Hace unos meses los santiagueros recibían con agrado la inauguración de una nueva tienda por departamentos en la ciudad.
Nacida bajo la polémica, por su cercanía con el monumento donde descansan los restos del expresidente Fidel Castro y por su singular nombre, la Gran Piedra parecía representar para muchos la posibilidad de disfrutar de una tienda especializada, con más productos que los que solía haber en otras y una inusual variedad.
Pero en la práctica ha resultado ser, en cambio, un muestrario de todo lo que no puede comprar un cubano que vive exclusivamente del salario que le paga el gobierno cubano.
Basta recorrer las dependencias de este joven centro para constatar por qué ha entrado por mérito propio en la lista de los tantos espacios donde no pueden comprar muchos de los cubanos.
Si bien llama la atención la variedad de ofertas de lámparas de esta tienda perteneciente a la corporación CIMEX, también lo consiguen sus escandalosos precios: 40 CUC por una lámpara de mesa, por ejemplo, o más de cien por algunas de techo.
“Te digo yo que en Estados Unidos no todas las tiendas tienen esa enorme variedad de lámparas, es algo insólito hasta en Cuba, y los precios son similares, pero claro, allá no gano 25 CUP para tener 1 CUC y que me vendan las cosas en CUC, lo cual es criminal sin dudas”, comenta Ramón, un cubanoamericano de vacaciones en la isla caribeña.
“Es inconcebible que una pequeña lámpara para la mesa me cueste 40 CUC, o una para el cuarto de mi niña tenga un precio similar, cuando uno ve esas cosas es que se da cuenta que hay algo que está muy mal”, añade Nidia, vecina de Flores.
Muchos de los muebles pasan aquí de ser objetos utilitarios y casi básicos -si hablamos de una cuna, por ejemplo- a ser casi artículos de lujo.
Un sofá de tela y tres plazas rebasa, por su parte. los 1.600 CUC.
“A mí la parte que más me molesta es la de los muebles. Cuando salieron los precios de los automóviles, que ya nadie habla de eso, eran muy fuertes las cifras. Entonces comprar un carro era un sueño irrealizable. Ahora abre esta tienda y pasa casi lo mismo. Hay una mesa que cuesta más de 750 CUC, eso no sé si es real o ficción, o peor, una burla, y un sofá que ni recuerdo cuánto es que cuesta. Entonces, ni a esto puedo aspirar yo”, cuenta Miriam.
Los alimentos son, una vez más, los productos cuyos escandalosos precios más indignación provocan.
El kilo de carne de res, gran ausente de la alimentación de muchos cubanos, oscila entre los 8 y 11 CUC, en un país donde el salario medio no rebasa los 30 CUC.
Una lata de atún en aceite de girasol -no digamos ya de oliva- cuesta casi 13 CUC.
Y un portavelas a casi 80 CUC, aunque no es un artículo de primera necesidad y bien podría catalogarse de capricho no apto para el bolsillo de todos, se convierte en representativo de los demenciales precios de venta y su divorcio de la realidad del cubano medio y sus ingresos salariales.
Viendo estas imágenes, los más férreos defensores del régimen intentarán desviar el debate hacia "los estantes surtidos" en lugar de reparar en que éstos acogen ante muchos cubanos piezas casi museables en lugar de asequibles.
Tampoco se detendrán en el "nimio" detalle de que esta tienda se encuentre en un país donde su recientemente designado presidente dijo, en su primera entrevista condecida, que el modo de producción al que aspiran es el comunismo y que están cada día más cerca "de la construcción socialista".
Huelga decir que en la Isla el salario medio, según cifras oficiales, no llega a los 30 CUC mensuales.
Los precios de esta tienda, sin embargo, no son ni exclusivos ni atípicos. Hace unos días una periodista cubana comentaba en las redes "la barbarie" de precio de un paquete de espaguetis en la tienda de 5ta y 42 y poco antes otro usuario mostraba su indignación por la duplicación, con respecto al valor original, de una prenda de vestir.
Sin embargo, esto no parece importar a la prensa cubana, demasiado ocupada en dar una cobertura ejemplarizante del caso de la compra de 15 mil manzanas en La Puntilla.
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