Este absurdo no es cosa de un día, sino que ha sido la norma durante las últimas semanas: En el policlínico Octavio de la Concepción y la Pedraja del municipio villaclarteño de Camajuaní, cortan durante dos horas el servicio eléctrico en los momentos de mayor consumo energético para ahorrar la electricidad.
Como es de esperar la medida genera incomprensión y disgustos entre los pacientes y el propio personal, al verse afectados servicios priorizados dentro de la unidad asistencial. Según un extenso reportaje difundido por la estación radial CMHW, la situación ha sido particularmente compleja durante el último mes, pues a las consabidas irregularidades que presentó el sistema electroenergético nacional, se suman los cortes programados del fluido, para dar cumplimiento a la política de ahorro energético de esa unidad sanitaria.
En esos casos se pone en marcha un grupo electrógeno que funciona con diésel y que, según Nelson Pérez Arzola, administrador del policlínico, está concebido solo para servicios de urgencia, pues ese equipo no solventa la demanda total de energía del policlínico, y se quedan sin fluido varias consultas, laboratorios y hasta sillones estomatológicos.
Cada vez que se produce el “corte ahorrador” en el policlínico de Camajuaní —un municipio con más de 65 mil habitantes—, quedan inhabilitadas por dos horas las consultas de la planta alta, entre las que se incluyen estomatología, alergología y optometría. Pero también las oficinas administrativas, el laboratorio clínico y la cámara de rayos X.
Precisamente Orelvis Canora Hernández, jefe de departamento del laboratorio clínico explicó por medio de la radio santaclareña que la política de ahorro durante el horario de mayor consumo energético entorpece el desempeño de un área que resulta imprescindible dentro de los servicios de urgencia que ofrece el centro.
Según sus propias palabras se ven interrumpidos los test de hematología, como por ejemplo la realización de leucogramas, que constituyen un método básico de diagnóstico en cualquier unidad asistencial.
“Pero los pacientes no se van sin ser atendidos, porque les pedimos que esperen a que concluyan las dos horas de ahorro de energía. Tenemos que clasificar lo que puede esperar y lo que no amerita esperar; y si la urgencia es urgente se ve a la administración y al jefe de turno y se le pide que coloque la corriente. Sino, cuando se restablezca el servicio se les realizan los exámenes complementarios”, explicó el especialista en la radio.
Por su parte Yainet Aguilar López, licenciada en optometría y óptica argumentó que su consulta figura entre las más afectadas con la suspensión del fluido: “¿Por qué? no sé. Lo hemos planteado varias veces y nada. Si esta consulta no tiene fluido no podemos utilizar ninguno de los equipos, y entonces nos vemos afectados los trabajadores y sobre todo los pacientes”, explica la joven.
Si bien el mayor malestar se percibe entre los pacientes, los trabajadores también sufren de este sinsentido pues, según se explicó mediante la CMHW, algunos especialistas abandonan sus consultas entrada la noche, y alumbrándose con celulares entre los pasillos y escaleras en penumbras.
Sería sensato preguntarse hasta qué punto se ahorra energía eléctrica en una unidad hospitalaria cuando se interrumpen servicios vitales para el desempeño del centro y para la atención de los pacientes.
¿Podría hablarse de ahorro cuando se maltrata a un enfermo? Pero incluso, habría que preguntarse hasta qué punto se percibe un ahorro de energía al desconectar este policlínico del sistema nacional, si luego se pone en funcionamiento un grupo electrógeno que trabaja con diésel.
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