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La penúltima ocurrencia del tardocastrismo y sus numerosos exégetas consiste en ir alardeando con la repatriación de cubanos que –tras vivir y prosperar económicamente, o no- en sociedades democráticas emprenden un regreso a medias, pues la mayoría no vive de forma permanente en la isla, sino que va y viene, tras asegurarse la herencia o compra de una casa e intentar montar un timbiriche.
La despolitización migratoria obedece a la crisis económica crónica y a la mansedumbre de la mayoría de los emigrados a partir de 1990, que sigue viviendo entre el miedo y el oportunismo, quizá ignorando que ellos no eran los preferidos por el tardocastrismo.
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La despolitización migratoria obedece a la crisis económica crónica y a la mansedumbre de la mayoría de los emigrados a partir de 1990, que sigue viviendo entre el miedo y el oportunismo
El plan gubernamental original era intentar captar a jubilados cubanos, principalmente en USA, para que se instalaran a vivir en barrios nuevos o en sus antiguos barrios, reparando casas y generando microfocos de riqueza aledaña, pero esos exiliados tienen memoria y conservan sus mochilas cargadas de desprecios e intolerancia y prefieren playas menos traumáticas como Panamá, República Dominicana, México y Nicaragua hasta hace poco.
Algún día, Cuba deberá rendir tributo al llamado exilio histórico que –tras carrera exitosas en la isla- tuvieron que reemprender sus vidas y haciendas en tierra y con lengua extraña y jamás renunciaron a su amor por Cuba y sus familias, pese a ser estigmatizados como gusanos y escorias.
Algún día, Cuba deberá rendir tributo al llamado exilio histórico, que emprendió sus vidas y haciendas en tierra y con lengua extraña y jamás renunció a su amor por Cuba y sus familias
En años recientes, se jubilaron en España muchos de aquellos cubanos que llegaron en los años 60 y 70 y que encontraron excelentes oportunidades laborales por su excelente formación y conocimiento del Inglés. Sus vidas son testimonios de trabajo con honradez y pesar por la Cuba que perdieron.
La mayoría de los repatriados son emigrados de los últimos años con cierto relativismo moral frente a la dictadura que los expatrió, aunque fuera por causas económicas como muchos se empeñan en aclarar porque para ellos, dicen, la política es muy cochina.
La mayoría de los repatriados son emigrados de los últimos años con cierto relativismo moral frente a la dictadura que los expatrió
Cochina es la pobreza infligida a un pueblo noble, cochina es la persecución a las Damas de Blanco y demás opositores, cochina es la “regulación” que prohíbe salir de Cuba a determinados ciudadanos que discrepan de la política totalitaria, cochina está La Habana por el abandono y destrucción permanente a la que ha sido sometida en los últimos 60 años. Cochina, en definitiva, es la dependencia y el menoscabo de la soberanía que implica depender siempre de otro país, como antes ocurrió con la URSS y ahora con Venezuela.
Cuba tiene condiciones y capital humano para emprender una senda de progreso, riqueza y bienestar sin renunciar a relaciones económicas favorables con unos y otros, sobre todo con USA, distante a 180 kilómetros de sus costas y que es el mercado más dinámico del mundo. Ya se pueden poner exembajadores y muchachitos de la UCI todo lo digno que quieran, pero los resultados de 60 años poniéndose los zapatos al revés están a la vista de todos.
Una parte de los repatriados apuesta por la creación de riqueza en aquellas difíciles condiciones de cerco legislativo y acoso variado de los cochinos inspectores corruptos y sus jefes, que se reparten las ganancias de la extorsión. Están en todo su derecho, la vida y la hacienda es cuestión de cada uno.
Cuentan que los más listos, negocian directamente con miembros de gobiernos municipales y provinciales, esos cincuentones con luz larga y con quienes comparten relativismo ético, para comprar la protección de sus negocios. Que Dios proteja a todos los implicados.
Pero claro, aún cuando el éxito acompañe la aventura empresarial, el crecimiento será siempre limitado porque el turismo extranjero ha vuelto a sus cifras habituales y con sus crónicos problemas de bajo índice de repetición, y sus clientes más habituales será la subguara tardocastrista, lo mejorcito de cada casa, cubanos emigrados y sus familias, prostitutos y prostitutas no solo sexuales, y poco más.
Ser los reyes del mambo rodeado de cochinadas por todas partes exige andar con los ojos cerrados y los labios apretados, pues ya sabemos que en boca cerrada no entran moscas; pero lo incómodo de la bipolaridad selectiva es que puede empezar a romper las endebles costuras que cercan el emprendimiento privado.
Ser los reyes del mambo rodeado de cochinadas por todas partes exige andar con los ojos cerrados y los labios apretados
Oportunistas y cubanos sinceros han vivido en sociedades democráticas donde las obligaciones van acompañadas de derechos y en las que los creadores de empleo, riqueza y bienestar suelen ser respetados y no padecen la vigilancia habitual que sustenta al tardocastrismo.
Y esa experiencia democrática y el hartazgo pueden generar más de una fricción por mucho que se empeñe el tardocastrismo en vivir en el espejismo de que todo el que regresa comparte sus postulados políticos, cuando solo ha comprado temporalmente su silencio a cambio de dejarlo ser el nuevo rico del barrio o la ciudad donde se instale.
Ojalá y los repatriados encuentren su lugar y vivan felices en su tierra, que debía ser la tierra de todos; sobre todo, porque la vida no suele dar segundas oportunidades en ámbitos tan vulnerables, donde el miedo es el factor riesgo para cualquier negocio.
Los duros con miedos que anidan en el Buró Político y demás cuarticos de poder, ven la repatriación y los negocios, como males necesarios para salvar la revolución, porque no queda más remedio, pero sueñan con retomar el control absoluto y meternos a todos en cintura y encargarse ellos de mandar el detergente a San Miguel del Padrón, el puré de tomate a Plaza de la Revolución, el arroz a Playa y los chícharos a Guanabacoa, que así entretenían al personal cuando contaban con la ayuda generosa y ¿desinteresada? de la Unión Soviética.
La repatriación es otra rendija abierta; habrá que seguir su evolución. Mientras tanto, seguiremos viendo a exiliados contentos porque dicen ir para la gozadera cuando cogen el avión para hacer la ruta de la limosna, donde ya habría hasta un cocodrilo que se alegra con la llegada de turistas. ¡Animalito!
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