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En julio de este 2019 la libreta de abastecimiento ―más conocida por los cubanos como "la libreta"― cumplirá nada menos que 56 años.
Criticada por unos y alabada por otros dentro de la Isla, y vista como un mal recuerdo entre los cubanos residentes en el extranjero, la libreta permanece como el mecanismo regulatorio por excelencia de la distribución de alimentos subsidiados por el Estado cubano.
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Se trata de un sistema distribución que, si bien lleva muchos años languideciendo, se resiste a morir.
En CiberCuba hoy mostramos cuál fue el programa de distribución de alimentos en el recién finalizado 2018.
El documento que reproducimos a continuación desglosa, bajo el título “Política de distribución de los alimentos normados y combustibles”, un complejo y enrevesado programa que, según lo acostumbrado, marca diferencias de entregas y frecuencia de distribución según edad, lugar de residencia por provincias y áreas urbanas o rurales, y si el beneficiado tiene derechos especiales por alguna condición médica.
El resultado lleva a muchas preguntas, a pocas respuestas y a un gran desconsuelo. A los alimentos distribuidos mensualmente como arroz, aceite y azúcar, y otros, en todo el país, se suman las entregas mensuales para grupos especiales de edad de leche, yogurt, compotas, etc.
Sin grandes novedades, las cantidades siguen siendo escasas, también las distribuciones, y solo anima la columna de la derecha, la de los precios, que son bajos en relación con lo que se paga por esos mismo productos en la "venta liberada".
Siete libras de arroz por persona al mes, un cuarto libra de aceite, 10 onzas de granos, y a partir de ahí...deshojando la margarita del "te toca, no te toca" en toda una amplia serie de productos.
En todo el año figuran, por ejemplo 4 entregas de sal, 7 de espaguettis, 6 de fideos, y todo ello acompañado de divisiones internas según la provincia en que se resida.
Aparecen distinciones tan llamativas e inexplicables como que habaneros y santiagueros tengan derecho a 7 distribuciones de espaguettis (o de pastas en general) al año, 4 los residentes en la Isla de la Juventud y apenas 2 entregas de espaguettis quienes vivan en el resto del país.
El esperado apartado de carne de res, pollo y productos cárnicos ―plato fuerte de cualquier canasta familiar en el mundo― vuelve a convertirse en una mareante danza de cifras, asteriscos, gramos, edades y provincias.
En 2018 se entregó una libra de carne de res a los niños hasta los 6 años en todo el país, excepto en La Habana, Santiago de Cuba y la Isla de La Juventud, donde fue hasta los 13 años.
Y el asombro mayor: en la isla de Cuba el pescado solo se vendió en 2018 de forma subsidiada a quienes tuvieran asignado un "dietario médico".
De los huevos, otro socorrido alimento para los cubanos, se entregaron doce unidades mensuales.
La carne en conserva, por su parte, estuvo destinada a "las zonas de Plan Turquino y difícil acceso". Una mirada no demasiado profunda a la “Política de distribución de los alimentos normados y combustibles” el año pasado en Cuba, deja, simplemente, sin palabras.
En los últimos años, tras el creciente poder adquisitivo de algunos cubanos dentro de la Isla, existen quienes han optado por prescindir de los productos de la libreta.
Sin embargo, en el otro extremo ―que siguen siendo muchos millones de cubanos― figuran no solo quienes no se pueden dar "el lujo" de prescindir de ella, sino que además hay quienes viven atados a la libreta como fuente básica, aunque imposible que sea la única, de subsistencia.
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