“En Cuba cada vez hay más agricultores que emigran”

El Gobierno cubano aprueba un nuevo paquetes de medidas, que prohíben a los usufructuarios de la tierra la utilización de “financiamiento ilícito” para sus producciones y tener “una conducta moral y social contraria a los principios éticos de nuestra sociedad” durante la actividad productiva.

Agricultores cubanos. © Granma.
Agricultores cubanos. Foto © Granma.

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Este artículo es de hace 6 años

Cuando se habla del consumo de alimentos en Cuba, ninguna cifra logra contentar. Los incentivos ofrecidos para revivir la producción agrícola en la Isla no pasan de ser un intento por mejorar someramente un déficit profundo.

Si bien, según datos oficiales, en 2017 la producción agropecuaria cubana creció un 3% con rendimientos favorables en tabaco agrícola, hortalizas, frijoles, viandas y carne bovina y de cerdo, cuanto produce en el campo la economía socialista cubana, sustentada en la exportación de servicios y el turismo, es insuficiente para saciar una demanda acumulada durante décadas de restricciones.


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De ahí que Cuba, con una superficie agrícola de 6,2 millones de hectáreas (ha), cuya tercera parte era trabajada por empresas estatales al terminar 2016, importe casi todos los alimentos que consume.

Recordemos que uno de los paliativos impulsados para sacar a la agricultura de su penosa situación fue la entrega de tierras estatales ociosas en usufructo, iniciada por Raúl Castro hace una década.

Según el diario oficialista Granma, en la última década el reparto de tierras llegó a 2,1 millones de hectáreas, que beneficiaron a 241.604 usufructuarios privados y 3.247 cooperativas.

De esa forma, de acuerdo con lo que precisa el Ministerio de la Agricultura, entre los años 2008 y 2017 la producción de arroz creció como promedio anual un 6%, un 8% la de frijol, un 6% la de maíz y otro 6% la de frutas, un 5,3 % la de viandas y hortalizas, y un 2,9% la de leche vacuna.

Disposiciones que entrarán en vigor a principios de octubre próximo duplican de 10 a 20 años el período de usufructo de las tierras para agricultores privados, así como de 13,42 hectáreas a 26,84 el área que reciben.

El nuevo paquete de medidas busca otorgar mayores garantías a los usufructuarios, no sin asegurar "un mayor control estatal sobre el uso eficiente y racional de la tierra", con el fin de aliviar el descontento reinante entre los campesinos, encargados de recuperar tierras infértiles y cansados de las incontables limitantes a su progreso económico.

Asimismo la disposición triplica el área que los productores privados podrán utilizar para construir bienhechurías (casas, graneros, establos) y les permite la cría comercial de ganado, derecho hasta ahora solo disponible para entidades.

El reglamento prohíbe a los usufructuarios la utilización de “financiamiento ilícito” para sus producciones y tener “una conducta moral y social contraria a los principios éticos de nuestra sociedad” durante la actividad productiva. También los obliga a trabajar y administrar la tierra que poseen.

En palabras del campesino Manuel, quien se dedica a sembrar frutas y hortalizas, "vivimos usando las tecnologías más baratas para aminorar el costo de la producción de las cosechas porque los insumos como las semillas, los fertilizantes y el combustible se encarecen por día.

"Hay potencialidades que no se aprovechan y seguimos sin darle suficiente de comer a la gente. En este país hay quien pasa hambre o se tiene que llenar con pan. No estamos ni regular en materia de biofertilizantes, agua y fuerza de trabajo. Son muy pocos los que se dedican a esto voluntariamente. Seguimos en el campo porque es lo único que sabemos hacer y de alguna forma hay que subsitir", afirma el mayabequense de 46 años.

Entre las principales insatisfacciones de los agricultores cubanos ventiladas ante el Parlamento se encuentran la demora en los pagos; la carencia de insumos e instrumentos, equipamiento y vestuario; y la inexistencia de un mercado mayorista para el abastecimiento.

A pesar de que el Gobierno se centra en “lograr el máximo aprovechamiento de los recursos" para la satisfacción de "las necesidades alimentarias de la población, la industria y la exportación", persiste la falta de depósitos y de medios de transporte para evitar que se pierdan las cosechas.

Por su parte, el agricultor Alfredo explica que "nadie calcula cuánta comida se echa a perder porque no hay dónde almacenarla o en qué llevarla. Hay deudas, pérdidas, ilegalidades, a la vez que no cambia la rígida mentalidad de los que nos dirigen".

"Se nos pide que hagamos 'una agricultura más organizada, eficiente y productiva', pero apenas nos dan libertades ni nos retribuyen adecuadamente. Nos sentimos desestimulados porque no se notan los enormes esfuerzos que hacemos para que la tierra rinda frutos".

"Hoy nadie quiere ser campesino. Cada vez hay más agricultores que emigran. Yo mismo quiero que mi hijo sea ingeniero o informático, pero no que se dedique a hacer lo mismo que yo. Fajarse con el surco es una labor desagradecida", acota.

Los agricultores cubanos han recalcado también la necesidad de agilizar los trámites de herencia, la reparación de caminos y la delimitación de los terrenos para evitar los accidentes provocados por animales sueltos en la vía, fundamentalmente en Sancti Spíritus, Villa Clara, Pinar del Río y Cienfuegos.

Mientras se promueve muy lentamente la inversión extranjera para lograr encadenamientos productivos mediante proyectos agroindustriales y agroalimentarios, persiste la falta de liquidez para importaciones y se priorizan los alimentos destinados al turismo, los mercados estatales y privados se hallan cada vez más desabastecidos y con precios que suben sin tener freno.

Tal es la dura realidad.

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