Inmortalizada muy pronto, después de su muerte, gracias a la novela de Guillermo Cabrera Infante Tres tristes tigres, originariamente titulada Ella cantaba boleros, Freddy era uno de los personajes protagónicos de aquella Habana nocturna y bohemia descrita por el famoso novelista.
Ambientada en 1958, Tres tristes tigres fue tildada de contrarrevolucionaria y su autor fue expulsado de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y calificado de traidor. A esas alturas, la mitológica Freddy también había emigrado, de modo que en la Cuba de los años setenta y ochenta la cantante fue borrada de la memoria cultural cubana. Y luego fue apareciendo lentamente, en la medida en que fue levantada la prohibición para los artistas cubanos emigrados.
Este 28 de julio se anuncia, en la emisora Radio Progreso, a las 12:30 de la tarde, un docudrama radial inspirado en la vida de la cantante cubana Freddy, o más bien, Fredesvinda García Herrera. El docudrama narrado por personajes se titula Dicen que soy una estrella, que toma esa frase de una de las canciones más famosas de Freddy y cuenta con la participación especial de las vocalistas Yaima Sáez y Simmone Rice, quienes recrean momentos de la vida de la artista. También figura el actor Dever Rosales, en el papel del empleador que la ayudó en su sueño de convertirse en cantante.
El docudrama es el trabajo de tesis de Alejandro Miranda, quien este año se graduó en la especialidad de Dirección en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), y demuestra el interés de los jóvenes creadores por recuperar una memoria cultural a veces soslayada por la propaganda oficial.
Nacida en Camagüey, en 1935, y muerta de un ataque al corazón en San Juan de Puerto Rico, el 31 de julio de 1961, Freddy comenzaba a ser muy famosa en Cuba —a pesar de ser negra, poco agraciada y de pesar unas trescientas libras— en el momento en que decidió emigrar a la Isla del Encanto, luego de una gira exitosa por Venezuela, México y Miami.
Desde 1948, Freddy radicaba en La Habana, y trabajó en el servicio doméstico hasta que su patrón un buen día la escuchó cantando. A lo largo de los años cincuenta solía asistir al bar Celeste, donde interpretaba a capela, con su voz de contralto, algunos de los grandes boleros de aquella época.
La primera oportunidad para presentarse en grande, ante un auditorio más sofisticado, tuvo lugar en 1959, como parte de la revista Pimienta y Sal, en el cabaret Capri, donde cantó dos de sus más célebres versiones: El hombre que yo amé y Noche de ronda. Estas dos, junto con Debí llorar, constituyen la tríada de canciones más conocidas del breve repertorio grabado por la artista.
En 1960, actuó en televisión, en el célebre Jueves de Partagás, con Benny Moré y Celia Cruz, y ese mismo año volvió a presentarse en el Capri como parte de la revista Ajiaco a la francesa, y grabó para el sello Puchito, el único disco de su carrera, Freddy, que muchos años después los jóvenes intercambiarían como un tesoro recién descubierto de la música cubana.
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