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El respeto fue el tema colocado a debate en el último viernes de la Mesa Redonda,moderado y a ratos estimulado por Arleen Rodríguez Derivet con la participación de los periodistas Alina Perera y José Alejandro Rodríguez.
Los panelistas coincidieron, en líneas generales, en que el respeto está resentido en Cuba como parte integrante de la moral y de la ética, y en tanto elemento que equilibra la sociedad, las relaciones filiales e interpersonales.
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Pero además de las alusiones generales a los ruidos, la música puesta a volúmenes insoportables, las personas que arrojan basura en medio de la calle o que ensucian las playas, se refirieron al irrespetuoso silencio de las instituciones cuando no responden a reclamos de los ciudadanos, al resquebrajamiento del respeto por los padres o los mayores de cada familia.
Además, los periodistas hablaron sobre el predominio del irrespeto en la sociedad cubana como daño colateral cuando preponderan también el egoísmo, la insensibilidad y la falta de solidaridad, sin dejar de mencionar ejemplos como el del vendedor que pone multas a los productos y roba en el peso de la mercancía que vende, hasta el de los constructores que hurtan materiales en las viviendas recién construidas y por supuesto el acabado resulta deficiente y problemático.
También se aludió al policía que se escuda en su chapa, o detrás de la autoridad de su uniforme para dirigirse al ciudadano de forma ruda y descortés, y no faltaron señalamientos a cierta indiferencia de la población, en tanto socialmente se rechaza el irrespeto, pero son muy pocos, demasiado pocos, los ciudadanos que le salen al paso a los irrespetuosos en las colas, en las guaguas, en los lugares de recreo.
Tal vez debamos continuar discutiendo si es una responsabilidad de los ciudadanos, o de la ley, que también es ciega, sorda y muda ante evidentes casos de indisciplina social que irrespetan a la comunidad.
Para concluir, José Alejandro Rodríguez, reconocido por la propia Arleen como un Quijote del periodismo comprometido por el bien público, y respetuoso del cubano de a pie, y sobre todo de sus lectores, aseguró que era necesario hacer algo para revertir cierta permisividad de las leyes con los ofensivos e irrespetuosos, porque tal permisividad afecta a la mayoría y resiente los cimientos éticos de la sociedad.
Las numerosas entrevistas en la calle subrayaron lo expuesto por los periodistas, en tanto la mayor parte de los entrevistados denunció la falta de respeto perceptible en casi todas las esferas de la vida pública en Cuba. “El mal es altisonante, y el bien es silencioso”, concluyó Pepe Alejandro sinceramente preocupado, al igual que gran parte de los cubanos, también alarmados con la cotidianidad muchas veces lacerante que estamos viviendo.
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