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Con el natural atraso o lentitud de las conexiones a internet en Cuba, durante los últimos dos días han ido apareciendo duras críticas en las redes sociales, por parte de algunas personalidades importantes de la cultura, a los desperfectos técnicos del concierto ofrecido por el genial Armando Manzanero en La Piragua, al pie del Hotel Nacional, en el Malecón habanero.
Algunos han catalogado al feedback, ese molestísimo ruido que impide escuchar lo que se está hablando o cantando, como el invitado de mayor presencia en una noche que debió haber sido romántica y evocadora. Tampoco se escucharon los repetidores esparcidos por las inmediaciones de La Piragua, de modo que en cuanto te alejabas unos metros ya no se oía nada.
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Tampoco funcionaron del todo bien las luces, escasas y de poco poderosas, ni la pantalla gigante con las imágenes, que debía permitirle, a los espectadores más distantes del escenario, algo de los que estaba aconteciendo en la distancia.
Como resultado de todo ello, una gran cantidad de público, sobre todo padres con niños y personas de edad avanzada (recuérdese que Manzanero es enormemente popular entre tres generaciones de cubanos) decidió abandonar el lugar, arrepentidos de tratar de disfrutar un concierto que apenas se escuchaba.
En las mismas redes sociales se trasciende la crítica anecdótica sobre un concierto malogrado por el sonido, y algunos en Facebook se niegan a aceptar que en Cuba se carece de práctica, experiencia y tecnología para ofrecer este tipo de espectáculos. Muchos aseguran que entre los organizadores se le concedió “perfil bajo” al concierto y así brotaron las inexperiencias, los descuidos y las novatadas.
Otros critican con dureza la celebración del concierto en La Piragua, un lugar totalmente inadecuado para este tipo de música, y de artista, cuando lo ideal hubiera sido un teatro como el Karl Marx, donde evidentemente se hubiera podido controlar mucho mejor tanto el sonido como la transmisión televisiva a través del canal Clave.
A pesar de que la mayor parte de la prensa nacional calificó de magnífico el concierto, y apenas se aludió a los tremendos problemas que afectaron el acontecimiento, el periódico Juventud Rebelde publicó una justa crítica en su página cultural. La periodista Aracelys Bedevia escribió: “Todo se vino abajo a partir del momento en que, luego de soportar el ruido ensordecedor de un audio mal balanceado, Manzanero salió a escena y no se escuchaba prácticamente nada de lo que cantaba. Justo en ese momento, una gran parte del público que no logró pasar más allá de 23 y Malecón empezó a irse decepcionado, mientras la otra mitad, aquella que sí pudo aproximarse al escenario disfrutaba de un concierto que se interrumpía a ratos por la ausencia de un audio adecuado para la realización de un espectáculo masivo”.
Ojalá exista una segunda oportunidad para que los cubanos disfruten a plenitud del arte, romántico e intimista, de uno de los mejores compositores de música popular en español. Y los organizadores a lo mejor comprenden, en algún momento, que lo válido para Gilberto Santa Rosa no tiene que resultar necesariamente positivo para Armando Manzanero.;
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