El metro en Caracas es gratis, pero no es un indicador de desarrollo ni de calidad en el servicio. La causa es que los billetes se acabaron y la empresa estatal encargada no ha podido importarlos más.
Un reportaje del diario español El País explica que un viaje cuesta cuatro bolívares, una cifra ínfima, pues está subsidiada, pero la escasez de efectivo en el país es tal que es imposible pagarlo.
“La compañía no ha vuelto a comprar los rollos de boletos, porque no tiene recursos ni para eso”, reveló Alberto Vivas, de la Asociación Civil Familia Metro, que agrupa a extrabajadores del sistema.
Pero tampoco hay personal para cobrar los pasajes. La migración ha afectado tanto que hace dos años la empresa suspendió la tramitación de renuncias de su personal para tratar de detener el éxodo masivo de sus empleados.
Y aunque una estación pequeña necesita al menos ocho trabajadores distribuidos en atender la taquilla y supervisar accesos, andenes y trenes, a veces hay solo dos o tres.
Dentro del subterráneo, los pasajeros se apiñan dentro de los vagones sucios y calurosos, después de haber esperado hasta treinta minutos en el andén.
En la Línea 1 del metro viajan a diario dos millones de personas. Para funcionar de manera eficiente requiere 38 trenes, pero habitualmente tiene un poco más de 20.
Según Edinson Alvarado, presidente del sindicato de la empresa, la disponibilidad de un parque nuevo está afectada en un 30 por ciento. En las otras líneas la situación es peor: la falta de trenes llega al 50 por ciento.
Luego de una millonaria reparación que quedó inconclusa, el servicio no mejoró.
Familia Metro explicó que 13 trenes nuevos que fueron adquiridos están parados por averías. Son ellos los que proveen de piezas de repuestos a otra flota de 48 convoyes comprados a una compañía española mediante un contrato firmado en 2008, que incluía la modernización del sistema por 1.850 millones de dólares.
Esta operación se está investigando por varias denuncias de ilegalidades.
Por ahora, las frecuentes roturas obligan a desalojar a los pasajeros en medio de vías y túneles. Porque aunque los 48 trenes llegaron al país, su adecuación al sistema no se completó.
“Lo único que hicieron fue modificar el límite de velocidad hasta un máximo de 80 kilómetros por hora, pero bajo la responsabilidad total del conductor”, dijo Ricardo Sansone, de Familia Metro.
Otras obras que formaban parte del contrato, como las subestaciones eléctricas y la renovación de 42 kilómetros de vías, 21 en cada sentido, tampoco se efectuaron.
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