Rolando (nombre ficticio) tiene 50 años y lleva 24 de taxista en La Habana. Como muchos otros cuentapropistas de la capital cubana está muy disgustado con el "reordenamiento" del transporte que, mucho se teme, se convertirá en norma rígida en Cuba a partir del próximo 7 de diciembre, cuando entren en vigor las nuevas regulaciones del trabajo por cuenta propia.
Ahora mismo su carro está parado porque la Policía le retiró los papeles. "Soy botero desde el 94 y esto está más malo que en el Período Especial", explica por teléfono a CiberCuba.
Durante la crisis de los 90 en La Habana, insiste, los taxistas particulares tuvieron menos presión que la que están sufriendo ahora. "Nos dejaron navegar porque estábamos resolviendo un problema de ellos. Ahora estamos estorbando y no nos quieren escuchar. Por eso queremos hacer un sindicato. Esto es un régimen: estás conmigo o coge una balsa y vete. Si Donald Trump nos quisiera del lado de allá, estábamos allí en un momento. Para donde quiera nos queremos ir los cubanos".
Rolando está al tanto de la amenaza de huelga de los taxistas de la Isla a partir del 7 de diciembre, pero asegura que la convocatoria no ha corrido como la pólvora, al menos, por La Habana. Él, por ejemplo, se enteró por un familiar que está fuera de Cuba. Por eso cree que no habrá manifestación, pero está convencido de que muchos boteros no saldrán a trabajar porque no les salen las cuentas.
"Después del día 7 habrá muy pocos carros en la calle. En el reordenamiento, que yo conozca, ninguno hemos entrado. Es engorroso todo el proceso de documentación, burocracia, ir al banco, revisión técnica, ONAT (Oficina Tributaria), tarjeta magnética..."
Se refiere a que los boteros estarán obligados a abrir una cuenta bancaria, tener una tarjeta magnética y firmar con el Gobierno un contrato de compra obligada de combustible. A cambio, el Estado les ofrece un descuento de hasta el 20% en la adquisición de piezas de repuesto que normalmente no tiene.
"La situación está bastante difícil.Todos los choferes estamos muy dolidos. Esto es mandarnos a morir de hambre con nuestras familias. Nos están retirando la chapa por cualquier detalle pequeño", se queja a CiberCuba.
"Ahora cuando nos retiremos todos, habrá un bajón en el transporte. Ellos están desde julio y agosto quitándole chapas a los carros. Si te pasa como a mí, que también me quitaron los documentos, no puedes seguir hasta que no hagas todo el proceso de nuevo. Yo no me voy a vincular a eso. A partir del 7, La Habana se paraliza porque no hay carros", dice convencido.
En todo caso, admite que hay taxistas que le han comentado su intención de continuar trabajando, pero a modo de prueba, un primer mes a ver cómo les va. Todos coinciden en que no son choferes de una guagua para ir de un lugar a otro sin salirse de la ruta.
El experimento
El reordenamiento del transporte en La Habana se puso en marcha el 8 de octubre de 2018 como "experimento". La idea del Gobierno cubano es disuadir a los 6.119 titulares particulares con licencias de operación de transporte de comprar el combustible por la izquierda. Para evitarlo ha ideado una nueva clasificación de los taxistas, que podrán trabajar ajustándose a las modalidades de en ruta, por libre o de alto confort.
En opinión de Rolando, los únicos que se quedan como estaban son los taxistas de autos clásicos, que podrán seguir moviéndose con los turistas por donde éstos quieran siempre que paguen sus 400 dólares mensuales.
Los problemas están en las otras dos modalidades."Si eliges 'en ruta' no te dejan salir de la ruta que elijas. Por ejemplo, voy de La Habana a Marianao y por el camino tú me ofreces 20 dólares para que te lleve a las playas del Este y no puedo hacerlo. Y si mi familia me llama, tengo que pedirles permiso a ellos (al Estado) para ir a recogerlos", comenta Rolando.
