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Para su más reciente trabajo, la coreógrafa Rosario Cárdenas, Premio Nacional de Danza 2013, encontró motivación en los mitos y leyendas en torno al culto a Afrodita, en la isla de Chipre, y a Oshún, en la isla de Cuba.
Ambas deidades, Afrodita y Oshún, representan la belleza, el amor y la sensualidad, y estos tres conceptos rigen el poema danzario inspirado en el paralelismo entre la mitología grecolatina, y el panteón yoruba.
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La coreógrafa Rosario Cárdenas, vuelve a recrear las raíces africanas luego de su homenaje a Lydia Cabrera con Tributo a El Monte, en la cual se llevaba a escena el origen del universo africano, animales personificados, los dioses africanos y las plantas, su destino y atributos.
Afrodita, ¡oh, espejo! se anuncia entonces como un espectáculo que contempla una avalancha de símbolos, mitos yorubas o bantúes, y atributos vinculados a Oshún como puede serlo el dulzor del guarapo (proveniente de la caña de azúcar), la abundancia de girasoles, y la predominancia del color amarillo.
La diosa Afrodita nació de las aguas, al igual que Oshún, orisha mayor y deidad del amor, la feminidad, la miel, los ríos y la buena fortuna. Mujer de Changó, Oshún suele representarse como una mulata bella simpática, buena bailadora, fiestera y alegre, con el persistente tintineo de sus campanillas.
A la recreación de ese entrecruzamiento de mitologías contribuyó el maestro Frank Fernández, al fin de componer una música alejada de estereotipos, siempre al servicio de la emoción. Además de la danza y la música, la otra protagonista de la puesta es la iluminación, a cargo del experto Carlos Repilado.
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