A un año del paso del huracán Irma por la costa norte de Cuba, y cuatro meses después de las inundaciones provocadas por la tormenta Alberto en el centro del país, todavía es un verdadero lujo comer huevos en Villa Clara.
Desde el pasado 7 de junio el consejo de la administración en la provincia adoptó ciertas disposiciones que regulan la venta y fijan topes de precios a más de 40 productos alimenticios.
La medida tiene como objetivo evitar el acaparamiento y la especulación por parte de los oportunistas, ante la grave situación alimentaria que se originó en el territorio más central del país. Una verdadera emergencia que precisó, incluso, el envío de alimentos desde otras provincias cubanas, y que hasta el propio presidente Miguel Díaz-Canel se viera obligado a autorizar la venta de dos libras de papas per cápita en su tierra natal.
Si bien el territorio se ha ido recuperando lentamente, y en la gran mayoría de los casos esas disposiciones han ido rescindiendo de manera informal, otras aún se cumplen de manera estricta en las diferentes entidades del comercio y puntos de venta. Ese es el caso puntual del huevo, que sigue ausente de la mesa del villaclareño.
Tras el paso de Irma quedaron afectadas 614 naves de gallinas ponedoras en todo el país, y de ellas 126 se encontraban en Villa Clara, lo que provocó la considerable escasez de un producto que ya de antemano brillaba por su ausencia en los mercados villaclareños.
Frente a tal situación el consejo de la administración provincial dispuso regresar a la venta normada mediante la libreta de abastecimiento, de manera similar a como se desarrollaba antes de que el producto pasara a la venta liberada en todo el país.
“Si vives en Santa Clara solo tienes derecho a comerte 7 huevos en el mes, y si eres de otro municipio solo te tocan 5”, explica Moraima, dependienta de una bodega ubicada en la barriada de El Condado, la más populosa de la ciudad.
Ella, como muchos otros, se muestra en desacuerdo con la medida y piensa que es hora de dar la voz de mando para la posición anterior: “Son muchas las personas que me piden de favor que les venda unos cuantos huevos más, porque los asignados no les alcanzan. Porque la vida está muy dura para conseguir un plato fuerte todos los días, y si te comes un huevo diario ¿qué comes los 23 días restantes del mes?”, argumenta ella.
Son muchas las personas que me piden de favor que les venda unos cuantos huevos más, porque los asignados no les alcanzan
Sin embargo, otros como Mercedes defienden la idea de que se mantengan regulados los huevos por la libreta: “Antes del ciclón hacía rato ya que yo no podía comerme un huevo, porque como estaban liberados la gente se mataba para comprarlos en los mercados de la ciudad. Algunos se los llevaban varios cartones de huevos mientras que otros nos quedábamos con la boca abierta”, recuerda esta jubilada de 68 años de edad residente en La Vigía.
Y le asiste toda la razón, pues desde el momento mismo en que se decidió liberar la venta de huevos en todo el país, fueron muchos los villaclareños que dejaron de acceder a ese alimento básico. Las asignaciones al mercado interno siempre fueron insuficientes para satisfacer la demanda del pueblo, pues ante la incumplida promesa gubernamental de crear un mercado mayorista, los trabajadores por cuenta propia se vieron obligados a comprar en los mismos puntos de venta todo el huevo que demandaban sus incipientes negocios.
Se trata de una cifra nada despreciable, si se toma en cuenta que después de la capital del país Villa Clara es la segunda provincia con mayor número de patentes aprobadas para la elaboración y venta de alimentos dentro del sector no estatal, y una buena parte de los dulces que se manufacturan requieren de harina de trigo, azúcar y huevos.
Es por ello que algunos como Mercedes prefieren tener algo que nada: “Yo digo que debieran dejar los huevos por la libreta y a la vez vender también por la libre en La Ferrolana —se refiere al principal mercado no agropecuario de la ciudad—. Porque hijo, no está bien que algunos compren cientos de huevos para hacer dulces mientras otros nos morimos de hambre”, explica ella con un tono lastimoso.
No está bien que algunos compren cientos de huevos para hacer dulces mientras otros nos morimos de hambre
Hoy no existe un solo lugar de la provincia donde se puedan comprar huevos por la libre, y ni siquiera se expenden en las tiendas recaudadoras de divisas como en algún momento ocurrió, recuerda José Manuel, dependiente de una paladar santaclareña: “Van a tener que hacer trabajo político e ideológico con las gallinas, porque la verdad es que parte el alma que 60 años después todavía nos regulen la cantidad de huevos que nos podemos comer”, concluye.
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