La Habana, 28 abr (EFE).- La forma de ser de los cubanos y el complicado día a día en la isla sirven a Víctor Alfonso, animador y guionista "por cuenta propia", para crear caricaturas que se han vuelto virales por reflejar una Cuba sarcástica, desenfadada y a veces pesimista, pero muy real.
"Me debo al entorno que me rodea y trato de convertirlo en algo universal", dijo el 'padre' de "Yesapín García", una niña que habla como adulta, y de "Willy y Filly", dos jóvenes que conversan sobre temas cotidianos en una zona wifi.
Ahora Yesapín vive "un nuevo comienzo" en Miami y narra a sus casi 10.000 suscriptores en Youtube y 28.000 seguidores en Facebook su vida de emigrada, aunque su creador nunca haya viajado a Estados Unidos.
"No sé cómo se vive allí. Nunca he estado en Miami. Es un trabajo en conjunto, donde Yasmany me da información de cómo vive el cubano en Miami y así construimos los guiones", señala Alfonso, que colabora estrechamente con su colega Harold Díaz-Guzmán "El Muke" y un equipo en Santa Clara "sin el que no existiría Yesapín".
En ese tono, Alfonso creó también a "Willy y Filly" para "hacer catarsis", dar voz a las preocupaciones de la mayoría de los isleños y contar cómo es la dinámica de los cientos de puntos públicos wifi donde los cubanos comienzan a asomarse a internet.
"No tenía que esforzarme mucho para crear las historias de Willy y Filly. Con Alejandro Rodríguez, el otro guionista, fue divertirnos y hablar de lo que no tratan los medios oficiales", agregó sobre la serie de cinco capítulos que publicó en asociación con "El Toque", uno los medios alternativos más visibles de Cuba.
Para este arquitecto convertido en animador autodidacta, el camino hacia su verdadera vocación fue "muy lento", mucho más por vivir "en provincia" y lejos de La Habana, centro de la creación audiovisual en la isla.
"Empecé con un grupo de amigos en Santa Clara (centro) de una manera muy ingenua", recuerda Alfonso, que vivió en Cienfuegos (centro-sur) hasta que se mudó a la capital hace dos años.
Así, dándose "cabezazos", el joven creador se convirtió en "hombre orquesta", encargándose de todo el proceso y hasta las voces de varios personajes de "Dany y el Club de los Berracos", una serie de seis episodios de media hora sobre tres adolescentes cubanos, que viven situaciones "con las que se puede identificar cualquiera".
Estos "muñequitos de palo", de una estética básica, pusieron a Alfonso y su productora "La Casita del Lobo" en el mapa de la animación cubana actual, deudora de pioneros como Tulio Raggi y Juan Padrón, el mayor referente del joven director.
"Los personajes de Padrón hablan como habla el cubano, aunque él ha logrado lo que yo no he podido: ser un poquito más decente", bromea Alfonso, que le dio voz en "Lavando Calzoncillos" a una ama de casa de mediana edad que se "machaca" con las tareas del hogar mientras su marido trabaja.
Su repentina popularidad llegó en 2014 con "Pez peleador", un breve diálogo entre dos niños que "se convierte en una discusión de adultos donde al final la niña explota con una 'mala palabra'".
Los cubanos se apropiaron del airado "¿Y esa pinga?" como versátil y criollo recurso para expresar queja, protesta y sorpresa, a pesar de que en la isla la palabra tiene connotaciones vulgares por referirse al órgano sexual masculino.
La niña, bautizada como "Yesapín García", en guiño a la frase que la hizo famosa, se volvió "viral a la cubana": el vídeo pasó de mano en mano para ser visto en móviles y ordenadores, la forma de propagar los contenidos en Cuba, uno de los países más desconectados del mundo.
Yesapín ha sido responsable incluso de mantener a Alfonso en el camino de la animación.
"Me desilusioné un tanto de la animación. Me dije: no vale la pena, y en eso Yasmany (Concepción) me llama y me dice que tiene un pequeño negocio (en Miami) de recargas de móviles (a Cuba) llamado Islacel y quiere un personaje para hacerle promoción", cuenta Alfonso.
Para el animador -que ya se inicia en la acción real con el corto "Cositas malas" y el guión de un largometraje- su éxito radica en que "las personas se identifican con sus personajes".
"El éxito está en el guion. Si voy a estar cinco meses trabajando - y eso es poco tiempo - la historia tiene que estar buena, para que la gente vea el material, le guste, lo siga y lo copien. Que lo pirateen, yo estoy de acuerdo", concluyó.
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