Lázaro fue chofer de guaguas en La Habana por tres años y abandonó ese puesto hace unos seis meses. "Entré ahí porque no tenía trabajo y me fui porque el chofer es el que menos cobra.
"Antes al chofer le exigían una recaudación diaria, pero le pagaban un estímulo en base a lo que entregaba. Era una recompensa que podía ser de alrededor de 1.000 pesos y que se pagaba aparte del salario básico de 325 pesos.
"Eso dejó de existir. Ahora el chofer no ve ni la sombra. La gente del taller y las oficinas se va con más de 1.000 pesos y nosotros con unos 400, con estímulo incluido. Como se reparte un por ciento del dinero que se hizo en el mes entre los trabajadores, justifican la reducción con que la terminal no cumplió el plan porque el transporte estaba roto o por cualquier otra razón y nos dan menos dinero", asegura el joven de 35 años.
Por otro lado, explica el hoy taxista particular, "tenías que estar al tanto del timón, del dinero, de que no te rompieran la guagua o se armara una bronca. Trabajaba seis días a la semana y en mi caso, que manejaba un P (Ruta Principal), tenía que dar tres viajes en mi turno, cada uno de dos horas y 24 minutos, y entregar 575 pesos porque salía temprano y esos son los recorridos que más recaudan.
"Mientras más tarde sales, menos tienes que entregar. Sin embargo, un cierre de línea, que es a las 12 de la noche, tiene que recaudar 500 pesos y a esa hora la calle está prácticamente vacía. Todo atenta contra el chofer", afirma decepcionado a CiberCuba.
El mismo Lázaro plantea que se hizo un conteo de pasajes para demostrar que cobrando 40 centavos por persona se podrían recaudar 575 pesos y que "esa cuenta nunca dio. No obstante, la recaudación no varió. Hay mucha gente que da un peso cubano porque quiere, pero la mayoría paga con 40 centavos que es lo que exige la ley.
"Son los menos los días en que uno puede quedarse con unos pesitos de lo que recaudamos, pero los cubanos nos conformamos con poco. Como los trabajos están tan malos, uno escapa con 50 pesos para comprar merienda y cigarros. Pero si al final del día nos falta dinero recaudado tenemos que ponerlo de nuestro bolsillo o dejar que nos sancionen quitándonos una cuarta parte del salario o mandándonos para la casa sin empleo ni sueldo una semana", lamenta.
Asimismo agrega el chofer del P12 Regino: "Nosotros nos vamos para dondequiera. Hasta hace un tiempo llegaban directivos de la Empresa Transmetro buscando choferes y se iban a trabajar con ellos cuatro o cinco. ¿Qué hicieron entonces los de Metrobus, que son los que dirigen el transporte público? Le prohibieron a los de Transmetro venir a buscar choferes aquí. A veces hasta se dice que hay carros de baja técnica por tal de no hacer público que lo que no hay son choferes".
Recientemente el propio presidente de la Asamblea Provincial del Poder Popular de La Habana, Reynaldo García Zapata, reconoció que dado el déficit de ómnibus no es posible cumplir con la programación de viajes, por lo cual hoy se están dejando de transportar diariamente unos 227.000 pasajeros al día en la capital.
No obstante, llama la atención que tal afectación no responde a la falta de petróleo. En palabras de García Zapata, se debe a la carencia de ómnibus, problemas organizativos y de indisciplina laboral y tecnológica, y el déficit de choferes, directivos y técnicos en diferentes terminales.
A tenor con Enrique, quien manejaba una de las llamadas Rutas Alimentadoras del Transporte Público en La Habana, desde hace unos meses se está tratando de convertir a algunas terminales de ómnibus en cooperativas (ya funcionan así las de Santa Amalia y Guanabo) y para eso se han estado haciendo experimentos.
Los cambios que se aproximan subirán la recaudación diaria a 834 pesos, cantidad que hay que depositar antes de salir con la guagua, y pondrá el chofer a hacerse cargo hasta de fregar el carro.
"Eso provocó que se fueran muchos choferes, sobre todo jóvenes. A mí mismo me hablaron de eso y me fui para mi casa. Hubo choferes que llevaban 25 años con guagua fija que no estuvieron de acuerdo con entregar tanto dinero, pero no se fueron".
"A esos que no apoyaron el cambio y que se ganaron con años trabajando el derecho a escoger los mejores horarios, los dejaron sin derecho a elegir carro ni salida. Algunos prefirieron incluso que los ubicaran en el taller para no tener que manejar por la tarde", destaca Enrique, de 40 años.
Según resalta Onelio, quien maneja en el municipio capitalino de Boyeros, "los viejos que estamos por retirarnos no vamos a irnos a ninguna parte. Ponerse a buscar otro trabajo es difícil y ninguno de nosotros está para desgraciarse la vida como chofer de rastra ni para manejar un almendrón. Aquí por lo menos nos dan dos camisas, un pantalón y un par de zapatos de uniforme una vez al año, aunque no haya estímulo ni con el salario".
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