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La opositora cubana Rosa María Payá (La Habana, 1989) tiene claro que el cambio en Cuba sólo puede venir de la mano de la presión internacional de los países democráticos, la movilización social y la desobediencia civil no violenta. En su opinión, sólo con sacar a la gente a protestar a la calle no se va a ningún lado, porque eso ya se ha hecho en Venezuela y Nicaragua y lo único que se ha conseguido es enterrar muertos, según ha comentado al diario El País.
"No se puede esperar que el cambio venga de una hipotética inmolación del pueblo cubano. Es necesaria la presión internacional, que se exiga desde fuera que se respete el derecho del pueblo cubano a decidir su gobierno", ha dicho Payá, que vive entre Miami y La Habana..
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La hija del disidente más importante que ha tenido Cuba, Oswaldo Payá, sostiene que el accidente que se saldó con la muerte de su padre fue provocado y denuncia que a estas alturas, el Gobierno cubano no le ha dejado ver el informe del forense. Ella defiende el proyecto Cuba Decide, que propone un plebiscito en la Isla.
La joven opositora tiene poca fe en la modificación de la Constitución cubana que, en su opinión, sólo está sirviendo para que el Gobierno cubano venda un proceso de cambio, que es un fraude "y se lo están comprando".
En esta línea, por ejemplo, ella considera que el reconocimiento de la propiedad privada es "un golpe de efecto de puertas para afuera" y que la eliminación de la palabra comunismo del artículo 5 de la Constitución vigente "no cambia nada" porque "en la sociedad cubana no queda ni la más mínima convicción comunista".
En resumen, Rosa María Payá cree que la reforma de la Carta Magna es "puro teatro" y responde a la necesidad del castrismo "de perpetuarse".
Además arremete contra la pasividad y falta de exigencias de la Unión Europea hacia Cuba. "En mi opinión la posición que están tomando beneficia a la dictadura y le concede legitimidad", concluyó.
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