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- Mijo, ¿qué es de tu vida?
- Ando. ¡Que es bastante!
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- No he sabido de ti, ni en los centros espirituales.
- Casi, casi, que me arrastro.
- Pues, ¡levántate y anda!
- ¿Perdón?
- Sonó eso muy a Mariana, ¿no?
- Cuando me siento peor, me consuela el pensar, que estoy mucho mejor aquí, que si estuviese en Cuba.
- ¡Ponle el cuño!
- Allá me condenaron a no disparar, nunca más, un chícharo.
- No tendría un centavo. Aunque acá, ahora, no gane un quilo.
- Pasaría mucha más hambre.
- Odiaría despiadadamente al calor sin aire acondicionado por todas partes.
- Un ventilador nacional reclamaría aullando como Luz Marina Romaguera.
* Protagonista de Aire Frío de Virgilio Piñera.
- Y tendría mucho menos acceso a Internet.
- Y a mí, con los años, se me ha hecho crónico el decir lo que pienso.
- Soy, cada vez más, cardíaco a estar informado.
- Principalmente en materia de arte.
- Y sobre Cuba, siempre he aprendido, mucho más, estando fuera de ella que dentro.
- ¿Pero, cómo te sientes?
- Ahí. Más o menos. Unos días más arriba, otros bien abajo.
- Antes, pensaba en mi madre a cada rato.
- Ahora no dejo de evocarla en cada cosa que hago.
- C´est la vie! Es normal.
- Ayer recibí los satisfactorios resultados de mis usuales chequeos médicos.
- Y extraño mucho el llamarle para tranquilizarla.
- Nadie se preocupaba más por eso que ella. ¡Todo está bien y va a ser mejor, mami!
- El dolor y la soledad se acrecientan.
- He pensado mucho en lo que me aconsejaste hacer.
- ¿Qué cosa?
- Lo de intentar sin…* llorando para así liberar el luto, mi angustia y la perenne ansiedad.
* Fornicar.
- O todo a la vez. ¿Cómo te fue?
- Nulo, mima. No he derramado ni una lagrimita.
- ¡No me digas!
- Como lo lees. Invoqué hasta a las musas de Gina Cabrera y Moraima Secada. Pero, nada.
- Debe ser que, cuando estoy templando, lo único en lo que NO pienso, es en lo que puede entristecerme.
- O que, los encuentros cercanos de tercer tipo están en plan de ahorro y me cortan el agua en las glándulas lagrimales.
- Como hace cuatro semanas padece la cuadra en la que sobrevive mi hermano menor, en Nuevo Vedado, en la Habana.
- Estoy seco por igual. No me cae ni un chorrito de líquido en la cisterna.
- Pero, y… ¿de salud?
- No tengo problemas, como te dije.
- ¡Al menos, por fuera!
- En mi caso, invariablemente, la procesión va por dentro.
- No obstante y siguiendo con el tema de la templeta-hiper-dramática-pasada-por-agua-y-liberadora, traté de concentrarme en el conflicto sirio.
- En el bloqueo imperialista.
- En Norcorea.
- ¡Del patio, por favor, ni hablemos!
- Probé con los niños segregados en la frontera amurallada.
- La situación en Nicaragua y Venezuela.
- Con los precios elevados de los agromercados en Cuba.
- Y hasta en la rara enfermedad - causada por la picada de una garrapata - que cogió la cantante mexicana Thalía.
- Y que le hace publicar estupideces - en las redes sociales, a toda hora - sobre su vida diaria, que a nadie le interesa.
- Pero, todo eso me da tristeza, pereza, tibieza o flojera.
- ¿A quién no?
- Se me apagan las ganas de repello y ni se me para.
- ¡Qué cosa, chico!
- Y si me pongo a pensar - en medio del chaca chaca - en cómo engatusan a la población de la Isla, con discusiones, sobre una Constitución de marras.
- Aprobada de antemano.
- Confeccionada a la medida del presidente de la comisión encargada de redactarla.
- Sometida a los reglamentos de un Partido vetusto, arbitrario e improductivo.
- Mientras establecen - sin discusión popular alguna - el infame Decreto-ley 349, que amordaza las libertades propias e intrínsecas del arte.
- Sin explicación de ningún tipo.
- Porque no tiene otra razón que el control.
- Como toda arbitrariedad.
- ¡Duro, directo a la cara, sin guante ni vaselina!
- Me da una rabia de pin…
- Una furia, tan tremenda, que raya en indignación.
- ¡No es para menos!
- Quien llora es a quien le toca soportarme enfrente.
- La ira me domina, se apodera de mí.
- Y me pongo, como me pongo.
- ¡Candela pal sindicato!
- Qué va, prefiero templar poniéndole cráneo y sin mucho cerebro.
- Yo creo que tú estás más loco que una cabra.
- Y yo, que tú eres tronco de comemierda, si es que ahora lo notas.
- No. Lo sospeché desde que te conocí.
- Pues, mira, me cuesta - cada vez más - ver mejor.
- Causa es de mi presbicia voraz, galopante y creciente.
- Pero ¡para lo que hay que ver!, voy tirando con lo que distingo.
- Por otro lado, mi bruxismo está a punto de jamarse la férula que preciso para dormir, so riesgo de despertarme con la desagradable sorpresa de que me he masticado mis propios dientes.
