No se habla mucho de ello, pero en Cuba cada vez son más los universitarios que deciden, a la altura de su último año de estudios, pagar para que otros les redacten sus tesis de grado.
De esta manera, los que tienen recursos para hacerlo se eliminan los sobresaltos y el agobio de un momento realmente estresante en la vida de muchos estudiantes.
“Mi hermana no quería que yo pasara por lo mismo que ella pasó, que casi se muere de flaca con las presiones de su tesis, y dando viajes a otras provincias para aplicar encuestas. Ahora ella está en Estados Unidos y me hizo el mejor de los regalos: me pagó la tesis”, explica tranquilamente Lisandra, joven graduada en julio pasado de Licenciatura en Economía en la Universidad de La Habana.
“Es mejor que te redacten el informe sin errores, y con el lenguaje científico que lleva, y que solo tengas que ir a la defensa. No es que yo no pueda hacer la tesis, yo tengo capacidad para eso —asegura ella—, pero no hace falta correr el riesgo cuando sabes que puedes salir con 5 y sin matarte tanto”.
Esa confianza suya en la más alta calificación parte de un hecho simple: “Tener 5 es parte del contrato”, nos comenta.
Explica que todo fue bien fácil, mediaba el cuarto año de la carrera cuando un profesor se acercó un día a decirle que él tenía un amigo que se dedicaba a hacer tesis, por si quería quitarse ese peso de encima.
Luego Lisandra supo que el mismo profesor le había hecho idéntica sugerencia a una de sus compañeras de clase, pero en ese momento ellas no le prestaron atención al asunto.
“En quinto año de la carrera nos empezó a meter miedo con la investigación y a recordarnos que existía una posibilidad, hasta que mordimos el anzuelo. Cuando le preguntamos cómo nos pondríamos en contacto con su amigo, él nos dijo que no nos preocupáramos, que él se encargaba de explicarle todo. Entonces supimos que el negocio era suyo en realidad”, cuenta la joven.
El profesor nunca dijo cómo su supuesto amigo les garantizaría obtener una calificación de 5, pero quedaron aliviadas cuando se conformaron los tribunales, y vieron que su mentor formaba parte de ellos.
Si bien podría pensarse que se trata de un fenómeno propio de la capital cubana, el asunto se repite en otros centros educativos de diferentes provincias.
Varios graduados de la Universidad de Ciencias Médicas de Santa Clara, aseguran que parte del claustro profesoral se dedica a cobrar por la redacción o revisión de las tesis de especialidades, como antes cobraban por los trabajos de años.
“Por supuesto que no es algo que uno vaya a estar divulgando, porque es ilegal, pero nadie puede negar que se hace. Es algo bastante normal aquí”, afirma un recién graduado de medicina, quien no ve mal ese hecho, pues considera que la tesis “es solo un formalismo”.
En años anteriores ha sido preciso alterar los calendarios de pruebas en distintos niveles de enseñanza, y se han llegado a invalidar exámenes al detectarse redes vinculadas al fraude académico en las más altos esferas del sistema educativo cubano.
Sin embargo, nadie parece notar que el plagio, los sobornos y el tráfico de influencias están a la orden del día en las universidades cubanas.
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