Un viejo fantasma de los años más duros del Período Especial regresa a la cotidianidad del hogar santiaguero, donde vuelve a ser necesario limpiar las casas con viejas prendas de vestir, ante la ausencia desde hace meses de frazadas de piso en la red de tiendas de la ciudad.
“No hay colchas de trapear hace meses, ni en CUP ni en CUC, simplemente no hay en ningún lugar”, es el criterio que hoy salta de boca en boca, más incluso que la famosa polémica de la aprobación del matrimonio igualitario y la reforma constitucional.
“Hace al menos cuatro meses que no hay colchas de trapear, la última que usé era porque la tenía guardada. No me hace ninguna gracia volver a tener que usar ropas viejas, secan mal y hace que esa labor sea más difícil de lo que es, pero además es como retroceder, es como echar para atrás, me trae malos recuerdos, unos muy desagradables”, opina una santiaguera.
No me hace ninguna gracia volver a tener que usar ropas viejas, secan mal y hace que esa labor sea más difícil de lo que es, pero además es como retroceder, es como echar para atrás, me trae malos recuerdos
Lo peor, para muchos, es que no dan ni una explicación ni nadie sabe nada.
“En La Habana hay, tengo una hermana que vive allá y me trajo hace poco, no sé si aún habrá, pero hace poco tiempo las compró, pero esas cosas deberían de decirlas en algún lugar, creo yo”, asegura.
En la memoria de muchos están los desagradables recuerdos del período especial, y de forma muy significativa las carencias de artículos de limpieza, higiene personal y comida, que pusieron a prueba lo mejor de la famosa inventiva del cubano para buscar soluciones.
Una de ellas fue usar viejos pulóvers como frazadas de piso, que fue la solución más popular y eficiente, aunque también se emplearon toallas; más idóneas pero “había tan pocas que cuando desechabas una toalla ya casi ni tenía felpa”, comenta Mariana.
Jocosamente esta santiaguera recuerda que sus pulóver preferidos eran los de algodón, no así los de poliéster, porque los primeros “eran los que se desbembaban cuando los lavabas mucho, pero eran muy buenos para absorber el agua y secar el piso, lo negativo es que no duraban mucho. En esa época era difícil que alguien tuviera en casa un pulóver viejo, todos tenían el mismo final: trapos y colchas. Bueno es que en esa época tampoco había gente con muchos pulóvers tampoco”.
El viejo recuerdo de “vestir el trapeador” era una imagen casi de espanto que nadie pensaba tener que revivir, hecho que sucede en la actualidad y que muchos esperanzados esperan sea algo temporal.
Además de limpiar con viejas prendas de vestir, entre los recuerdos de los cubanos deambulan otros bastante estresantes, como comer picadillo de cáscara de plátano, usar periódicos como papel sanitario y sábanas como almohadillas sanitarias.
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