- Acabo de despedirme, a tiempo, de un intento de gripe que por poco me saca del aire.
- Pero estoy bien, voy tirando.
- ¿Por qué no vas a verte con un 'babalao'?
- Ya no creo. Ni en eso ni en nada más.
- Sigo entero.
- Todavía.
- Sobre todo, de mente.
- Sobreviviendo entre sentires, diretes, decires y delirios.
- Duermo bien.
- Sueño.
- Pienso.
- Evoco lo poco que el Alzheimer me deja.
- Por eso, no me acuerdo muy bien sobre qué veníamos discursando.
- Ni el porqué te estoy escribiendo todo esto.
- Ven acá y de tu residencia, ¿qué?
- Bien, ¿y tú?
- Ja, ja, ja, ja.
- No te rías. Llevo ya cuatro meses desempleado en una explayada reclusión domiciliaria.
- No tengo noticia alguna de la renovación de mi permiso de trabajo.
- Extravié mi tarjeta de seguro social. O me la robaron.
- Y cuando fui a pedir una nueva me la negaron por no tener la autorización de empleo.
- Todo es como un perro mordiéndose su propia cola.
- Fui de nuevo a Inmigración y me aconsejaron, por lo bajito, que me buscara el apoyo de un político.
- Me dieron la dirección de una oficina cercana. Empero, allí, cuando llegué, me remitieron a quien me correspondía por mi circunscripción.
- Nada, que el fantasma de la Oficoda recorre el mundo, traspasa allende los mares, e impertérrito, orondo y febril, persigue sigiloso cada uno de mis pasos migratorios.
- ¿Y?
- La que me toca por mi demarcación, fue tildada, en cierta ocasión - de cuyo impacto procuro olvidarme - con el apelativo de loba feroz.
- Ay, mi madre.
- Pero, fue llamada así por el más despreciable de nuestros depredadores coterráneos.
- Que adjudicaba epítetos a todo el que le llevara la contraria.
- Cuando no podía acallarle. O, simplemente, desaparecerle del mapa.
- ¡Ni nombrarlo me atrevo!
- Tengo entendido que, esa señora, en cambio, es buena madre.
- Y además una declarada defensora de los derechos homosexuales.
- Así que, si un indiscutible animal fiero, con un expediente mucho más enjundioso en injusticias, me cambió el cuento, ¿cómo puedo creerle?
- ¡Tanto nos tupió!
- Entonces, me fui a verla. La historia es comiquísima. Pero, no sé si puedo contarla entera.
- ¿Por qué?
- Porque no se ha acabado. Es decir, todavía no tengo respuesta.
- ¡Ah!
- El caso es que, mientras esperaba para ser atendido en aquella oficina, se apareció una señora, exigiendo ver a la delegada, en un tono bastante exaltado.
- Se identificó - a todo pulmón - como nicaragüense.
- Y agregó que había sido reconocida en un congreso internacional.
- Con el nombre de un pueblo que yo en mi vida, ni siquiera, había oído nombrar.
- Sonaba parecido a Chuquimamata.
- Decía que lo de ella era urgente.
- Que en sus manos estaba la solución para el calentamiento global.
- Gritaba que todo iba a explotar.
- Y que, por no haber sido escuchada, los volcanes están como están.
- No te puedo creer.
- Aquella mujer parecía un tifón emitido en vivo y en directo.
- Una emulsión de gases metano, butano y propano.
- Orquestada por Fulano, Mengano y Esperancejo.
- Porque también, se refirió a la emergencia de desenmascarar a comunistas, infiltrados en Miami, que piden asilo, como refugiados políticos.
- Tragué en seco.
- Si a mí, el FBI me investiga, pensando que soy del G2 y la seguridad cubana desconfía porque me cree de la CIA…
- ¿Dónde coño me iba a meter si a ese movimiento telúrico le daba por cogerla conmigo?
- Que era el que estaba más cerca de ella.
- Igual, tremendo show me eché.
- ¡Y de gratis!
- Era como una mezcla de lo poco que he soportado ver en Telemundo, Univisión, FOX, CNN, CBS, ABC, Cubavisión, Telerebelde, los Canales Educativos - uno y dos - y las cientos de cadenas-dedicadas-a-estupidizar.
- O sea, que el espectáculo fuera de la programación te jodió la entrevista, ¿no?
- No, mima, no. Me la hizo más entretenida.
- Lo más simpático de todo aquello, es que, por detrás de la ventanilla de Atención al Público, le explicaban, una y otra vez, a aquel fenómeno-atmosférico-fuera-de-temporada, que la diputada no se encontraba allí. Y ni siquiera estaba presente en la ciudad.
- Para mí, funcionó como una eficiente telonera.
- Porque se retiró, dando alaridos. ¡Ella lo que no quiere es recibirme y se va a arrepentir! Y amenazando a los cuatro vientos, con que se iba a aparecer allí, con un equipo de televisión, para que el planeta entero lo supiera.
- Menos mal que había ido vestido, más o menos, presentable. Fue lo que me dio por pensar.
- ¡La debacle!
- ¡El acabose!
- En fin, que cuando me hicieron pasar a la oficina, del primer asistente de la congresista, después de los graves, e impostergables, problemas planteados, por aquella combatiente medioambiental, la exposición de mi contratiempo vino a ser como pedirles auxilio, porque una hojita se había deshojado, boba, mariposeando, escapada de la rama de un árbol.
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