El galimatías político de USA con Cuba

Trump ha facilitado mucho la tarea de La Habana porque sus acciones perjudican a los cubanos de a pie.

Banderas de Estados Unidos y Cuba. © CiberCuba
Banderas de Estados Unidos y Cuba. Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 6 años

La Fiscalía norteamericana acaba de evidenciar el galimatías político que vive USA con respecto a Cuba, donde considera que ya no padece una dictadura, pero mantiene en vigor el embargo económico y otras sanciones de diferente intensidad, incluida la reducción del personal de su embajada en La Habana.

Paradójicamente, una parte de los emigrados cubanos contribuye a esta percepción con su bobería pretenciosa de disfrutar las ventajas de un sistema democrático, pero mostrando prisas por volver de visita o repatriado a lo que llaman la gozadera.


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Pero tal inconsecuencia no justifica los desaciertos de la política norteamericana hacia Cuba que han vuelto al estatus de dos vecinos que jamás se ofenden, pero nunca confraternizan.

La Habana, atrapada por el miedo y la crisis de su suministrador energético, reacciona con cautela y pragmatismo ante las marejadas de Washington, aceptando incluso la mayor cuota de “excluidos” porque la relación diplomática con USA es vital a corto y mediano plazos para el tardocastrismo.

Trump ha facilitado mucho la tarea de La Habana porque sus acciones perjudican a los cubanos de a pie, que ahora deben intentar llegar a Miami y otras playas, pasando por Guyana; refuerza el discurso propagandístico del tardocastrismo sobre el cerco yanqui y libera a la Contrainteligencia de la fatiga de controlar a muchos agentes de la CIA y demás agencias norteamericanas que había desplegado Obama en suelo cubano para monitorear y acompañar la transición a la democracia.

Los cubanos –como muchos latinoamericanos- sienten simpatía por USA, de donde viene la riqueza a bocaditos; y no acaban de entender cómo el gobierno norteamericano ha renunciado unilateralmente a perder peso en un momento crucial para Cuba, que sigue colaborando lealmente en temas como el narcotráfico, la trata de personas, delitos económicos y seguridad aérea y marítima, Venezuela y Colombia, entre otros ámbitos.

La SINA llegó a tener más impacto en la vida de los cubanos e influencia entre los moderados del castrismo y su epílogo que la actual embajada norteamericana, que ahora semeja una empresa en liquidación, cuando debería tener todos sus departamentos a tope de amor, chicle y fantasías operativas.

Una vez más, los cubanos anónimos serán los sacrificados, incluso muchos opositores corren el riesgo de verse impedidos de obtener refugio y protección en USA con este new deal que considera que ya no escapan o huyen de una dictadura.

Ya sabemos que lo real en política es lo que no se ve; pero salvo que Trump haya pactado con Raúl Castro apretar las tuercas del cerco para facilitar la complicada travesía de Díaz-Canel y los cincuentones; los cambios de palo para rumba de la Casa Blanca generan rechazo e incomprensión en la mayoría de los cubanos, convencidos desde hace tiempo de que una administración dura en las orillas del Potomac resulta muy rentable a quienes gobiernan cerca del Almendares y lejos del Cauto.

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Carlos Cabrera Pérez

Periodista de CiberCuba. Ha trabajado en Granma Internacional, Prensa Latina, Corresponsalías agencias IPS y EFE en La Habana. Director Tierras del Duero y Sierra Madrileña en España.


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