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Lo bello y lo feo de la ciudad no lo esconde el Santiago de Cuba marinero, ese que ofrece su mejor balcón al privilegiado turista que le observa desde un hermoso crucero, aunque no deja de exhibir aristas variopintas a personas nacionales y también a locales, estos últimos osados seres que desafían la tradición de vivir de espaldas a la bahía de la urbe y de alguna u otra forma también hacen suyas las escenas del litoral.
Entre los despojos que dejó el huracán Sandy en 2012, y que se aferran a no desaparecer por completo –en franca complicidad con la desidia humana–, sobreviven las tradiciones marineras de personas que se resisten a dejar la vulnerabilidad de sus hogares para adentrarse tierra adentro.
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Al contrario, se agarran a sus hogares como si la vida misma, la que conocieron por décadas, dependiera de liarse a los cimientos de las casas... y realmente es así.
Las mismas aguas que sustentan la vida de los pescadores y que escuchan sus ruegos por los frutos para un mejor desenvolvimiento y prosperidad familiar, también albergan a los amantes furtivos, ven el ir y venir de personas de un lado a otro que enfrentan diariamente los singulares avatares de desplazarse por la rada, la misma bahía que invita a jugar en la arena, muelles o entre los escombros.
Una o dos veces por semana entra en la bahía de Santiago de Cuba un crucero. Es, por mucho, el mayor ajetreo que vive este singular paraje que por donde quiera que se mire rematan las visuales el hermoso anfiteatro montañoso de la ciudad, un detalle que hace única en la isla. Pero detrás queda, a veces, el hastío y el deseo.
Justo a la entrada de la bahía se encuentra, sin dudas, la joya más importante: la Fortaleza San Pedro de la Roca, más conocido como el morro de Santiago de Cuba, es una pieza vital del Caribe fortificado colonial, que ostenta el rimbombante título de Patrimonio de la Humanidad, y le viene como anillo al dedo, no solo por su historia y su trascendencia arquitectónica, sino por la enorme cantidad de visitantes que atrae cada año, siendo uno de los principales atractivos turísticos de la urbe… no hay más nada que decir.
El Santiago marinero poco tiene que ver con la ciudad, la parte urbana o la montañosa. Comparten ser ambas herederas de varias tradiciones y, en el pasado, haber sido escenario de hechos históricos.
Sin embargo, el Santiago marinero, ese que regala sus escenas en la línea costera de la bahía, enternece con sus niños descalzos y en trusa jugando por doquier,
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