La Habana, 6 dic (EFE).- Para alivio y euforia de hosteleros y otros trabajadores cubanos por cuenta propia, el Gobierno de Cuba decidió a última hora no aplicar una serie de restricciones que desafiaban la continuidad de sus negocios. Queda pendiente, sin embargo, aplacar los ánimos de los taxistas que amenazan con una huelga.
"Nos tomó a todos por sorpresa, porque el viernes entraban en vigor las regulaciones", declaró a Efe en La Habana la empresaria de 29 años Marta Deus, que combina su negocio principal de contabilidad y asesoría con otro de mensajería y quien manifestó que el sector está "eufórico".
Tras meses de incertidumbre y a solo dos días de su puesta en vigor, el Gobierno cubano anunció por sorpresa el jueves que ya no se aplicará la temida restricción de una sola licencia por "cuentapropista" o trabajador autónomo.
Si la normativa prevista hubiera entrado en vigor mañana viernes, numerosos negocios privados se habrían visto obligados a devolver una de sus licencias y reformularse: una peluquería ya no podría ofrecer café y pasteles a su clientela, y un bar no tendría permitido tener una sección de venta de libros, por ejemplo.
Tampoco un cubano que alquilara una habitación de su casa podría conjugar su licencia con un permiso de transporte para pasear a los turistas en un coche de época, otra combinación habitual.
Más vale tarde que nunca, opinan muchos afectados. "Yo ya había entregado la semana anterior una de mis licencias para evitar las colas", lamenta la joven emprendedora.
Además de eliminar la norma de licencia única, el Gobierno levantó otra polémica restricción: la que limitaba a 50 asientos la capacidad de los boyantes restaurantes privados o "paladares".
"Todo el mundo está muy contento", declaró desde el anonimato el propietario de un conocido restaurante en el acomodado barrio habanero de Miramar.
Este hostelero ya se había preparado para reducir casi a la mitad el número de plazas, lo que le habría obligado a aumentar los precios y "recurrir a la creatividad" para no tener que despedir a ninguno de sus más de veinte empleados.
Cuando entren en vigor el viernes las disposiciones que regulan su actividad, los trabajadores por cuenta propia tendrán además la oportunidad de ampliar o mejorar sus establecimientos sin temor a otra zancadilla del Gobierno a corto plazo: "Mientras más alas me den, más trataré de crecer. Es el objetivo de todos los negocios", asegura el hostelero.
Con una población total de unos 11,1 millones de habitantes, Cuba cuenta al cierre de 2018 con 588.000 cuentapropistas, cifra que representa un 13 por ciento de la población activa y casi cuadruplica los 157.000 de 2010.
Ese año Cuba se desvió de la ortodoxia comunista y legalizó el trabajo por cuenta propia como vía para descargar las abultadas plantillas de trabajadores estatales, aunque en 2017 el Gobierno pisó el freno de esa apertura al sector privado para "reordenarlo" y eliminar ilegalidades, provocando el desánimo de los autónomos.
Ahora, la euforia de los cuentapropistas responde en parte a que sienten que, por primera vez, les han atendido desde arriba: "se ha escuchado nuestra incomodidad con estas nuevas regulaciones y a la gente comentando que era injusto. Vemos que hay una voluntad y se reconoce la importancia de este sector para la economía, la creación de empleo, para los jóvenes", celebra Marta Deus.
Se espera que el Gobierno desvele de forma inminente si también dará su brazo a torcer suavizando la nueva normativa para el sector del transporte, donde muchos taxistas o "boteros" han expresado un fuerte malestar y han amenazado con iniciar una protesta desde el mismo viernes si se les aplican las restricciones.
Frente a la euforia de los hosteleros y otros autónomos, entre los transportistas persiste la preocupación.
Denuncian que las disposiciones que entrarán en vigor el viernes limitarán su capacidad de elegir las rutas y clientes, negociar tarifas y expandir su negocio, además de imponerles mayores impuestos, por lo que temen que su actividad deje de ser rentable.
"Con la nueva ley no voy a ganar ni la mitad de lo que estoy ganando", lamenta Nelson, un conductor sin vehículo propio que transporta a pasajeros para su patrón por un estipendio de entre 40 y 60 dólares al mes, aproximadamente el doble del salario medio de un trabajador estatal.
Si el Gobierno no satisface su demanda, amenazan con concentrarse el viernes frente al emblemático Capitolio habanero, algo ilegal y nunca visto antes en Cuba, e iniciar una huelga de 10 días que dejaría a la capital prácticamente sin medios de transporte efectivos a excepción de coches particulares y un reducido número de autobuses.
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