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“La Bestia” siempre fue un fortín sobre ruedas, pero la del presidente Donald Trump lo es más que nunca.
El Cadillac presidencial, bautizado desde 2009 como “La Bestia”, apareció este martes en las calles de Nueva York llevando dentro al presidente de los Estados Unidos rumbo a su discurso en Naciones Unidas.
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El auto estrenaba esta vez, según reporta la cadena NBC, nuevos ajustes y prestaciones que le hacen más inexpugnable que nunca y protege la vida del mandatario más poderoso del planeta a niveles sorprendentes.
El nuevo modelo fue diseñado y encargado desde 2014 por el Servicio Secreto y forma parte de un lote pagado a Cadillac a un costo de $15.8 millones. La nueva “Bestia” combina diferentes tipos de tecnología y se cree que lleva instalada una plataforma modificada de Chevrolet Kodiak, un camión de enorme peso de General Motors.
La “Bestia de Trump” pesa 20,000 libras y sus ventanas, de 5 pulgadas de grosor y montadas sobre diferentes capas de blindaje, son a prueba de casi cualquier proyectil conocido. Para hacerse una idea: tienen tanta resistencia como las ventanillas de un jet 757.
En el interior de la limusina presidencial va un refrigerador también blindado que solo contiene un líquido: sangre del mismo tipo que la de Donald Trump. Además, el vehículo posee suficiente equipamiento médico para realizar operaciones quirúrgicas en su interior.
“La Bestia” está diseñada a prueba de ataques terroristas: se sella herméticamente ante posibles ataques bioquímicos. Sus ruedas son planas totalmente y están montadas sobre llantas de un peso colosal que les permiten seguir rodando en terrenos de emergencia.
Aunque el Servicio Secreto (la agencia cuya única función es proteger al presidente) es siempre reacia a ofrecer demasiados detalles sobre este vehículo, se sabe que el mismo está equipado con funciones estilo “James Bond”: dispara todo tipo de armamento incluidas bombas de gas, y lanza un aceite especial para sacar de control a vehículos que le persigan. El colmo: las puertas se electrifican en caso necesario para que nadie pueda abrirlas desde fuera.
El Cadillac Presidencial tiene además la capacidad de activar los códigos nucleares para que el mandatario pueda desatar una guerra atómica desde el interior de su propio vehículo.
La limusina presidencial conocida como "La Bestia" se echó a rodar exactamente el día de toma de posesión de Barack Obama en 2009. El Servicio Secreto la diseñó específicamente para el primer mandatario negro que conocía el país. Aunque le siguen de lejos, muy de lejos en cuanto a tecnología e imbatibilidad, los vehículos presidenciales de Vladimir Putin (un Mercedes-Benz modificado) y Xi Jinping, son otros de los fortines rodantes en que se trasladan algunos de los presidentes más poderosos del mundo.
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