A muchos les parecerá inverosímil por qué si el avileño Rusney Castillo lleva tiempo destruyendo la Triple-A no es subido al primer equipo de Boston en Grandes Ligas. La esencia del asunto no reside en el rendimiento mismo del cubano sino en estipulaciones económicas dentro de la franquicia que perjudican el status del apodado “Pantera”.
Castillo bateó .314 de average en 2017 con la sucursal de Pawtucket Red Sox, AAA, más 22 dobles y 15 jonrones, la producción necesaria para superar el complicado nivel y abrir las puertas de las Mayores.
Sin embargo, el tope salarial en la nómina de los Medias Rojas podría excederse de subir a Castillo y sumar los 11.7 millones que se halla cobrando en 2018. Los Medias Rojas ya cuentan con demasiados contratos comprometedores como los de David Price, J.D. Martínez, Hanley Ramírez, Dustin Pedroia o Chris Sale.
De agregar al cubano la nómina salarial sobrepasaría los 236 millones en su conjunto y el equipo enfrentaría penalidades como perder 10 rondas en la próxima elección del Draft y lacerar su presupuesto de firmas de prospectos internacionales con una multa de un millón.
Tras lo mostrado por el cubano en recientes temporadas, la franquicia de Nueva Inglaterra no está muy confiada en las herramientas de Castillo, y si este pudiera ayudar al equipo necesitado de mejorar su jardín central tras el colapso inicial de Jackie Bradley Jr. (173 AVG y 582 de OPS) en el inicio de campaña.
La pregunta que se hacen los ejecutivos es sencilla:
¿Vale la pena arriesgar la pérdida de 10 puestos en la ronda del Draft más una multa de un millón en firmas internacionales por un jugador que no mostró su mejor actuación?
La respuesta es: claro que no.
En Grandes Ligas las decisiones gerenciales poseen un basamento económico planificado que excede las emociones sobre el futuro de un jugador. Nadie es realmente imprescindible hasta que deja de serlo.
Castillo, mientras tanto, se mantiene haciendo el trabajo en las menores y, a día de hoy, promedia .322 con nueve dobles y 13 empujadas. ¿Merece otra oportunidad el cubano?
Por supuesto que, luchando por merecerla, incluso se lo ha ganado.
Pero su contrato lo pone en un callejón sin salida, en una encrucijada que no parece descodificarse hasta que algo cambie en la nómina salarial de Boston o algún ejecutivo crea que Castillo merece la oportunidad y vale la pena el riesgo.
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