Ricardo Barber, un actor cubano que a mediados de los 70 del siglo pasado emigró a Estados Unidos, ha muerto en la ciudad de Nueva York a los 81 años.
Según el New York Times, Barber había nacido en Placetas, antigua provincia de Las Villas, en 1937, hijo de un director de escuela y una ama de casa. A los seis años la familia se mudó a Cojimar, cerca de La Habana.
En la capital estudió optometría y artes teatrales en la Universidad, donde se graduó en 1961. Integró varios grupos de teatro, entre ellos el prestigioso Teatro Estudio, dirigido por los hermanos Raquel y Vicente Revuelta.
Su carrera actoral quedó truncada en 1968, cuando fue recluido en las tristemente célebres Unidades Militares de Ayuda a la Producción, debido a su condición homosexual. Sus compañeros se solidarizaron y protestaron por la injusticia, pero nada pudo hacerse.
Sin embargo, aquella cárcel disfrazada no amilanó el espíritu del artista. Cuenta uno de sus sobrinos, Luis Mallo, que mientras estaba en el campamento creó una compañía de teatro y escenificó una obra que criticaba al gobierno comunista.
“¡Mientras estuvo allí! Muestra su determinación y su creencia, creo, de que el arte tenía un deber moral y debería usarse para crear un cambio cuando sea necesario. Tal vez un poco idealista, pero sin embargo valiente y optimista”, dijo Mallo en un correo electrónico.
Pero tras aquel año cortando caña junto a religiosos, pre-delincuentes, otros homosexuales como él y personas que fueron castigadas sin haber cometido ningún delito, los sentimientos hacia su país nunca volvieron a ser iguales.
“Yo no era el mismo. Ya no creía en la revolución, y empecé a ver lo malo en todo”, dijo a The Times en 1998, cuando regresó brevemente para actuar en la Isla.
Barber se marchó de Cuba a mediados de los 70, estuvo cuatro años en España y de ahí partió hacia Nueva York, donde ingresó al grupo Repertorio Español, hasta que se jubiló en 2014. Actuó en muchísimas producciones, destacándose particularmente su interpretación del dictador dominicano Rafael Trujillo en la adaptación de La fiesta del chivo, la novela de Mario Vargas Llosa.
En Huevos rotos demostró su talento para la comedia. Fue esa obra, sobre una familia cubano-estadounidense, la que lo llevó de nuevo a Cuba a los 61 años. Con ella recorrió cuatro ciudades junto a su compañía, integrada mayormente por actores cubanoamericanos.
Al Ricardo Barber le sobreviven dos hermanas, Rosa Barber y Violeta Barber.
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