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Transcurrían en Beijing los Juegos Olímpicos de 2008 y a esta reportera le tocó realizar la cobertura informativa del Torneo de Boxeo.
Cuatro medallas de plata y cuatro de bronce fue el saldo del boxeo cubano, algo muy positivo si tenemos en cuenta el éxodo de grandes púgiles que tuvo lugar en ese cuatrienio.
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Yordenis Ugás fue uno de aquellos muchachos que subieron al podio olímpico y que, tras el paso del tiempo, he vuelto a encontrar, esta vez luchando por otro sueño: ¡el fajín mundial profesional!, que tratará de conquistar el 9 de marzo en la pelea estelar del cartel a efectuarse en el majestuoso T-Mobil Arena.
“¡Qué alegría me da volver a verte Julita!”, me dice emocionado el joven nacido el 14 de julio de 1986 en Santiago de Cuba, cuando recién nos re-encontramos en Las Vegas, Nevada, donde competirá en marzo del venidero año por el título mundial.
Hijo único de Milagros y Luis, se enamoró del deporte de los puños desde los seis años cuando entró por vez primera en el gimnasio de Los Olmos, año 1992.
“Yo estaba en la Escuela Primaria Arturo Hung en Santa Rosa , y desde que vi el ring, las peras, los sacos, los guantes, me dije: 'esto es lo mío'. Mi primer sparring lo hice a los seis años, y a los ocho sostuve mi primera pelea oficial, la que gané. Cuando aquello me entrenaba Alberto Feria y Obelio Wilson.
“Fui captado a los 12 años para la EIDE Capitán Orestes Acosta. Allí me entrenó Andrés Linares, al cual considero un padre. Me enseñó la importancia de mantener el peso, de ser disciplinado.
¿Experiencia, resultados en Juegos Escolares Nacionales?
“Comencé una exitosa carrera: en 1998 con 11 años gané el Nacional Pioneril, de ahí me impuse en cuatro Juegos Nacionales Escolares, dos Juveniles y cinco Torneos Playa Girón, cuatro en los 60 kilos y una en los 64".
¿Recuerdos de esos fortísimos certámenes?
“Bueno, entre otras cosas, mi victoria sobre el estelar Roniel Iglesias, en los 64 kilogramos, el mismo que se impusiera en los Juegos Olímpicos de Londres. A Iglesias logré vencerlo en las cuatro oportunidades que nos vimos sobre el cuadrilátero".
¿Eres de la pirámide del alto rendimiento?
“Por supuesto, de la EIDE, con 14 años, matriculé en el CEAR Cardín en La Habana, exactamente el 14 de febrero de 2001. Jesús Yú y el entonces jefe de entrenadores, Peter Roque, eran los que me guiaban; de ambos guardo muy buenos recuerdos".
¿Cuándo pasas a la finca, o sea, al Centro Nacional de Boxeo del Wajay?
“En el 2004, en medio de la preparación del equipo olímpico para Atenas, bajo la égida del profesor Sarbelio Fuentes, aunque el recientemente fallecido Julio Mena me atendía directamente. Éste me ayudó mucho, me hizo crecer como boxeador y como persona. Le estoy muy agradecido. Siempre he tenido la suerte de contar con muy buenos educadores. He sido bendecido por ello.
“Hay que tener en cuenta que el boxeo amateur es muy fuerte: hay que mantener el peso siempre porque siempre se está combatiendo; es una de las diferencias con el profesional. Yo aquí me preparo para una pelea, ahora no podría sostener el ritmo si fuera amateur".
Quiero despejar algunas incógnitas. ¿Qué actuaciones relevantes marcan tu vida en el boxeo cubano?
“Muchísimas, fueron muchos años disputando eventos por Cuba en todo el planeta. Por ejemplo, en el 2003, en el Mundial Cadetes, sub 17, desarrollado en Rumanía, gané el cetro, al igual que lo hice dos años después en el Mundial de Mianyang, China, del cual guardo un gran recuerdo.
“Allí mi dominio fue absoluto: ante mí cayeron el canadiense Ibrahim Kamal, el ruso Khabib Allakhverdiev y en la final, Romal Amanov de Azerbaiyán".
Las críticas de la prensa especializada enfatizaban el estilo, la técnica, el golpeo, el penetrante jab y los ganchos del cubano en todos sus combates: un digno exponente de la afamada Escuela Cubana de Boxeo.
“Además me impuse en los Juegos Centroamericanos y del Caribe de Cartagena de Indias 2006, los Panamericanos Río 2007, y quedé tercero en Beijing 2008. Sustituí en el peso a ese grande que es Mario Kindelán, algo que me motivó a tratar de ser como él y otros excelentes púgiles que combatieron en los ligeros".
Ya sabemos que el boxeo amateur y el profesional se diferencian. ¿Qué te caracterizaba combatiendo por Cuba?
“Era técnico, boxeaba a la riposta, buen recto de derecha y trabajaba con éxito los planos bajos (ganchos)".
¿Cuándo decides tomar un nuevo camino?
“Mira, en el 2009, en el Girón le volví a ganar a Iglesias, ahora en los 64 kilos; vinieron las giras que sabes hacemos por el extranjero, y yo, pintado en la pared. José Barrientos era el comisionado nacional en aquella época. Yo no sabía qué pasaba conmigo. Había rumores de mi actuación en Beijing, pero en sí, nada puedo decirte porque a mí nadie me dijo nada.
“Así que pedí la baja del equipo nacional, estoy un año sin entrenar y en el 2010 salgo ilegalmente del país, vía marítima. Nunca quise abandonar una delegación, preferí hacerlo así. Llegué a Miami en marzo del 2010".
¿Qué sucedió entonces?
