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Juan Carlos Tabío comenzó a trabajar en el cine cubano, con menos de veinte años, como asistente de dirección. Debió pasar más de una década para que accediera a la realización de documentales, sobre grandes cantantes de visita en Cuba por aquellos años como la sudafricana Miriam Makeba (1973), la venezolana Soledad Bravo (1974) o la dominicana Sonia Silvestre (1975).
Sus dos primeros cortos de ficción anuncian las características principales de su cine posterior: Dolly back (1986) y La entrevista (1987) se acercan al choteo a la cubana, en tanto expresión enraizada en la idiosincrasia nacional, y además expresan una voluntad brechtiana, de distanciamento, aunque de manera jubilosa y lúdica, para construir cine dentro del cine, o explicitar los mecanismos de la puesta en escena.
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Tabío había llegado a la dirección de largometrajes en 1984, luego de realizar unos treinta documentales, y como parte de la oleada de nuevos cineastas que arribaron en esa década, casi todos realizadores que intentaron ganarse nuevamente el favor del al público nacional.
A continuación, las cinco mejores comedias de su filmografía, evidentemente situadas entre lo mejor que ha producido el cine cubano en estos años:
1. Se permuta (1984): El tema del cambio de casa es un pretexto para presentar, entre enredos ingeniosos, una reflexión sobre los prejuicios, el racismo, la doble moral y el arribismo de muchísimos cubanos en la época postMariel.
2. Plaff o Demasiado miedo a la vida (1988): Es una andanada paródica contra el melodrama, el folclor, el burocratismo, la intransigencia y el esquematismo, en un tono mucho más delirante que jamás renuncia al distanciamiento humorístico y crítico.
3. Guantanamera (1995): En binomio directriz con Tomás Gutiérrez Alea, al igual que la anterior y exitosísima Fresa y chocolate, el filme repite en elenco a Jorge Perugorría y Mirta Ibarra. Estos intérpretes se reúnen para satirizar el burocratismo en una suerte de road movie que propone apasionadamente la necesidad del relevo.
4. Lista de Espera (2000): Seleccionada para el Festival de Cannes en su sección Un Certain Regard, el filme es parecido a Guantanamera por sus alusiones humorísticas a los problemas cotidianos de los cubanos, entre otros el transporte, pero básicamente se trata de una metáfora sobre el destino de la Isla, un destino que siempre estará en sintonía con las actitudes de todos y cada uno de los cubanos.
5. El cuerno de la abundancia (2008) significa un análisis profundo, y simpático, de la siquis del cubano promedio: gozador, idealista, trabajador y taimado. Al igual que Guantanamera se ambienta en el interior no citadino, por lo cual el panorama se vuelve particularmente desalentador y al mismo tiempo optimista, tal y como suele ser la fórmula dramatúrgica que emplea Juan Carlos Tabío.
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