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A BORDO DEL USNS COMFORT, 28 nov (Reuters) - La pequeña Emily está acurrucada en un rincón de una cama, aún bajo los efectos de la anestesia. Su madre la vigila, balanceándose ligeramente cuando el barco hospital se mueve en el Mar Caribe en la costa del norte de Colombia.
Los padres de Emily, de tres años, han pasado meses buscando la forma de quitarle una gran masa de su párpado derecho, pero la escasez de alimentos y medicamentos los obligó a emigrar por tierra desde Venezuela para buscar tratamiento, en medio del colapso del sistema de salud de su país.
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Los cirujanos de la Armada de Estados Unidos completaron el procedimiento en solo 30 minutos a bordo del USNS Comfort, que está haciendo su penúltima parada en una gira por América Latina.
"Allá no logramos operarla y llegamos hasta acá para tratar de conseguirlo", dijo Rubileth Parra, la madre de Emily de 24 años. "La operación era muy importante ya que afectaba mucho su carita".
Emily es una de las miles de pacientes que reciben atención médica durante la parada del Comfort cerca de la ciudad de Riohacha, en el árido departamento de La Guajira, en el norte de Colombia.
El barco, que también pasó por Perú y Ecuador, atendió a más de 5.400 pacientes durante cinco días en Turbo, una ciudad colombiana cerca de la selvática frontera con Panamá, incluyendo 131 cirugías. En Riohacha asistirá a unos 2.500 pacientes.
Si bien la mayoría de los pacientes son colombianos, algunos son inmigrantes venezolanos que han huido de una crisis económica a través de la frontera, donde el hambre y las enfermedades prevenibles están aumentando.
Unos 3 millones de personas abandonaron Venezuela en los últimos años y más de 1 millón llegaron a Colombia, cuyo Gobierno ha gastado millones de dólares para atenderlos, incluso en un campamento de migrantes en la capital, Bogotá.
OPERACIONES EN EL MAR
La Armada no tiene números exactos sobre la nacionalidad de los pacientes, preseleccionados por las autoridades locales. Cuando Reuters visitó el barco, uno de cada cinco era venezolano. La mayoría recibe atención en tierra en dos clínicas instaladas en escuelas, pero los que necesitan operaciones son llevados en helicóptero a la nave.
Lainer Sivira, de 29 años, superó su primer vuelo en helicóptero acunando a su hijo Enderson de tres años, quien necesita una operación de hernia. "Alegre porque jamás tendría el dinero para que lo operen", relató.
Las cirugías de hernias, junto con las operaciones odontológicas y de cataratas, son los procedimientos más comunes que se realizan a bordo, ya que los pacientes generalmente requieren un seguimiento mínimo y pueden tener un gran impacto económico, permitiendo que las personas que alguna vez estuvieron incapacitadas regresen al trabajo.
"Hay un efecto dominó", dijo el capitán Kevin Buckley, quien administra la atención médica de la misión. "Solo estamos aquí por cinco días, así que queremos asegurarnos de tener un impacto en la vida de las personas".
En un quirófano, un anciano es sometido a una operación de hernia, en la que tres médicos cosen una inserción de malla en su pared abdominal. El paciente comienza a despertarse por el fin del efecto de la anestesia general, pero un traductor le asegura que el procedimiento está casi terminado.
Karol Salinas, de 26 años y quien vive en Riohacha, está nerviosa antes de que le extraigan las muelas cordales superiores. "Yo estoy consciente que me tienen que partir bastante, pero estoy dispuesta porque lo que necesito que me las saquen", afirmó.
Unos minutos más tarde, la llevaron a la sala de operaciones, y mostraba una sonrisa nerviosa cuando las puertas se cerraron detrás de ella.
Reporte Julia Cobb. Escrito por Luis Jaime Acosta, editado por Javier Leira.
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