“Los cuentapropistas no lucramos con el sudor de nadie, vivimos de nuestro trabajo”

"Han cedido ante muy pocas de nuestras quejas porque las regulaciones eran absurdas, pero continúan limitándonos y el país sigue detenido en el tiempo”.

Carretillero en La Habana © CiberCuba
Carretillero en La Habana Foto © CiberCuba

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Este artículo es de hace 6 años

Cuando hace cinco meses fueron dadas a conocer las nuevas normas que regirían el sector no estatal en la isla, los cuentapropistas cubanos quedaron desconcertados. Se extendió entonces en el país la sensación de que había dejado de ser conveniente el impulso de los negocios privados porque estos se habían desarrollado mejor de lo esperado.

Tan fue así que al cierre de octubre último había 588 mil trabajadores por cuenta propia en Cuba, cinco mil menos que cuando se publicaron las nuevas regulaciones en julio pasado.


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Sin embargo, la última semana cambió algo de ese mal sabor en la boca, toda vez que se dieron a conocer algunos reajustes a dichas leyes, las cuales entraron en vigor este viernes.

Si bien los cambios respondieron a justificadísimos reclamos de los trabajadores no estatales y que la voluntad del Gobierno supuestamente es continuar impulsando la actividad privada, el desarrollo de los cuentapropistas sigue limitado.

Entre los cambios más notables están que los cubanos podrán ejercer a la vez más de uno de los 123 trabajos por cuenta propia que existen en la isla, así como tener más de 50 asientos en bares, restaurantes y cafeterías privadas.

Desde la óptica de la arrendataria Ángela, “se suponía que atendieran a nuestras lógicas peticiones porque el código laboral cubano comprende el pluriempleo y era demasiado injusto que eso se aplicara solo al sector estatal. Hay muchas actividades que podemos realizar al mismo tiempo. Yo misma arriendo mi carro y alquilo cuatro habitaciones a extranjeros.

“Los cuentapropistas no lucramos con el sudor de nadie, sino que vivimos de nuestro trabajo. Han cedido ante muy pocas de nuestras quejas porque las regulaciones eran absurdas, pero continúan limitándonos y el país sigue detenido en el tiempo”, enfatiza la trabajadora de 38 años.

A tenor con el diseñador Arturo, de 45 años, “qué bueno que se nos haya escuchado, aunque haya sido a medias. Cambiaron dos o tres cosas, pero dejaron intactas otras muchas que nos afectan. Aquí es donde único se regula lo que se puede hacer, en vez de regular lo que no se puede.

“Aún está por ver cuándo se le impondrán medidas tan recias al sector estatal por tal de que evolucione en el mismo ambiente de legalidad, disciplina y orden que nosotros. Es muy poco creíble que quieran apretar la mano con los cuentapropistas cuando en las empresas estatales la corrupción y el robo están que llegan al cuello. En Cuba hay que escuchar más el criterio de la mayoría, que para eso nos decimos democráticos”, explica.

Según afirma el propietario de un punto de venta de productos agropecuarios del municipio de Boyeros, “nos mandan a comprar lícitamente la materia prima, pero la mayor parte del tiempo la compramos 'por la izquierda' para no morirnos de hambre. La carnicería, por ejemplo, uno la abre un día y la cierras tres porque el puerco está igual que la cebolla.

“Es un abuso tener que seguir trabajando sin un mercado mayorista o sin poder importar nosotros mismos las materias primas. ¿Cómo van a suspender el mercado mayorista que teníamos porque había corrupción? Bota a todo el mundo, pon a gente nueva y trata de que no haya robo. Eso es una falta de respeto”, indica.

Una funcionaria de Trabajo y Seguridad Social en La Habana dijo a CiberCuba que “nosotros representamos al Estado, pero no dejamos de reconocer que hasta ahora ha habido una irregularidad tras otra y, aunque no se haya hecho público, hay muchos inspectores que están hoy presos o esperando a recibir sanción porque han sobornado o se han dejado sobornar”.

Ya comenzó a autorizarse el ejercicio de 26 de las 27 actividades que estuvieron suspendidas desde mediados de 2017, pero se mantiene prohibida la posibilidad de sacar nuevas licencias de carretillero, vendedor mayorista y minorista de productos agropecuarios, vendedores de disco y operadores de equipos de recreación de fabricación rústica.

De acuerdo con el informático Oscar, no se entiende cómo el Ministerio de Comunicaciones no ha determinado qué hacer la actividad de programador de equipos de cómputo, que es la única actividad que no se ha prohibido ni tampoco reabierto.

“Llevamos casi dos años esperando, a pesar de que dijeron que tomarían una decisión pronto. Siguen subestimando a los informáticos, negándoles incluso que contribuyan con la informatización de la sociedad”, concluye.

Asimismo, el anciano carretillero Esteban expresa que “ahora pagamos más por la licencia y estamos más embarcados todavía. Yo necesito trabajar todos los días porque gano 200 pesos cubanos de retiro que no alcanzan ni para desayunar y así se lo digo a cualquiera.

“La prohibición de los carretilleros y vendedores ambulantes ignora el creciente envejecimiento de la población. Cada vez habrá más personas mayores que se verán obligados a caminar grandes distancias para llegar al mercadito o la panadería más cercana. Hay que estimular el cuentapropismo para acabar con cientos de personas que andan por las calles sin trabajar”, afirma.

En palabras del albañil Alberto, de 41 años, “muchos se favorecieron con la unión de varias licencias, pero otros no. Ahora el albañil no puede hacer el trabajo de plomería porque son actividades diferentes.

“A veces se realizan prohibiciones que nos hacen cuestionar la capacidad de los decisores. Estas rectificaciones dan la idea de que se tomaron acciones inacabadas. Es importante que las cosas se piensen mejor antes de ejecutarlas y sobre todo que se consulten con los implicados para tomar decisiones. ¿Modificar normas jurídicas incluso antes de llegar a aplicarlas? Eso es poco serio”, agrega.

Otro de los cambios llamativos dentro de las regulaciones radica en la reducción de las cuotas mensuales tributarias con que deben mantener una cuenta bancaria fiscal los titulares de seis actividades: servicio gastronómico en restaurantes, en cafetería, bar y recreación; arrendador de vivienda, habitaciones y espacios; servicios de construcción, reparación y mantenimiento de inmuebles, y los transportistas privados en La Habana que posean vehículos de 4 a 14 capacidades.

“Se ha puesto en la misma situación a los arrendamientos en divisa y en moneda nacional, amén de que son muy diferentes sus niveles de ingresos. Además, depositar el dinero en una cuenta bancaria es una traba grandísima porque es como tener el dinero hipotecado en el banco”, se queja Camila, una de los más de 80 mil cuentapropistas que deberán habilitar la cuenta.

Las autoridades cubanas han adelantado que se encuentra en análisis otro grupo de aspectos que serán aprobados en siguientes etapas, y que tienen que ver con el seguimiento constante al perfeccionamiento del cuentapropismo.

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