Pero la cosa no va mejor si se elige la modalidad de libre. "El problema es que ando libre pero tengo que recoger a las personas en sus casas y aquí en Cuba la internet no funciona tan bien como para que yo ponga un anuncio y me llamen todos los días. Además me cobran la gasolina a 1 CUC el litro y cada mes me descontarán 320 dólares del banco".
A los boteros les preocupa la letra pequeña del "experimento" ideado por el Gobierno cubano, que no sólo obliga a los transportistas a consumos máximos y mínimos sino que les exige tarifas moderadas y lo más polémico: pasar una revisión técnica que se hace cuesta arriba, sobre todo, para los almendrones, que llevan más de 60 años circulando por las calles de la Isla y que se mantienen activos gracias a la imaginación de los mecánicos.
"Aquí hay una revisión técnica que se está poniendo imposible porque estamos hablando de autos de antes del 59. Tienen muchas adaptaciones hechas por nosotros y muy bien hechas. Ellos te retiran la chapa porque el coche tiene un motor de Mercedes, las pinzas del freno de Audi, de Peugeot o de Moskvitch. Nos quieren exigir que estén más nuevos que los que existen en el país", dice.
Lo peor, añade, es que esos motores de Mercedes-Benz y Hyundai se los vendió el Estado a unos 5.000 dólares cada uno.
La solución
Además de quejarse, Rolando tiene una propuesta para desatascar el problema entre Gobierno y boteros. "La solución más práctica es que nos dejen trabajar a oferta y demanda. El Gobierno dice que el combustible que usamos es robado. Entonces, que nos lo vendan a 15 pesos y que nos dejen trabajar donde cada uno quiera, teniendo en cuenta que no nos dejan entrar en aeropuertos ni hoteles".
Un botero, añade, no se hace rico en Cuba. Los almendrones paran una media de 7 días al mes por roturas y consumen entre 300 y 400 litros de combustible, que "está tan caro que lo resolvemos en la bolsa negra. Estamos de acuerdo que no debería ser así, pero es que vale un dólar: que lo pongan a 50 centavos. Si el Estado nos diera esa ayuda, resolvería el tema del transporte en Cuba y la gente no tendría que salir a las 5:00 a.m. de la mañana de su casa para entrar a trabajar a las 8:00 a.m."
"Aquí ganamos entre lo justo y lo mediano. Una goma está ahora en estos momentos, por los cubanos que las traen de México y Panamá, a 150 dólares. Un carro lleva cuatro. Las piezas hay que importarlas. Es difícil. Uno puede ganar 800 pesos cubanos al día (30 dólares). Trabajando 24 días al mes son 700-800 dólares mensuales. Quitas los impuestos y tienes que mantener a la familia y al carro, que es lo que más cuesta. Si se te echó a perder la batería son 150 dólares. Es trabajar para arreglar y para comer. Nadie se enriquece. Estamos en una clase media. Gano más que un médico o que un abogado o un maestro en Cuba, pero yo soy técnico en Construcción Civil y prefiero ser taxista, que no trabajar en la construcción que está mal pagada".
Rolando no entiende que el Gobierno cubano les eche en cara a los boteros que le cobren 20 pesos por una carrera a un médico o un maestro que trabajan en un hospital o una escuela. "En ningún país del mundo las personas van a trabajar en taxi. Van en Metro, tranvía o guagua", se defiende.
A falta de saber qué solución encuentra (o no) el Gobierno cubano para resolver el problema del transporte público, quienes han vivido de un taxi durante años y no quieren ajustarse a las tres opciones de licencia impuestas por las autoridades de la Isla, asumen que tendrán que apañarse con la ayuda de los familiares que se han marchado del país.
"Vamos a vivir como vivimos todos los cubanos que tenemos la suerte de tener a la familia en Estados Unidos. Ellos seguirán mandádome la ayuda y yo haré algún que otro viaje particular que salga. Es muy duro y muy díficl. Esto está muy duro", concluye Rolando.
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