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En Cuba todos pueden hacer negocio menos los cubanos.
Las cosas han cambiado un poco. Hace unos años estaban peor. En Cuba todos podían tener divisas menos los cubanos. Poseer un dólar podía llevarte a la cárcel. Recuerdo cuando era niño la llegada de un tío procedente de la comunidad y, obviamente, la visita a una shopping fue para mí una de las cosas más interesantes de la misma.
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Saliendo de 5ta y 42 nos montamos en el carro y mi tío me regala el cambio de la compra (en aquel entonces yo coleccionaba monedas) y antes de marcharnos dice “¡qué calor tengo! voy a comprar un refresco”. Ni corto ni perezoso me ofrezco a comprárselo yo con el dinero que me había dado y todos en el carro gritaron, “NOOOOOO”, si te cogen con divisas se puede armar un buen lío. Me quedé callado mirando las monedas, un poco asustado. Años después comprendí a cabalidad lo que había ocurrido ese día.
Cuando crecí conocí el submundo de negocios que se hacían con extranjeros, que ganaban dinero por el solo hecho de no ser cubanos y tener el “privilegio” de poder portar divisas y entrar en las diplotiendas a comprar “pacotilla”. Estos se convertían en un eslabón del mercado negro de ropa, zapatos y electrodomésticos que los cubanos no podían adquirir directamente con los dólares que sus parientes les mandaban clandestinamente: extranjeros lucrándose con el privilegio otorgado por el apartheid caribeño.
Durante mucho tiempo, el que no entraba las divisas a escondidas tenía que cambiarlas en el aeropuerto por unos certificados (similares a los que se dieron en las casas del oro y la plata) en pesos cubanos 1x1, o gastarlos en una tienda que había en el propio aeropuerto, que tenía un surtido lamentable a precios de boutique de Manhattan.
Conocí personas y escuché muchas historias de cubanos presos por tenencia ilegal de divisas. Incluso días antes de su despenalización la policía continuó arrestando y decomisando dólares a aquellos que se lanzaron a comprarlos antes de tiempo en un afán de llegar primeros, “por si se acababan las cosas”.
Una consecuencia de la caída del campo socialista y el comienzo del 'Período Especial' fue que el Gobierno despenalizó la tenencia de divisas, y las diplotiendas se convirtieron en tiendas de recaudación de divisas, medida desesperada, tomada no para reconocer un derecho del pueblo sino para chupar los dólares en manos de la población hacia las arcas del Estado.
A otra escala, durante ese período, comenzaron a llegar a Cuba “negociantes” extranjeros: españoles, italianos, mexicanos, etc. Representantes de “importantes” firmas internacionales (realmente sólo conocidos en su casa) para suministrar ropas, tarecos plásticos, y cuanta pacotilla barata se pudiera pensar a las tiendas en divisas. Nuevamente, extranjeros lucrándose con el privilegio otorgado por el apartheid caribeño.
Al final, los que salimos de Cuba nos dimos cuenta de que no eran más que piratas de baja calaña, aventureros o, como se dice en Cuba, “metedores de pecho” que se aprovecharon de la “inocencia” o el interés de funcionarios cubanos. La corrupción y las comisiones rápidamente se hicieron parte integral del proceso de convertirse en un proveedor de las empresas cubanas.
Estos empresarios eran tan desconocidos fuera de Cuba que aún recuerdo el día que le pregunté a un español si conocía a Juanita Mateo… “¿A quién?“
También por esta época prosperaron las famosas empresas mixtas.
Empresarios y empresas extranjeras de cualquier nacionalidad, cuyos dueños no fueran cubanos ni estuvieran dirigidas por cubanos, podían llegar a la Isla y establecer empresas en sociedad con el estado cubano (empresas mixtas). Grandes cadenas empezaron a administrar hoteles, otrora nacionalizados a otras cadenas, o a construir nuevos en terrenos nacionalizados a sus antiguos propietarios. Nuevamente, extranjeros lucrándose con el privilegio otorgado por el apartheid caribeño.
Al gobierno “comunista” de Cuba no le importa para nada la riqueza de los dueños de las empresas que negocian con Cuba.
Al Gobierno “comunista” de Cuba no le importa para nada la riqueza de los dueños de las empresas que negocian con Cuba. No le importa para nada cuán ricos sean los dueños de Meliá, Iberostar, Telecom Italia, Nestlé, o cualquier otro. No importa cuántos millones o billones tengan, ni cuántos millones obtengan de plusvalía de explotar sus negocios en Cuba. No son cubanos, sus riquezas están lejos de la vista del pueblo. Para la mayoría de los cubanos no significan nada, es poco menos que ciencia ficción. En cambio, un cubano no puede tener "riquezas"; tener una paladar, dos autos y tres televisores es síntoma de riqueza en una isla llena de pobres y tiene que ser perseguido y castigado. Las riquezas y los privilegios en la Isla son solo para ellos.
En Cuba puede invertir, construir hoteles, fábricas y ser socio de empresas cualquiera que no sea cubano. Los cubanos no.
En cambio, un cubano no puede tener "riquezas"; tener una paladar, dos autos y tres televisores es síntoma de riqueza en una isla llena de pobres y tiene que ser perseguido y castigado. Las riquezas y los privilegios en la isla son solo para ellos.
¿Cómo es posible que “denuncien” que a un ciudadano o empresa norteamericana se le impida hacer negocios en la Isla si ellos mismos impiden a cubanos hacer negocios en su propia tierra?
Si es cierto lo que dijo Díaz-Canel en la reciente entrevista que a “la gente” le molesta la acumulación de la propiedad y la riqueza, ¿acaso la acumulación de hoteles en manos de Meliá, Barceló, Iberostar y otros grupos extranjeros no le preocupa a “la gente”? ¿Acaso a “la gente” no le preocupa la privatización de la Isla a manos de empresas extranjeras? Parece que no, “la gente” (quienes quiera que sean) solo se preocupa por limitar los derechos de los nacionales. Los cubanos pobres, los extranjeros, mientras más ricos, mejor.
Pero el apartheid se resquebraja, con el boom de los cruceros trascendió que el directivo de la línea Norwegian era cubano. Bajo las leyes o regulaciones imperantes dicha compañía no podía hacer negocios con Cuba, ni su directivo viajar en sus propios barcos a ella. ¿Perder el contrato de los cruceros y los jugosos ingresos que reportaría? Ni hablar, de pronto ser cubano no fue ya un impedimento. Poco tiempo después la ley que impedía a los cubanos entrar en embarcaciones a la Isla o abordar embarcaciones en la misma fue cambiada, quizás por miedo al boicot a las compañías de crucero que no permitiera embarcar cubanos en USA.
Hay que exigir al Gobierno del recientemente nombrado presidente Miguel Díaz-Canel que de una vez por todas elimine el apartheid económico de los cubanos. Quizás un boicot a empresas que negocian con el régimen o tienen participación en empresas mixtas en Cuba pueda ser el punto de partida. Quizás con el estímulo adecuado se pueda hacer realidad algún día. Está en nuestras manos hacer el intento, en las de ellos está reconocer nuestro derecho.
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