El Ballet Nacional de Cuba invitó al reciente XXVI Festival Internacional de Ballet de La Habana a destacados bailarines que habían abandonado el país en los últimos años.
La decisión marca el fin de las prohibiciones que impedía el regreso artístico de destacadas figuras de la danza, que han reencauzado su vida profesional fuera de Cuba.
Uno de los casos más destacados ―citado por la Agencia AP― ha sido el de Rolando Sarabia, quien en 2005 se radicó en Estados Unidos y que llevaba casi 14 años sin presentarse en Cuba.
En sus redes sociales, Sarabia, que interpretó en La Habana el personaje de Albrecht en el icónico ballet Gisselle, se ha mostrado especialmente conmovido por su regreso.
El Festival supuso también el regreso del hermano de Rolando, Daniel Sarabia, y de otros renombrados bailarines de la Isla, como Taras Domitro, Marizé Fumero y Carlos Quenedit, este último ahora al frente del Ballet de Houston.
“Felicidad, felicidad. No tengo palabras”, dijo Daniel Sarabia a la citada agencia poco después de su actuación en el Festival.
“Esto es algo muy grande, se han reunido aquí estrellas del mundo entero, pero más importante, los que nos fuimos…Este es mi público, mi público cubano”, añadió.
Taras Domitro, por su parte, que abandonó el BNC durante una gira por Canadá en el año 2007 y que cruzó la frontera con Estados Unidos, considera que ha sido “un honor” volver a bailar en Cuba.
“Esta es la ruta correcta, estamos hablando de arte de ballet, no tenemos que ver con la política”, añadió.
Algunos bailarines emigrados regresaron a la Isla también a dar clases, como Lorna Feijó.
En su momento Alicia Alonso, fundadora del Ballet Nacional de Cuba y directora de la compañía a sus 96 años, dirigió duras palabras a los jóvenes bailarines que abandonaban el país o que dejaban plantadas las presentaciones cuando salían al extranjero. Incluso los comparó con “papalotes” que se iban a volar sin cordel.
La invitación a los bailarines emigrados a la más reciente edición del Festival Internacional de Ballet habría comenzado a gestarse hace un par de años, según funcionarios anónimos citados por AP. Algunos de ellos habrían firmado, incluso, una carta solicitando volver a los escenarios cubanos.
El gesto ha sido visto por medios y agencias internacionales como un paso más en la política de “reconciliación” entre las autoridades de la Isla y sus emigrados. También hay quienes consideran que este gesto debió llegar hace muchos años, o mejor aún, que el veto no debió existir jamás.
Durante décadas, artistas de las más diversas esferas y deportistas quedaron marginados y completamente silenciados cuando decidían emigrar.
Sin embargo, en parte debido al elevado volumen de abandonos, y por la cicatrización de la herida política, el Gobierno se ha ido viendo obligado a pasar página, y a asimilar el retorno de los emigrados ilustres.
Cuba eliminó el requisito de permiso de salida del país para sus ciudadanos en el año 2013. Desde entonces, la reforma migratoria desató un flujo de viajes con decenas miles de personas que salen anualmente conservando sus derechos, siempre que regresen al país cada menos de dos años.
Desde 2013, unos 40 mil cubanos han solicitado su repatriación, según cifras del Gobierno, mientras instituciones culturales y deportivas oficiales comenzaron a abrir sus puertas a muchas personalidades que se habían ido.
Músicos como Issac Delgado, Pancho Céspedes o Decemer Bueno regresaron a vivir o a actuar en Cuba. Especialmente notorio ha sido el caso de Raúl Torres, convertido incluso en Diputado de la Asamblea Nacional.
No obstante, la relación de las autoridades cubanas con muchos de sus residentes en el extranjero “sigue siendo tensa y dolorosa en muchos casos, especialmente para las familias que abandonaron el país durante en los momentos más duros de la Revolución”, recuerda la Agencia AP.
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