Una empresa de Pinar del Río tiene almacenados más de 5.800 elementos para conexiones hidráulicas a los que no logra darles un destino útil. No es la única ni mucho menos. Es solo un ejemplo de un antiguo problema de la economía cubana socialista: los denominados productos ociosos o de lento movimiento.
Según el diario oficialista Juventud Rebelde, a finales de 2017 los valores de inventarios de este tipo de productos en la provincia ascendían a 18.062.300 pesos.
Ante la escasez habitual en Cuba, algunas administraciones piensan que acaparar es la solución. Por ello, buscan grandes cantidades de recursos “por si acaso después no hay”.
Otras veces la exigencia de ejecutar el presupuesto asignado prácticamente obliga a comprar “lo que aparezca”. También los cambios de tecnología y la mala gestión de los empresarios para buscar un destino final a los artículos provocan este fenómeno.
Por todo ello existen en los almacenes de la Isla innumerables piezas que las propias entidades no necesitan.
Una iniciativa que está dando frutos es la Empresa de Productos Universales, que gestiona la comercialización de los productos ociosos. Hasta el momento tiene 82 empresas contratadas, de las cuales, 53 ya están libres de artículos de este tipo.
Anabel Rodríguez Serrano, una de sus especialistas de compraventa, reveló que muchas empresas ni siquiera conocen de su labor. “… A partir de la contratación se visitan los almacenes y se determina lo que puede ser comercializable para la población a través del mercado experimental, y entre las propias empresas”, dijo.
Dicha institución pretende organizar una feria permanente en cada municipio, donde los organismos puedan ofrecer sus productos. Hasta ahora han tenido aceptación por parte de la población, que compra objetos para transformarlos y adaptarlos de acuerdo a su conveniencia.
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