“Un año y medio sin entrenar, hasta que decidí que no estaba vencido, tenía 23 años, y regresé al gimnasio con un entrenador estadounidense, John David Jackson, que me enseñó lo que era prepararme para ser un boxeador profesional, algo que como te dije, dista del entrenamiento de un amateur: son distintos objetivos.
“El amateur es intenso, peleas a menudo; el profesional, más calmado, te centras en un solo combate. Me fueron programando peleas poco a poco. Firmé en ese momento con Top Rank. Llegué a cosechar 11 victorias al hilo en 11 salidas ante púgiles no rankeados.
“Perdí el invicto el 23 de marzo de 2012 ante Johnny García, un boxeador norteamericano, de los mejores. ¡Tremendo combate aquel! Le daba y le daba, se caía y levantaba, y perdí por decisión dividida. Aún me preguntó cómo.
“Aquello marcó el inicio de mi adverso paso por el profesionalismo: perdí mi contrato, perdí mis entrenadores; tuve que irme para New Jersey, y entre 2012 y 2014 sólo hice cinco peleas: dos en Filadelfia, una en Atlanta City y otras dos en California, de las cuales perdí dos, todo esto con un nuevo entrenador.
“Decido en el 2014 despedirme del boxeo. Al menos, eso pensé. Me decepcioné. No estaba logrando lo que yo era capaz de dar, decidí no pelear más. Para regresar tuvieron que pasar algunas cosas".
¿Como cuáles?
“¿Cuáles? Tratar de encontrar al verdadero Yordenis Ugás, ése que siempre, desde los seis años, llevaba dentro. Así superé enfermedades, decaimientos, estrés (todo sin entrenar), hasta que en la etapa de no béisbol de la MLB, me fui a entrenar con mi hermano, el estelarísimo pitcher zurdo Aroldis Chapman, quien me apoyó al 100% y ya en el 2016 me incorporé al entrenamiento con vistas a retornar al ring".
Además de Chapman, ¿quiénes te motivaron al regreso?
“Mi prometida Alejandra, con la que llevo siete años, madre de mi hijo Yordenis Junior que ahora tiene tres añitos. Precisamente el nacimiento del niño fue mi principal motor impulsor. Aroldis me envió a Las Vegas y aquí estaba el entrenador que yo siempre anhelé tener, el guantanamero Ismael Salas, quien marcó la diferencia.
“Cambió mi sistema de entrenamiento, hizo ajustes en las cargas, física y mentalmente me ayudó muchísimo, recobré la confianza en mí, y fue así que volví a la lona el 12 de agosto de 2016 en New York, contra el estadounidense Jamal James, que estaba invicto en 20 salidas y era el lógico favorito. Pero…¡sorprendí a todos! Le gané unánime 3-0".
p>¿Qué representó ese triunfo?
“Lo máximo. Fue algo increíble. Regresar ya era un éxito, imagínate ganando. Como promedio un boxeador profesional realizar 20 combates al año, yo hacía año y medio no lo hacía, y ¡regresar así! Yo estuve preparándome intensamente, desde enero hasta agosto de 2016.
“Pero la alegría no se detuvo. Al mes, en septiembre, me volví a subir al ring, con otro invicto, Bryan Pereira, también norteño, que traía balance de 15 y 0, y 14 nocauts. Pero, no me asusté y el tko se lo dí yo a él: fuera de combate”.
Me imagino que si el triunfo contra Jamal te devolvió la autoestima, vencer a un pegador nato como Pereira, te puso en las nubes.
“Cogí más confianza. Esos combates los hice representando a la compañía Premier Boxing Champions (PBC), y sigo con ellos. A partir de ahí he realizado y ganado ocho peleas, la última, importantísima, sobre el argentino César Miguel Barrionuevo en Brooklyn, pues me dio la posibilidad de discutir el título del mundo de la división de 147 libras en la WBC (Consejo Mundial de Boxeo en sus siglas en español)".
¿Quién será tu rival?
“El actual campeón, el estadounidense Shawn Porter: púgil fuerte, muy fogoso, todo el tiempo atacando, pa'rriba del lío. Tiene pegada pero su característica es el golpeo constante. Mis preparadores y yo lo estamos estudiando hasta la saciedad como él hace conmigo. Se le puede ganar, de hecho, voy a ganar".
¿Mantienes tus entrenadores?
“Por supuesto. Ismael Salas y su asistente Jorge Capetillo de México y con la presencia de Chapman en mis peleas cada vez que puede".
¿En qué parte de Las Vegas entrenas?
“En el gimnasio del City Club de las Vegas".
¿Qué hay de cierto del que boxeo profesional es una mafia y en algunas oportunidades las peleas se deciden antes de subir al ring?
“Es mentira”.
¿Nunca te han mandado a perder?
“Eso es en películas. Este boxeo es limpio, difícil, hay peleas que los jueces hacen difíciles pero eso sucede no sólo en el boxeo profesional. Yo voy a mí, y quiero que todos los cubanos me apoyen: ¡todos a mí!”
Me despido de este joven intrépido que considera a los titulares olímpicos Héctor Vinent y Maikro Romero como los mejores púgiles cubanos que ha visto pelear; y a los estadounidenses Floyd Mayweather y Andre Ward, como sus boxeadores extranjeros más admirados.
Así que ya saben, el 9 de marzo de 2019, todos, presentes físicas o espiritualmente en el T-Mobile Arena para respaldar a un cubano que creer en su terruño santiaguero, en su bandera, y que apoya el derecho de cada deportista cubano a luchar por las CUATRO LETRAS esté donde esté.
Pa'lante muchachón, el mismo que se impuso jovencito en un Mundial sub 17, el mismo que ganó un bronce olímpico o el título mundial de mayores. ¡Contigo estarán nuestros corazones apoyándote!
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