Brasil elige de presidente a Jair Bolsonaro, el hombre que prometió sacar a los médicos cubanos de su país

El triunfo del ultraderechista, que recibió cerca del 55,5 % de los votos este domingo frente al 44,5 % alcanzado por el socialista Fernando Haddad, dejó claramente a la región inclinada a la derecha.

Jair Bolsonaro © Wikimedia Commons
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Este artículo es de hace 6 años

La elección del ultraderechista Jair Bolsonaro hoy como presidente de Brasil prácticamente completó el giro hacia la derecha comenzado hace poco por América Latina, región en que la izquierda era hegemónica hace una década y en la que Venezuela, Nicaragua, Cuba y Bolivia han quedado aisladas.

El triunfo del ultraderechista, que recibió cerca del 55,5 % de los votos este domingo frente al 44,5 % alcanzado por el socialista Fernando Haddad, dejó claramente a la región inclinada a la derecha por el peso y la influencia de Brasil en Sudamérica, de la que representa prácticamente la mitad tanto en población y territorio como en PIB.


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Las últimas nueve elecciones presidenciales en América Latina fueron vencidas por candidatos liberales identificados con la derecha (Argentina, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador, Honduras, Paraguay y Perú), con la única excepción del izquierdista Andrés Manuel López Obrador, que ganó en julio en México.

Hace exactamente once años, en noviembre de 2007 y en pleno auge de la izquierda en la región, la Cumbre Iberoamericana de Santiago reunió a líderes emblemáticos como Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Hugo Chávez (Venezuela), Evo Morales (Bolivia), Cristina Fernández (Argentina), Michelle Bachelet (Chile), Rafael Correa (Ecuador), Alan García (Perú), Tabaré Vazquez (Uruguay), José Manuel Zelaya (Honduras) y Daniel Ortega (Nicaragua).

A la cita faltó Fidel Castro (Cuba) y el único que contrastó en medio de la elite izquierdista fue el colombiano Álvaro Uribe.

El giro de América Latina hacia la derecha comenzó en noviembre de 2015 con la victoria de Mauricio Macri en su disputa con el Partido Justicialista de la entonces presidenta Cristina Fernández.

En febrero de 2017 los ecuatorianos eligieron presidente a Lenín Moreno, que, pese a ser ahijado de Rafael Correa, se distanció de las políticas del izquierdista, con quien rompió, se alió a la derecha y hasta se aproximó a Estados Unidos.

En noviembre de 2017, la victoria del conservador Sebastián Piñera en Chile puso fin al liderazgo de Bachelet.

En febrero de este año Costa Rica optó por el oficialista Carlos Alvarado y Honduras por el conservador Juan Orlando Hernández.

El igualmente conservador Mario Abdo Benítez, hijo del secretario particular del dictador Alfredo Stroessner, asumió la presidencia de Paraguay en abril y el colombiano Iván Duque, apadrinado por el derechista Álvaro Uribe, asumió en agosto la jefatura de Estado en el segundo país más poblado de Suramérica tras imponerse en segunda vuelta al izquierdista Gustavo Petro.

Perú es gobernado desde marzo por Martín Vizcarra, un político independiente de ideas conservadoras y que fue escogido para concluir el mandato del empresario liberal Pedro Pablo Kuczynski, destituido por un escándalo de corrupción.

Según analistas consultados por Efe, la ola conservadora llegó a América Latina precedida por una grave crisis económica en varios de sus países provocada por la caída de los precios de las materias primas, principal pauta de exportación, y por los escándalos de corrupción protagonizados por varios gobernantes de izquierda.

Con la crisis se erosionó el apoyo que tuvieron los gobiernos de izquierda durante la bonanza económica.

En el nuevo contexto, Venezuela se quedó prácticamente aislada y ahora puede sufrir la presión de sus dos principales vecinos.

"Bolsonaro puede, así como lo hizo Iván Duque, abandonar la Unasur (Unión de Naciones Sudamericanas) por considerarla defensora de Venezuela, y juntarse a Duque para presionar medidas más fuertes contra el Gobierno de (Nicolás) Maduro", dijo a Efe la analista Andrea Hoffman, investigadora de la Pontificia Universidad Católica.

Bolsonaro tiene en común con estos presidentes su opción por una política económica claramente liberal, su fuerte discurso contra la corrupción y el respaldo que recibió de los grupos evangélicos, pero se distingue por sus posiciones más radicales, como la defensa de la dictadura militar que gobernó Brasil entre 1964 y 1985 y sus declaraciones de tinte machista, racista y homófobo.

Pese a ello sus vecinos conservadores comenzaron a aproximarse al capitán de la reserva del Ejército incluso antes de su victoria este domingo, dada la importancia económica de Brasil para muchos de los países de la región.

Bolsonaro, que prometió profundizar las relaciones de Brasil con los países de la región "libres de dictaduras", conversó en la última semana telefónicamente con Macri y Benítez, cuyos países son altamente dependientes de la economía brasileña.

Igualmente recibió elogios de Piñeira por sus ideas liberales y se reunió en Río de Janeiro con senadores de partidos derechistas que forman parte de la coalición oficialista en Chile.

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