La deprimida economía cubana se resiste a liberar al sector privado de las obsoletas trabas que hasta hoy ni siquiera le ofrecen acceso a un mercado mayorista o la posibilidad de importar materias primas y equipamiento para la expansión de sus negocios. Sin embargo, el Estado cubano aprovecha la liquidez de divisas que generan los trabajadores no estatales para sobrevivir a la crisis.
De acuerdo con el Havana Consulting Group, en 2017 más de 48.000 cubanos salieron de compras al exterior como promedio 11,5 veces. No obstante, al decir de Jorge Luis, propietario de un restaurante en La Habana, “hay que inventar mecanismos más flexibles y permitir determinadas formas de importación a las personas naturales, especialmente a los cuentapropistas que mueven con fuerza la economía y le resuelven un montón de necesidades a los cubanos".
“A pesar de las muchas restricciones que se le han impuesto al trabajo por cuenta propia, estamos demostrando que somos fuertes. Los trabajadores privados hemos establecido pequeñas y medianas empresas que son mucho más eficientes y prósperas que las del Estado. Para nadie es un secreto que montones de cubanos estamos importando productos para revenderlos, a pesar de que la ley no nos da ni siquiera la posibilidad de obtener una licencia para comercializar esos productos por cuenta propia”, explica el también ingeniero civil.
Según la citada consultora, el éxodo de cuentapropistas y la fuga de capital, que ronda los 2.390 millones de dólares (nueve veces más que el capital extranjero invertido en la Zona Especial de Desarrollo Mariel y el equivalente a lo que el gobierno cubano pretende atraer anualmente por concepto de inversión extranjera), solo se podrán frenar con “un cambio radical de mentalidad y de leyes que permitan y estimulen el desarrollo del sector privado”.
Desde la óptica de la agente de Telecomunicaciones Yeny, “dejar que los cuentapropistas importemos cuanto queramos sería una de las medidas que nos ayudarían a salir del atolladero en el que vivimos. Que le permitan al cuentapropista buscar su propio mercado en el exterior y correr con los gastos de importación, aunque quiera traer un barco lleno de mercancías. Esa sería una forma de descentralizar la economía del país y de quitarle preocupaciones al Estado".
“¿Qué pasará si se supone que ahora los cuentapropistas irán a Panamá expresamente para hacer compras, pero Cuba les impide la importación con carácter comercial? Esa prohibición no tiene sentido, siempre y cuando se abonen los impuestos correspondientes. En Panamá han abierto una puerta para los cuentapropistas, pero nuestro país no lo ha hecho. Ya se eliminó la prohibición de los cubanos a viajar, a usar celular, a comprar y vender autos, teléfonos, casas, etc.”, refiere la joven de 26 años.
Por otra parte, el taxista particular Alejandro considera que “hay mucha gente haciéndose falsas ilusiones porque compraremos mucho, pero seguiremos pudiendo entrar la misma cantidad de mercancía y bajo los mismos patrones. ¿Cambiará la Aduana de la República sus reglas o se aprovechará de la situación para hacer más decomisos? Dudo que sean más suaves con nosotros. A mi juicio la más reciente medida del gobierno panameño ha puesto aún más en evidencia las prohibiciones internas, que frenan nuestro desarrollo más que el bloqueo norteamericano".
“Hoy es más rentable comprar cualquier cosa en otro lugar, da lo mismo si es Haití o Estados Unidos, pagando la visa, el alojamiento, la alimentación, el impuesto aduanal, etc., que comprar algo en las tiendas aquí. Deberían dejar que los cubanos hiciéramos nuestras propias grandes empresas. Claro, ese tipo de permisiones no les conviene porque sería la manera de iniciar un proceso para desbancar al Estado y desarrollar una política económica que permita la libre empresa, que reconozca la propiedad privada y que debilite el monopolio estatal cubano”, destaca el chofer de 39 años, que ha viajado una vez a Guyana, tres a Panamá y cinco a México.
“El motivo real de la ineficiencia económica de este país, está en el miedo a que exista poder económico porque el mismo puede traducirse en poder político. ¿Es malo tener empresarios que produzcan o generen puestos de trabajo? ¿O que exista competencia y que el país se desarrolle? ¿Acaso esos empresarios no serían cubanos y con derechos a ser elegidos como dice la Constitución? ¿O es que solo unos cuantos designados y no elegidos pueden ser los dueños de este país?”, inquiere un forista en el sitio web Cubadebate.
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