La Cigua es un molusco cuyo nombre científico es Cittarium pica, y es bastante común en las zonas costeras de Cuba, también en el resto del Caribe. Digo bastante porque desde tiempos inmemoriales ha existido, con registros de su uso en la etapa precolombina, sin embargo, hoy los investigadores consideran que está en peligro de extinción en varias naciones.
Pero este es un detalle que no les importa a las familias que viven en la zona costera del municipio de Guamá, en Santiago de Cuba. No es que sean ellos personas insensibles a quienes poco interese el devenir de la humanidad y del planeta, aunque para ser sinceros tampoco es que sean muy pro ambientalistas. De hecho, difícilmente ellos sepan qué significa este movimiento ecologista o cómo podrían actuar en beneficio de la naturaleza.
El tema está en que la Cigua es un molusco que se encuentra en la costa y el lecho rocosos de este lugar, a muy pocos metros de la orilla, por lo que es fácil acceder a él. También es una fuente barata y accesible de proteínas, y por demás, tiene ganada la fama de ser un alimento afrodisiaco, que se vende bastante fácil entre personas que persiguen sus «mágicos efectos». De él se obtiene, también, un picadillo de sabor bastante singular, como los mariscos, pero muy agradable a la vez.
Entonces, ¿cómo decirle a una persona que lucha cada día con el transporte, con la falta de agua, y una larga lista de privaciones, que no coja, casi en su propio patio, unos caracoles que le sirven de alimentos igual que de fuente de ingreso? Obviamente la pregunta es casi retórica.
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“Las personas de la zona lo consumen, algunos más que otros, pero sí se come bastante, pero no como en los duros años del período especial, cuando había que ir al mar a buscar comida, carne sobre todo, pues la cosa estaba dura. Hoy quienes comen cigua es porque realmente les gusta el sabor, aunque también se come por necesidad. Yo jamás he escuchado que sea afrodisiaco, pero tampoco lo dudo, el mar y sus frutos tienen sus misterios”, comenta una lugareña de la zona de Caletón Blanco, en el municipio de Guamá.
Su captura está prohibida, seguramente por estar en peligro de extinción. Aunque este hecho no ha impedido que se siga extrayendo y, sobre todo, que continúe siendo consumido en numerosos hogares.
“A mí nunca nadie me ha dicho que está prohibido cogerlos. En la playa cercana de mi casa los cojo cada vez que tengo ganas de comer cigua. Me gusta sobre todo en picadillo, pero también en arroz y en sopa, aunque hay quien hasta hace espaguetis con ellos”, comenta un viejo pescador.
El propio hecho de estar prohibida su captura y comercialización, además de que no es tan conocida la cigua entre los turistas extranjeros, contrario a lo que ha pasado con el caro en Santiago de Cuba, ha hecho que el molusco no haya llegado a las numerosas paladares y casas de alquiler que a ritmo acelerado han aparecido en la zona cercana a Caletón Blanco, en el municipio costero de Guamá.
“Ciertamente no me atrevo a venderlo, promocionarlo ni a ofrecerlo a los turistas. ¿Te imaginas que pase algo con algún turista, que le caiga mal o algo parecido? Ni loca. Una sola vez un turista me preguntó. Le expliqué y aun así quería comerlo. Le presenté las personas correctas y si lo comió o no, no sé. Pero yo, en mi casa, no lo sirvo. Y te voy a decir algo, la gente no lo vende en las «paladares» de por aquí, pero los pescadores o los que se dedican a recolectar esos caracoles, sí reciben pedidos de personas de la ciudad. Existen algunos que les gusta”, comenta la dueña de una casa de alquiler.
Recolectar cigua es una actividad que puedenhacer por igual hombres y mujeres, incluso los adolescentes y hasta los niños. Siempre que la marea está baja, preferentemente en el horario de la mañana, bien temprano, y con solo la ayuda de un pequeño cuchillo o pieza metálica que permita desprender el molusco de la roca, es suficiente.
Los más diestros llegan a obtener en una jornada hasta medio saco de moluscos, entre caracoles grandes, medianos y pequeños también. Todos sirven. Los más entregados, incluso, los capturan cuando la marea está alta, y una careta es suficiente pues no hay que sumergirse mucho.
Medio saco es aproximadamente unas ocho libras. Y a 20 pesos cada una, son 160 pesos, en un día no está nada mal. Aunque no se puede desestimar que esta es una captura que está prohibida. Sin embargo, hablar de la cigua y venderla, no es la gran cosa por estos lares. A diferencia de otros alimentos, este no es de los que se comercializa entre susurros.
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