En la esquina de la casa de Felicia hay un organopónico (huerto en la ciudad). Se supone que ella, madre soltera con dos hijos pequeños y un salario mensual de casi 22 CUC (545 pesos cubanos), pueda encontrar allí comida más barata que en los mercados privados, que se rigen por la ley de la oferta y la demanda, o en la red minorista de tiendas en divisa.
Sin embargo, Felicia dice que "la boutique", que es como ella y sus vecinos llaman al organopónico, está hecha para "gente con dinero". "Ese lugar es una mentira. El huerto tiene delante un puesto que vende todo tipo de productos agrícolas a precios exuberantes, pero ninguno se cosecha allí.
"He visto cómo les traen de madrugada los camiones y carretas de hortalizas, frutas y condimentos frescos para que los revendan. Esos lugares se prestan como tapadera para traer mercancías del campo y decir que se produjeron en la ciudad.
"La última vez que fui a comprar algo allí me juré que no volvería. En cuatro cebollas y tres limones se me fueron 34 pesos. Eso no hay quien lo aguante. ¡Te venden una cabeza de ajo en cuatro pesos! Por eso hay tanta gente que se ve obligada a cocinar sin sazones e 'inventar' con lo que haya".
"Y eso que yo vivo en la periferia de La Habana. En el Vedado y en Playa, por ejemplo, los precios siempre están más altos. Si no fuera porque mi hermana vive en Miami y me ayuda con un dinerito todos los meses yo no podría salir adelante", asegura esta contadora de 40 años.
Si bien la Isla ha recurrido al autoabastecimiento local de productos agrícolas para atenuar el déficit de alimentos mediante el programa de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar de Cuba -que forma parte de un sistema organizado desde 1997-, los resultados siguen sin ser los necesarios.
"Hemos tenido que fomentar el autoconsumo a través de las huertas familiares para suplir la comida que se importa y que cuesta más por día. Seguimos hablando de diversificar cultivos y usar eficientemente los suelos, pero sin ver soluciones concretas en nuestra mesa. La agricultura constituye para nosotros un mercado restringido que no puede aumentar la oferta. La baja productividad y la escasa competencia entre los intermediarios siguen afectando directamente nuestro bolsillo”, asegura el ingeniero agrícola Jesús, quien ha asistido a técnicos del sector en países como Angola y Bolivia.
"No son viables las reformas parciales”, añade. “Existe una imperiosa necesidad de asociación con capitales extranjeros. Las importaciones y las producciones nacionales de alimentos ni se acercan a satisfacer la demanda de 11 millones de cubanos y casi 5 millones de turistas internacionales".
De acuerdo con el artículo 88 de la reforma constitucional que actualmente se somete a consulta popular en Cuba: "Se reconoce el derecho de las personas a la alimentación. El Estado trabaja para alcanzar la seguridad alimentaria de toda la población".
No obstante, en más de una ocasión el Gobierno cubano ha reconocido que en los últimos años ha importado alrededor de 2.500 millones anuales en alimentos, cuando pudo haber producido al menos la mitad.
Cifras citadas recientemente por el diario oficialista Granma indican que la agricultura suburbana, impulsada desde 2009, ha permitido disminuir de 324.283 a 35.610 las hectáreas (ha) ociosas.
Actualmente, a tenor con ese medio oficial, los organopónicos, huertos intensivos y cultivos semiprotegidos de la Isla dedican 8.321 ha a la siembra de hortalizas y condimentos.
Asimismo los 483.060 patios y parcelas del país abarcan un área de 36.175 ha que producen unas 752.215 toneladas (t) de hortalizas, viandas, granos y frutas; 48.094 t de carne de ganado menor, 12 millones de huevos y 587.000 litros de leche de cabra, con destino al autoabastecimiento local.
No obstante, las autoridades cubanas han hecho pública "la insuficiencia de sistemas de riego y los componentes para su mantenimiento y reparación, lo que redunda en bajos rendimientos".
Ernesto afirma en la web de Granma que "en Cienfuegos los organopónicos están destruidos, con pocos productos y la mayoría acaparados por los revendedores y paladares".
"A la agricultura urbana, suburbana y familiar ha llegado Cuba, un país con buenas tierras, buen clima y que no sufre guerras. Ese es el producto de un sistema económico que genera atraso", lamenta Rigoberto, de 72 años.
El propio presidente cubano Miguel Díaz-Canel ha dicho que "sin haber explotado aún todas sus posibilidades" ese tipo de agricultura ha permitido "mejorar la dieta, diversificar ofertas y generar empleos en todos los municipios".
Por otro lado el mandatario ha destacado que "en ocasiones no se tienen en cuenta aspectos como la calidad de la semilla o la preparación de los suelos" para garantizar una buena cosecha.
Según comenta Arnaldo G. Lorenzo en Cubadebate, incrementar la productividad en "la agricultura es urgente porque de ella depende la alimentación, la industria azucarera, la industria de los derivados, la ganadería y muchas cosas más. Todos los años escucho la misma 'canción', siempre hay un aguacero o un ciclón para justificar la mala producción y todos los años se destinan millones y millones otra vez y no se logra nada".
"Siempre las causas están en los factores externos, en el fenómeno natural de turno, en la situación internacional, el bloqueo, etcétera. ¿Es que lo estamos haciendo todo bien? ¿A nadie se le ha ocurrido revisar los métodos?", se pregunta.
Datos de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura refieren que el sector agropecuario cubano emplea alrededor de un millón de trabajadores, pero genera solo el 4 % del Producto Interno Bruto.
"El panorama no es alentador porque continuamos inventando pequeñas soluciones para los grandes problemas de una agricultura deprimida, que no puede abastecer ni siquiera a un país pequeño. Lo de crear siembras urbanas y suburbanas está bien, pero solo como una alternativa a pequeña escala, para que la familia coma más sano y gaste menos, pero eso no funciona para todo el mundo ni genera todo lo que un ser humano necesita para alimentarse bien”, explica Sergio a Cibercuba.
"De igual forma, no podemos pensar en hacer mega industrias ni súper proyectos si al final no habrá manera de comercializar sus productos en el país porque el pueblo no tiene poder adquisitivo, y no se puede pensar solo en exportar, el consumo interno de un país es fundamental para su desarrollo".
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