Santa Clara, una de las ciudades más pobladas de Cuba, es a la vez una de las urbes con mayor número de residencias multifamiliares de la isla. En la capital villaclareña existe un total de 988 edificios de distintas tipologías, que abarcan desde los del inconfundible estilo Girón, hasta los “12 plantas” de modelo yugoslavo, o los más confortables “bloques de pastorita”, como se les conoce a los apartamentos que la guerrillera Pastorita Núñez construyera en diferentes urbes, al inicio de la revolución, pero conservando aún ciertos patrones estéticos y constructivos del capitalismo.
Un alto porcentaje de esos edificios superan el cuarto de siglo, fueron construidos durante los años de aquella bonanza derivada de la ventajosa cooperación con los países del extinto bloque socialista, y hoy se encuentran sumidos en el más profundo abandono y desatención.
Si bien los cubanos valoran altamente el disponer de una casa de mampostería y un techo de placa debido al siempre acechante peligro de un huracán, vivir en un bloque multifamiliar también puede generar dificultades insospechables, sobre todo para quienes habitan las últimas plantas.
Yaima bien lo sabe. Esta joven de 34 años está vendiendo su casa. El apartamento del Reparto Santa Catalina que heredó de una tía emigrada fue motivo de regocijo para ella y su novio René cuando decidieron tener una familia, pero hoy esa vivienda constituye un verdadero tormento para ellos.
«A los interesados en comprarla les hablo con honestidad, no los puedo engañar. La casa está muy buena, es un barrio excelente, y todo lo tenemos conservadito… aquí lo único malo es que cuando llueve el techo parece una cascada», explica esta licenciada en cultura física que, desde su consejo de vecinos, ha planteado una y otra vez la difícil problemática que la aqueja, sin recibir respuesta alguna.
“Olvídate de la delegada de circunscripción, que esa infeliz está en una situación similar a la nuestra. Nosotros hemos planteado esto más arriba, nos hemos quejado hasta en el Partido Provincial y lo que se nos dice es que el país no está en condiciones de resolver el problema porque no existen impermeabilizantes… Ah, pero el Partido no se moja”, reflexiona airada.
Según dice, ella figura en la lista de los damnificados del huracán Irma, evento climatológico que en septiembre pasado provocó daños en más de 52 mil viviendas villaclareñas. Sin embargo, de nada le sirve que su expediente siga guardado en una gaveta mientras su techo hace aguas por todas partes.
“La cuna de la niña la tengo en la sala junto al televisor, en la única esquina de la casa que no se moja. En mi cuarto estoy a oscuras, porque quité la lámpara por miedo a electrocutarme cuando comience a llover. Esto no es vida”, señala Yaima.
Fuentes consultadas en la dirección provincial de la vivienda aseguran que tras el paso de Irma solo recibieron mantas impermeabilizantes 4 edificios de los 200 que requieren ser intervenidos en la ciudad de Santa Clara.
Luego empeoraría el panorama. Las precipitaciones que registró la provincia en los tres últimos meses superaron los acumulados históricos, y particularmente las lluvias asociadas a la tormenta subtropical Alberto afectaron otras 2500 viviendas, según datos oficiales.
“Yo entiendo que hay quienes lo perdieron todo, y que todavía no han podido arreglar sus casas. Está bien que los prioricen a ellos, pero no puede ser que nuestra situación la sigan postergando. No aguantamos más”, se queja otra vecina del reparto Santa Catalina.
Le asisten razones. Los propietarios de viviendas independientes tienen mayores facilidades para tramitar la compra de materiales constructivos y pueden, incluso, solicitar un crédito bancario o subsidio para reponer su techo, mientras que quienes residen en edificios multifamiliares deben sortear una serie de entresijos legales antes de soñar con una rehabilitación.
Un grupo de vecinos del reparto Escambray, en la propia Ciudad de Santa Clara han llegado más lejos. Han propuesto comprar en el exterior los metros de manta impermeabilizante que necesitan, pero el gobierno les ha negado de tajo esa posibilidad. “Nos dijeron que eso es una locura, que no está permitido hacerlo, porque ni siquiera lo dejarían pasar por la aduana”, asegura Hermes, uno de esos vecinos.
“La segunda del gobierno —se refiere a Esperanza González, vicepresidenta de la Asamblea Provincial del Poder Popular en Villa Clara—planteó personalmente que el país no tiene mantas para dar solución a nuestro problema. Pero eso es mentira, porque en el propio noticiero de la televisión se dijo hace unos días que en Santiago se estaba impermeabilizado todos los edificios en saludo al 26 de julio… ¿Cómo para Santiago sí hay?”
Si bien quizás no sean todos los edificios de Santiago, como dice Hermes, el periódico Sierra Maestra de la referida provincia oriental, en su edición del 2 de junio pasado, informaba sobre la impermeabilización de 600 edificios multifamiliares en saludo a la efeméride. Una cifra que triplica el número de inmuebles que requieren ser intervenidos en Santa Clara.
“La política es la política. Yo digo que este edificio es una regadera porque aquí no viven jefes”, concluyó el entrevistado.
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