Un virus japonés azota a Norteamérica

Shohei Ohtani es, hoy por hoy, el centro de atención de las Ligas Mayores. Lleva menos de dos semanas en la MLB y ya está cosechando montones de elogios con el bate y el brazo de lanzar.

Pitcher, bateador, fenómeno... © Twitter/ Shohei Ohtani
Pitcher, bateador, fenómeno... Foto © Twitter/ Shohei Ohtani

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Este artículo es de hace 6 años

¿Qué pasa si un muchacho de 23 años aterriza en el mejor béisbol del mundo y amenaza con un juego perfecto en tan solo su segunda apertura?

¿Qué sucede si luego de trece entradas de faena suma dieciocho ponches con apenas cuatro hits permitidos, dos bases regaladas, una efectividad de 2.08 y únicamente 0.47 hombres embasados por entrada?


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¿Qué ocurre si, encima de todo eso, el mismo jugador despacha tres jonrones en partidos sucesivos -uno de ellos a la irrisoria distancia de 449 pies-, y promedia .389 con siete remolques en cuatro juegos de pelota?

La respuesta para todas las preguntas es sencilla: se convierte en el virus causante de una fiebre colectiva. En su caso, la Ohtani-manía.

Shohei Ohtani llegó de Japón con la etiqueta de jugador de dos vías, y estaba claro que lo mismo podía marcar 102 millas con la recta que aprovechar la palanca de sus brazos para firmar jonrones impactantes. Pero como una cosa es con guitarra (el béisbol japonés) y otra muy diferente, con violín (el norteamericano), la gente permanecía suspicaz.

Inclusive, las velas de las dudas se inflamaron durante el Spring Training, cuando el promocionado japonés no logró extrabases en 32 visitas al home plate. “Basta de compararlo con Babe Ruth”, escribió apresuradamente un columnista.

Apresuradamente, digo, porque el prodigio ha logrado dos triunfos –la mitad de los que tienen los Angels- y porque bate en mano todavía no se ha ido sin hit en ningún choque. Quiere entrar en la historia y hace solo unas horas, en franca declaración de intenciones, retiró a diecinueve contrarios por su orden y cerró siete innings de brega con una docena de strikeouts.

“Especialmente por cómo fue mi entrenamiento de primavera, realmente no me imaginaba ser tan bueno en este lugar”, dijo el nipón de 6’4” y 200 libras, un pitcher derecho que se para a la zurda en el home plate. “Me siento mejor todos los días. Es solo la primera semana. Todo salió bien. Habrá una pared en algún lado. Una vez que llegue a ese muro, es cuando tengo que empezar a trabajar más duro y descubrir qué debo hacer para superarlo”.

De momento, ya se ha convertido en el tercer jugador que obtiene dos victorias como serpentinero y dispara tres jonrones en los primeros diez juegos de su equipo. Además, los doce ponchetes que le administró a los Atléticos igualaron el record de la Liga Americana para lanzadores en una de sus primeras dos salidas.

Las suspicacias han cogido el camino del tragante. El entusiasmo cunde en Anaheim, cuyas gradas acaban de reunir su concurrencia más numerosa desde 1998. Un fenómeno auténtico acaba de llegar, y por eso unos hablan de que se trata de “lo mejor que le ha pasado al béisbol en un siglo” mientras otros insisten en las sagradas comparaciones con Babe Ruth.

Se avecinan días de fiebre, y ahora todas las dudas radican en la posibilidad de hallarle cura.

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Michel Contreras

Periodista de CiberCuba especializado en béisbol, fútbol y ajedrez.


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