La cara de Argelio es un poema cuando me siento a hablar con él sobre las más de cuatro décadas que pasó trabajando para una empresa estatal cubana.
"Ahora soy un jubilado que no puede ni tomarse un vaso de leche cuando se levanta, mientras veo que los que me rodean viven mejor que yo y nunca han trabajado sino que han revendido en la calle cuanta cosa han podido robarse", explica el habanero de 71 años.
El también Licenciado en Economía señala que hoy los jóvenes no quieren trabajar para el Estado por los bajos salarios que tiene el sistema presupuestado y la mala implementación de las formas de pago que existen en el empresarial.
"Se ha hablado mucho últimamente del importante papel que desempeñan las empresas militares en el desarrollo del país, pero no podemos perder de vista que en ellas hay más disciplina y menos delitos porque cuentan con facilidades y salarios que no se ven en el resto de las instalaciones estatales", afirma.
Según declaró recientemente la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Margarita González, el reordenamiento laboral iniciado en la isla en 2009 ha reducido las plantillas infladas en el sector estatal, pero persiste la fluctuación de fuerza de trabajo sobre todo en especialidades de las ciencias médicas, pedagógicas, técnicas y económicas.
La titular ha dejado saber además que dicho flujo ha sido causado fundamentalmente por voluntad propia, la magnitud del salario y la lejanía de los centros de trabajo; y que la economía cubana ocupa hoy a 4 474 800 personas: poco más de tres millones en el sector estatal y alrededor de 1 300 000 en el no estatal.
Las cifras oficiales informan que aproximadamente 30 000 universitarios han abandonado en los últimos dos años la rama estatal, a la vez que ha ido in crescendo el número de trabajadores no estatales.
30 000 universitarios han abandonado en los últimos dos años la rama estatal, a la vez que ha ido in crescendo el número de trabajadores no estatales
No obstante, a tenor con Norberto, un agente de Telecomunicaciones de Villa Clara, hay cuentapropistas que tienen licencias para asegurar una pensión de retiro. “Es una forma de tener el respaldo que los trabajadores privados no sentimos, de justificar el dinero que ponemos en el banco, por ejemplo, para poder viajar al exterior o comprarnos una casa”.
Por otro lado, tal como ha reconocido el primer vicepresidente cubano Salvador Valdés, existen personas que ejercen actividades económicas sin autorización para ello y que, por tanto, no pagan impuestos.
Asimismo, estudios sociológicos de la Universidad de La Habana plantean que el 40 por ciento de los jóvenes renuncia a sus trabajos estatales al culminar su período de servicio social.
El 40 por ciento de los jóvenes renuncia a sus trabajos estatales al culminar su período de servicio social
“Hay que lograr reincorporar a miles de egresados que abandonan rápido el sector estatal. Se invierte en su formación y los perdemos. Muchos se van de aquí porque los empleos no son atractivos y como cuentapropistas ganan mucho más. Sin dudas, los salarios bajos son el principal enemigo de la Empresa Estatal Socialista”, destaca Antonio, especialista de Recursos Humanos en una entidad de la Industria Alimentaria.
“Es necesario concretar soluciones en pos de la estabilidad laboral. Se sabe dónde está el problema, mas mientras no se resuelva la situación de los bajos ingresos la fluctuación no va a disminuir. Los viejos nos conformamos porque no conocimos otra cosa, pero los más jóvenes están creciendo en una Cuba diferente. Revertir esa situación llevará mucho tiempo e incentivo material”, agrega el experto.
A eso se suma que en el próximo lustro podría triplicarse la cantidad de profesionales que abandona el país y que, al decir de Leticia, una estomatóloga que se desempeña como dependiente en un restaurante privado, "hay muchos jóvenes que, si bien no emigran por falta de dinero, se vinculan de manera inestable a lo estatal. Si permanecen allí es porque están en uno de los puestos mejor remunerados".
"Si todo el mundo pudiera montar un negocio, no quedaría nadie trabajando para el Estado, excepto los jefes, los que salen a cumplir misión, o los que viajan a menudo”, asegura la capitalina de 27 años.
Si todo el mundo pudiera montar un negocio, no quedaría nadie trabajando para el Estado
Desde la óptica de Yaima, secretaria de un policlínico, “lejos de motivar a los trabajadores, el sector estatal a veces peca de extremista y desconoce sus esfuerzos. Eso igualmente hace que se vayan a donde les paguen más, aunque sea a hacer algo que no tenga nada que ver con lo que estudiaron. Hay que estar en 'el invento' para llegar a fin de mes. No pedimos un salario para lujos, sino para cubrir nuestras necesidades básicas”.
Por su parte, la informática Ana Luisa, socia de una cooperativa dedicada a la construcción, apunta que "en ocasiones los trabajadores estatales carecen de herramientas para defender sus derechos y a veces son víctimas de jefes mediocres y carentes de principios éticos. Son limitaciones reconocidas, pero llevamos demasiado arrastrando con los mismos problemas y sin palpar remedios. En tanto, en la calle sigue habiendo mucha gente viviendo sin trabajar, ni para el Estado ni por cuenta propia”.
La ingeniera subraya que “no alcanzan para nada los salarios estatales, que rondan los 20 dólares, y la gente vive pidiendo dinero prestado para devolverlo cuando cobra. Por eso hay tantas personas que prefieren vivir al día. Yo misma me fui del sector estatal porque limitaba mucho mi desarrollo individual".
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