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La actriz cubana Ana Gloria Buduen: "Si tuviera una casa en La Habana, me ayudaría mucho"

La artista santiaguera es el sustento de su madre, su hijo y su nieta.

Ana Gloria Bouden, junto a Tomás Cao y Héctor Noas integrantes del reparto del film cubano Sergio y Serguei © IPS
Ana Gloria Bouden, junto a Tomás Cao y Héctor Noas integrantes del reparto del film cubano Sergio y Serguei Foto © IPS

Este artículo es de hace 5 años

Desde 2012 hasta hoy, Ana Gloria Buduen está siendo una actriz muy solicitada en el cine y la televisión cubanos. A diferencia de lo que millones de enloquecidos predicaban, el mundo no se acabó en 2012; todo lo contrario para Ana: su vida artística ha despegado. Ocho películas, tres telenovelas y otros espectáculos televisivos ha sido el recorrido desde entonces.

Pero, increíblemente, pudiera ser mucho mayor si ella viviese en La Habana. Y es que constantemente tiene que estar viajando Santiago-Habana-Santiago-Habana; en esos vaivenes, se pierde muchas ofertas de trabajo en producciones audiovisuales.

Algunos de estos trabajos han sido bien pagados; sin embargo, el apartamentico de Ana, en plena Avenida Trocha, una de las calles más extensas y populosas de Santiago, se mantiene aún demasiado humilde. Ana es una madraza de familia, que cuida y sostiene a su madre, su hijo, su nieta y a todos los que aterrizan en su morada.

Son las 11:00 am. Una vieja cocina eléctrica, en la misma sala, sobre una silla, cuece unas yucas.

Ana Gloria Buduen: Yo nací en 1954 en Arroyo Blanco, Songo La Maya.

Emmanuel Martín: Yo creía que usted era Palmera…

AGB: Fui inscrita en Palma Soriano a los seis años, después de deambular por muchos municipios. Mi papá era policía militar y se movía mucho. Desde muy chiquita yo actuaba en los campamentos militares donde trabajaba mi papá, cantaba y actuaba para los reclutas.

En 1970, Tele Rebelde, afincada en Santiago de Cuba, comienza a producir telenovelas, episodios, televisión en vivo. A finales de La década de los sesenta se había creado el conjunto dramático de Oriente, donde militaba el actor de peso Raúl Pomares, entre otros que conformaron un núcleo actoral y profesoral que aportó a la producción de dicho canal. Ana Gloria estaba decidida a formar cartel en dichas producciones televisivas, pero “alguien” le dijo que era muy joven para actuar. Ana no se amilanó: matriculó en la facultad Manuel Fajardo y se formó como esgrimista.

En 1973 retorna a Tele Rebelde y es contratada como profesora de esgrima. Se estaban realizando episodios de capa y espada y los actores necesitaban adiestramiento con esta arma. Amado Cabezas, el director televisivo, le da un papel en un episodio de El Zorro. Ana convence desde su primera toma y de ahí en adelante obtiene papeles en muchas otras producciones. Goza de fama local; muchos santiagueros la reconocen en las calles y es vitoreada como una estrella.

Las producciones en Tele Rebelde mueren a finales de la década de los setenta. Santiago pierde el privilegio y el ICRT y sus producciones dramáticas se quedan en La Habana. Ana toma los derroteros de la radio y el teatro durante toda la década de los ochenta.

Entonces, como la Cenicienta, debuta en el cine por la puerta ancha, de la mano de Fernando Pérez en Hello Hemingway (1990), donde interpretó a la madre de la protagonista.

En el mundo de los actores, muchos papeles llegan por azar y los saltos al estrellato son escalones de pocos centímetros.

AGB: En 1984 trabajé en una telenovela titulada 4 mujeres, de Maité Vera. Fernando no ve mucha televisión, pero se fijó en mí y me dio el personaje.

EM: En aquella ocasión, ¿cómo fue trabajar con Fernando?

AGB: Él es muy dulce, a veces se acercaba a mí y muy bajito me decía: “mira, ten cuidado, suave, ahí se está saliendo el registro de la televisión.

Los inicios de la década de los noventa 90 fueron devastadores para todos los cubanos. Las producciones televisivas y cinematográficas menguaron considerablemente y a Ana se le escapó la posibilidad de seguir en el séptimo arte.

Solo le quedó la radio. Entró en un tormento personal y, como muchos de sus colegas de escena, se refugió en el alcoholismo para enajenarse de los apagones eléctricos, la escasez, la desidia. La casa de la UNEAC, la Casa del Caribe y El Tivolí, las peñas artísticas eran espacios para que esos actores, músicos, pintores y escritores empinaran el codo y rieran, rieran, rieran; a los artistas siempre les queda el arte y el sentido del humor para apaciguar las penas.

En 2012, Guille de la Rosa, realizador y actor santiaguero, regresó de España de tomar parte en una maestría en Meditación: La Ascensión de los Ishayas. Y en el primer curso que impartió en Santiago, Ana se convierte. Como por arte de magia, regresa a la acción.

En lo adelante, intervino en Desvarío, de Alejandro Gil; La pared de las palabras, de Fernando Pérez; Melaza, de Carlos Lechuga; Un traductor, de Rodrigo y Sebastián Barriuso; Sergio y Serguei, de Ernesto Daranas; Últimos días en La Habana, de nuevo con Fernando Pérez.

Todos son papeles secundarios y episódicos, hasta que el realizador francés Eduard Salier le confía el personaje protagónico en la película Cabeza madre, una comedia gore disparatada, donde Ana brilla en todas las escenas, imprimiéndoles una fuerza descomunal, y su físico duro cubierto de sangre no le impide exorcizar sus demonios y gozar de júbilo durante toma y toma, así como bromear con los jóvenes.

AGB: La Ascensión me ha ayudado mucho a la hora de actuar, yo siento que mi cuerpo, todo mi instrumento físico-vocal está dúctil para que el personaje se adueñe y asumo el personaje muy natural. Desde que estoy leyendo el libreto, practico mis técnicas de ascensión y a la hora de actuar también -dice Ana con orgullo.

EM: Ana, estos viajes continuos a La Habana, ¿no le afectan en su carrera?

AGB: Me afectan mucho. Mi madre está enferma y tengo que cuidarla, por eso tengo que regresar siempre, pero pierdo mucho trabajo. Si tuviera una casa en La Habana, me ayudaría mucho.

EM: ¿Usted nunca se ha acercado a algún político o a algún ministro para pedirle una casa?

AGB: Me da pena, sí deberían de darme una. Tantas casas que hay por ahí vacías, ¿eh? Pero me da pena, no, nunca se lo he pedido a nadie. Sé que hay otros artistas e intelectuales que están pasando mucho trabajo en La Habana. Pero bueno, hay que seguir luchado.

Ana termina de hervir la yuca. En su época de juventud, allá en la década de los setenta, tenía unas caderas voluptuosas y una boca sensual; en la TV santiaguera interpretaba a esclavas, reinas, duquesas, taínas. Era una mujer codiciada, era una taína que estaba luchando su yuca. Ahora es la cacique de su areito y el manjar no ha cambiado mucho. Pero como ella sabe que hay tantos otros luchando su yuca, esto no la apena y continúa pa´lante. Tal vez, algún día, se le otorgue un apartamento en La Habana. (2019)

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