Cerca de la terminal de Sancti Spíritus es común ver a Orestes Valdivia, un hombre sin piernas y sin techo donde vivir, que solo clama al Gobierno un poco de atención y una silla de ruedas.
Valdivia perdió su casa luego de ir a prisión por un delito de Peligrosidad. Al salir, el Estado se había adueñado de la vivienda, la cual "no tiene derecho a reclamar por ser recluso", palabras textuales que recibió de la Policía, en un intento frustrado de denunciar lo sucedido.
"Sabían que si yo hacía la denuncia ellos iban a perder, entonces me dijeron que no fuera más por ahí, que no tenía derecho", contó a Martí Noticias.
A causa de su condición y su enfermedad del hígado, Valdivia toma varios medicamentos y requiere una estricta dieta baja en sal y grasas, la cual "no puedo cumplir porque estoy en la calle" y sobrevive con una pensión de 192 pesos cubanos al mes.
"No me facilitan una silla de ruedas, yo no la quiero regalada, yo la pago. Lo que no puedo pagar es una por la calle en 1.000 pesos", aseguró.
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