Tres cubanos se declaran culpables de fraude con tarjetas de crédito en Estados Unidos

Los acusados vivían en Texas, pero viajaron a varias ciudades en Louisiana en las que instalaron los dispositivos para clonar tarjetas.

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Este artículo es de hace 6 años

La fiscalía del estado de Luisiana ha dado a conocer que tres ciudadanos de origen cubano admitieron haber obtenido números de tarjetas de crédito y débito que habían sido clonadas en bombas de gasolina.

Un comunicado de prensa difundido por la Oficina del Fiscal de EE.UU. afirma que Yusniel Hernández Pérez (31 años), Yadier Aluijas Fernández (31 años), y Henry David Martínez (23 años), se declararon culpables de haber conspirado con el fin de cometer fraude en los dispositivos de acceso, según destaca Star Telegram.

El informe asegura que los acusados vivían en Texas, pero viajaron a varias ciudades en Louisiana en las que instalaron los dispositivos para clonar tarjetas, y luego regresaron a Texas.

En los últimos años, han sido varios los cubanos encausados por cometer fraude en tarjetas de créditos. A comienzos de este 2018, otros dos cubanos fueron arrestados cuando estaban instalando un dispositivo para robar información de las tarjetas de crédito de los clientes en una estación de gasolina. Los dos hombres, identificados como Nelson Leonardo Fonseca (residente en Hialeah) y Luis Reyes (Miami), fueron sorprendidos en pleno delito.


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En 2017, una investigación especial de la Oficina Federal de Investigaciones y el Servicio Secreto de Estados Unidos ―en colaboración con varias autoridades de Colorado― acabó en acusaciones contra doce personas, en su mayoría también cubanos de Miami, que se dedicaban a activar “coladores” electrónicos en bombas de gasolina con el mismo fin, robar información de las tarjetas.

Los estafadores operaban en Denver y también en otras grandes ciudades norteamericanas como Cleveland, Ohio, y Chicago, Illinois, principalmente en suburbios de clase media alta.

Sin embargo, la sede era Miami, desde donde viajaban para colocar los dispositivos, casi siempre en bombas no visibles desde la tienda, y luego recoger la información sin exponerse demasiado, a través Bluetooth.

Posteriormente clonaban las tarjetas y hacían compras o transacciones fraudulentas con las cuentas bancarias de sus víctimas, que se estiman en unas 8 mil cuentas. Las autoridades creen que los ladrones ganaban aproximadamente 2,5 millones de dólares semanales.

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