comienza en sus funciones el 10 de octubre del año 2002.
“Comencé en el equipo nacional juvenil en el CEAR Giraldo Córdova Cardín, formando parte del colectivo de Pedro Roque, Peter. Con él obtuve logros importantes en Campeonatos Mundiales Juveniles. Éramos la cantera de la selección nacional.
“En las edades juveniles no se trabaja como en el equipo grande, donde los preparadores tienen asignados a los boxeadores. En los bisoños, todos trabajábamos con todos.
“Fue así que convertimos en grandes púgiles a Yordenis Ugás, Carlos Banteux, Osmay Acosta, Robert Alfonso, Roniel Iglesias, Lázaro Álvarez, Erislandy Savón, José Ángel Larduet, Yosvany Veitía, Robeisy Ramírez, Lenier Pero, Yohandry Argilagos, entre otros muchos.”
Maikro Romero tiene un hijo de 17 años, Maikro Junior, que no quiso seguir los pasos de su papá ni de su mamá pues la esposa del campeón olímpico de Atlanta es Consuelo González Carmenate, ex atleta del equipo nacional de judo.
Un hombre tan familiar como tú, debes sentirte extraño estando tan lejos, nada menos que en Arabia Saudita.
“Ni lo menciones. Estoy trabajando aquí en un contrato libre; entreno a los púgiles del equipo nacional. Tomé esta decisión tras dejar a los muchachos del CEAR, disgustado con el trato del presidente de la Federación cubana de boxeo, Alberto Püig de la Barca hacia nosotros, el colectivo juvenil.
Tomé esta decisión tras dejar a los muchachos del CEAR, disgustado con el trato del presidente de la Federación cubana de boxeo, Alberto Püig de la Barca hacia nosotros, el colectivo juvenil
“Por ejemplo, no nos convocó al curso de las Estrellas de la AIBA, privándonos de participar en los Campeonatos Mundiales Juveniles, pues, incluso, en el último certamen del orbe de la categoría, tuvo que ir un entrenador del equipo nacional a trabajar por nosotros.
“Pero además, en nuestro país se efectuaron dos cursos y no fuimos convocados, siendo nosotros los entrenadores del relevo del equipo nacional.
“El colmo fue que, al retomarse el tope Cuba- Estados Unidos y tras un primer año 2016 que fuimos allá; en el 17, se elige a Pinar del Río como contrincante, algo que no cumple el objetivo de desarrollar a la cantera.”
Eso rebasó la copa, ¿no?
“Pues sí. Me sentí pésimamente con el mal trato hacia nosotros, los entrenadores que trabajamos muy duro y día a día, para garantizar el futuro del deporte de los puños y yo me sentí doblemente dolido porque soy una gloria deportiva, sin quitar méritos a nadie. Y ahora, me tienes en Arabia Saudita, tranquilo, contribuyendo al boxeo de esta nación, pero lejos de la mía.”
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