¡A comer hongos! El nuevo ‘plan alimenticio’ de Cuba

“Enseguida que la máxima dirección del Partido en la provincia nos dio la encomienda, la asumimos con entusiasmo".

Hongos setas de ostra cultivados en Villa Clara © Vanguardia
Hongos setas de ostra cultivados en Villa Clara Foto © Vanguardia

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Este artículo es de hace 6 años

Por órdenes del Partido Comunista, una cooperativa en Villa Clara ha comenzado a cultivar hongos comestibles con la intención de expandir su consumo por toda la Isla, una vez que sean aprobados por autoridades de la industria alimenticia.

Según informó este lunes el periódico local Vanguardia, la Unidad Básica de Producción Cooperativa (UBPC) La Herradura se encuentra cultivando setas de ostra de manera experimental con “resultados alentadores” y ya ha coordinado el envío de una muestra a laboratorios de La Habana.


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“Enseguida que la máxima dirección del Partido en la provincia nos dio la encomienda, la asumimos con entusiasmo, aunque con la lógica preocupación ante lo nuevo”, dijo al referido medio Modesto Robaina Pérez, administrador de la UBPC.

El campesino explicó que la cooperativa ha estudiado un tutorial creado a partir de los cultivos ya existentes en Santiago de Cuba, específicamente en el municipio de II Frente. “Pusimos manos a la obra y hasta ahora no nos ha ido mal, se trata de un cultivo que, si se tienen las condiciones adecuadas para su producción, da buenos resultados”, agregó.

Robaina Pérez contó que ha probado los hongos en su casa y con los campesinos de su cooperativa, donde los ofreció con revoltillo para el almuerzo.

La variedad de hongos seta de ostra que se cultiva en La Herradura/ Vanguardia

Su esposa “los mezcló con carne de cerdo y quedaron muy sabrosos”, dijo. “Ahora no hay objeciones ni en mi casa ni en el trabajo. Incluso, como no aportan sabor, sino que asumen el del otro alimento, he visto a algunos de mis trabajadores comerlos con mermelada de guayaba, pues semejan una galleta de soda, y hasta con puré de tomate”.

El cultivo de los hongos en La Herradura se lleva a cabo en un sótano de unos 40 metros cuadrados, con nueve estantes y 27 bolsas en cada uno. Son bolsas de nailon blanco transparente de 2 kg cada una, rellenas con sustrato de frijol y algunas con aserrín, ubicadas de tal manera que se asegurara el debido crecimiento de los hongos.

Robaina explica que estos pasan por dos estados: el primero dura unos 15 días, en oscuridad permanente, temperatura entre 26 y 28 grados, y una humedad relativa entre 80 y 90 %. Mientras, en el segundo ya es obligatorio darles 12 horas diarias de luz, asegurar una temperatura superior a los 25 grados y siempre menor a los 30, y garantizarles una humedad relativa entre el 95 y el 100 %.

“Para conseguir esas condiciones óptimas empleamos 28 bombillos y aseguramos una claridad de 400 luxes, además de ventiladores y un extractor”, explicó.

El periódico indicó que ahora el cultivo se encuentra en fase de demostración de la inocuidad del alimento y la no existencia de daños potenciales a la salud de las personas. De igual forma, “se adoptan decisiones de dónde será procesado de manera industrial”.

También son estudiados los potenciales consumidores, dado los beneficios para la salud que pudiera aportar en sectores poblacionales más vulnerables; “de ahí que, una vez certificada su inocuidad, pudieran ser llevados a los hogares de ancianos, hospitales maternos y círculos infantiles”, señaló la nota.

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