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El último experimento social del Gobierno cubano

Escuelas al campo reconvertidas en viviendas para campesinos: ¿funciona?

Escuelas al campo reconvertida en viviendas para campesinos. © CiberCuba.
Escuelas al campo reconvertida en viviendas para campesinos. Foto © CiberCuba.

Este artículo es de hace 5 años

En la provincia de Ciego de Ávila hace pocos días entró en su fase final el programa de construcción de comunidades agrícolas en antiguos centros docentes. Todo partió de una experiencia vivida en el municipio especial Isla de la Juventud, donde se decidió cerrar en el 2009 las pocas escuelas en el campo existentes para dar inicio a este programa gubernamental. Luego de un proceso de remodelación se convirtieron las antiguas naves en viviendas para campesinos, quienes también tendrían a su disposición porciones de tierra circundantes a las nuevas comunidades. Esto, al menos en teoría, impulsaría el desarrollo agroindustrial del insular territorio y permitiría autoabastecer a la isla de productos alimenticios con mano de obra local.

Escuela al campo, reconvertida en viviendas para campesinos. Foto: CiberCuba.

Para ello, según me comentó en varias oportunidades un profesor de la universidad pinera Jesús Montané Oropesa, no se tuvo en cuenta ningún estudio sociocultural que permitiera concebir los nuevos espacios según las necesidades básicas del campesino. Recuerdo que en mi formación académica se comentaba sobre lo que implicaba poner a vivir a este tipo de familias en las mencionadas condiciones, rompiendo sus hábitos de vida y obligándoles a traspolar al nuevo entorno cada costumbre adquirida en un contexto totalmente diferente.

Escuelas al campo, reconvertidas en viviendas. Foto: CiberCuba.

Sin embargo los señalamientos y recomendaciones hechos por académicos a las autoridades pineras, encargadas de concebir, impulsar y transformar el Programa de Desarrollo Local, parece que no han sido recogidos en ningún acto o informe, pues hoy se siguen concibiendo nuevos sitios con el fin de transformarlos en viviendas para hombres y mujeres de origen rural.

Nuevo entorno para el campesinado cubano. Foto: CiberCuba.

Según precisa Granma, citando al ingeniero Wilver Bringas Fernández, “la transformación de estas vetustas edificaciones obedece más a la elevación del nivel de vida de las familias campesinas que a la necesidad de hombres y mujeres que trabajen en los campos”, lo cual desde su misma concepción es una falta total de coherencia y una contradicción, teniendo en cuenta que estos apartamentos son otorgados exclusivamente a aquellas personas que estén dispuestas a trabajar en la agricultura o la ganadería.

Escuelas al campo, reconvertidas en casas para campesinos. Foto: CiberCuba.

Hay que resaltar que el campesino cubano se sentirá viviendo en una especie de palomar, hacinado y sin privacidad, pues tendrá vecinos demasiado cerca como para que su voz se escuche de lado a lado. Igualmente, esas personas, acostumbradas a tener a sus animales cerca y prácticamente en libertad, querrán repetir la experiencia en su nuevo entorno, y por tanto el ambiente puede llegar a ser poco higiénico y caótico.

Tampoco se defendería mucho el principio de elevar el nivel de vida de los campesinos si la experiencia ha dado hasta el momento una gran dosis de dolores de cabeza sobre todo cuando deben trasladarse a las ciudades. Recordemos que estas antiguas escuelas están ubicadas en zonas apartadas, por lo tanto, hay que crear también una infraestructura de transporte que les permita no vivir alejados del mundo. Aquí la dificultad está en que, si actualmente no existe una respuesta eficiente para el transporte, cuando se sumen más personas y rutas a las actuales, lejos de mejorar, pudiera generarse un ambiente difícil para todos.

Lo mismo sucede con la concepción de otros espacios como escuela, centro de salud, tienda de víveres, área de recreación, farmacia, etc. Tuve la oportunidad de conocer diferentes comunidades donde se habían concebido, pero no funcionaban o no respondían a las demandas de sus habitantes. Repetir la experiencia sería el peor regalo que se le pudiera hacer a aquel campesino que llega a su nuevo hogar esperando una cosa y recibiendo otra. Por eso las autoridades locales deben estar preparadas para cualquier contingencia y no dilatar las respuestas. Según recogió la realizadora Yaíma Pardo en su documental “Pinero, pinero”, una de estas comunidades llevaga días sin motor para subir el agua hasta el tanque central del edificio y sus vecinos desconocían cuándo el gobierno pinero daría solución a su demanda.

Por último, me llama la atención el diseño y estructura de los espacios que se están entregando. Hablamos de edificios prefabricados concebidos como escuelas en la década del 70 y que han permanecido por años en el abandono. La intervención requiere sustituir toda la infraestructura eléctrica e hidrosanitaria, arreglar los problemas de filtración, cambiar ventanas, levantar paredes, construir escaleras… sin embargo lo que hoy se muestra al mundo difiere totalmente de un sitio agradable para vivir. Según imágenes publicadas en su perfil de Facebook por el usuario Oliver Carralero, podemos ver la Comunidad Micaela Bastidas antiguamente un Politécnico de Agronomía, que parece un sitio dantesco donde sus habitantes deben sentirse condenados a sufrir cada día que amanece por la falta de un entorno agradable para cualquier ser humano.

Lo que muestran las fotografías es un total contraste de palabra y acción, donde quienes viven dentro de esos edificios deberán seguramente convertir cada jornada en un milagro para no traspasar la línea de la locura, o simplemente enajenarse del espacio que les ha tocado habitar para conformarse con un entorno bucólico que para nada supera sus expectativas. Quienes viven hoy en esas condiciones estoy seguro que prefieren un bohío de madera y techo de guano antes que edificios de concreto prefabricado de la era soviética, que se asemejan más a prisiones del tercer mundo latinoamericano que a una moderna construcción del siglo XXI.

Ese es el resultado de un experimento social llevado a cabo por el gobierno cubano que hoy se disemina por cada provincia o municipio del archipiélago. Un escenario donde estoy seguro ninguna de las autoridades del país querría vivir, aunque fuera gratis. Esas son las casas que hoy se le entrega al campesino de Cuba para que mejore sus condiciones de vida y aunque parezca una fantasía inventada, familias enteras ya habitan esos lugares sin esperanzas de que el cambio favorable toque a sus puertas.

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Artículo de opinión: Las declaraciones y opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de su autor y no representan necesariamente el punto de vista de CiberCuba.

Lázaro Javier Chirino

Periodista de CiberCuba. Licenciado en Estudios Socioculturales por Universidad de la Isla de la Juventud. Presentador y periodista en radio y televisión


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