El presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, tiene más adversarios internos que externos y los periodistas parecen decididos a aguarle cuantas apariciones protagoniza por más que se empeñe en 'retuitear' los titulares de la prensa nacional, que parecen escritos por Cástor Vispo, gallego creador y guionista de La Tremenda Corte.
Granma, órgano oficial del Partido Comunista, no tiene mejor ocurrencia que publicar una foto del mandatario vestido con una camisa Lacoste –símbolo del lujo informal en el mundo- y con el siguiente titular: “Frente a los problemas, sensibilidad”.
La instantánea corresponde a una visita de Díaz-Canel a Batabanó, sur habanero, afectado por las bandas de alimentación –término de mágica resonancia en la Isla- de un ciclón reciente que, como otros, solo desnuda la pobreza construida por el castrismo en tantos años batallando con las ideas.
Obviamente, que el presidente se ponga una camisa de marca no es culpa de Granma, pero Díaz-Canel debería evitar esos dislates cuando visite zonas y gentes jodidas por el cuidadoso deterioro infligido por el régimen que lo encumbró.
Un vistazo a la web de Lacoste revela que sus camisas van desde 85 hasta 175 euros (98 a 202 dólares), precios asumibles en sociedades de consumo, pero prohibitivos para la mayoría de los cubanos; aunque habría que saber si la prenda que llevaba puesta el presidente es original, falsificada o reciclada, como le gusta a la First Lady.
Una Cuba democrática y próspera vería con agrado que su presidente vistiera con marcas reconocidas, pero una Cuba dictatorial y pobre ve estas poses como una bofetada de aquellos que han hecho del discurso de la pobreza su liturgia favorita.
Si a la camisa, le sumamos el desafortunado titular de Granma, estaríamos ante un guión de La Tremenda Corte, el programa de humor más popular en esa otra España que es Iberoamérica, donde Leopoldo Fernández, más conocido como Tres Patines, sigue siendo un auténtico ídolo.
Y no se rían, que cuando uno revisa el flamante twitter presidencial, ve que ha reproducido un titular de Trabajadores: “Audiencia Pública”, que va sobre el embargo norteamericano, cantaleta habitual del tardocastrismo, pero que recuerda el arranque del mítico programa: Audiencia Pública, el tremendo juez, de La Tremenda Corte va a resolver un tremendo caso.
El descuido presidencial, que denota escasa sensibilidad y falta de picardía política, ha quedado retratado por Granma, que cuenta con la ventaja de que solo lo leemos unos pocos, pero su directora y demás responsables deberían evitar titulares tan contrarrevolucionarios, por zafios y evidentes.
Hablar de sensibilidad, cuando las fuerzas represivas están reprimiendo a los ejecutores del Proyecto Tondique, que da de comer a los desamparados en Matanzas, o cuando Núñez Magdariaga ya padece fallos orgánicos como consecuencia de una dilatada huelga de hambre como protesta porque considera injusto su encarcelamiento, es una puñalada en el alma cubana.
Pero ya avisó Ramiro Valdés en una reciente entrevista con Arleen Rodríguez Derivet: es que todavía no lo conocen, referido a Miguel Díaz-Canel Bermúdez, al que elogió. Recordado queda; mientras lo vamos conociendo, sería deseable que el presidente evite mezclar sensibilidades como la pobreza impuesta con camisas de lujo, sobre todo, cuando la nueva Constitución que perpetran, se autoproclama de Martí, aquel que, con los pobres, quiso su suerte echar.
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