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El cineasta cubano Alejandro Gil estrena su película “Inocencia”

El director explotó la curiosidad del público por saber cómo los estudiantes llegaron a ser fusilados y todo lo que sufrieron por el camino.

Alejandro Gil, a la derecha, con el guionista, Amílcar Salatti. © Escambray / Vicente Brito
Alejandro Gil, a la derecha, con el guionista, Amílcar Salatti. Foto © Escambray / Vicente Brito

Este artículo es de hace 5 años

La película cubana Inocencia, la más reciente del realizador Alejandro Gil, se ha estrenado en las provincias de Sancti Spíritus, Ciego de Ávila y Holguín.

El filme, producido por el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), narra el proceso que culminó con el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina el 27 de noviembre de 1871.

Inocencia alcanzó el Premio del Público y del Jurado en la 40 edición del Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, celebrado en diciembre pasado.

Su director pudo dar forma a un proyecto que le llevó varios años de investigación. En el largometraje participan más de 70 actores, aunque destacan, por supuesto, sus protagonistas.

Para Gil, el principal objetivo eran los jóvenes, y desde ahí se trabajó el guión.

“La base fue esa: tratar de asumir los personajes que eran jóvenes, como si fueran jóvenes de hoy en otros contextos. Hemos tenido películas históricas un poco encartonadas, y somos enemigos de eso”, dijo al periódico Escambray.

La historia se cuenta en dos planos narrativos. En uno sigue la sucesión de hechos hasta la ejecución de los jóvenes, en el otro, la persistencia de Fermín Valdés Domínguez —amigo y compañero de celda de las víctimas— en demostrar la inocencia de sus colegas y encontrar los restos de sus cuerpos.

“Hay un interés de la película de reivindicar la figura de Fermín Valdés Domínguez. Él era parte de esa aula, podía haber sido uno de los fusilados, y por eso también estuvo en prisión. La investigación nos enseñó que Fermín era una figura que debía estar más cerca de la luz y no al amparo de la sombra de los acontecimientos. Él simboliza la lealtad, la no renuncia”, señaló.

El cineasta recordó cuando en los años 90 tuvo la oportunidad de trabajar con Eusebio Leal, de quien conoció más profundamente aquel doloroso suceso ocurrido en La Habana del siglo XIX.

“Al menos el público cubano conoce el final; pero hay mucha ignorancia en torno a los detalles del hecho. Quizás en ello nos basamos para sorprender. No se sabe cómo los estudiantes llegaron hasta allí y todo lo que sufrieron por el camino. Esa curiosidad por saber cómo tienen ese final terrible logra atrapar a la gente”, explicó.

“Yo quería una película que emocionara al público, que tratara de conectar con el espectador. Cuando las películas salen al ruedo, conversan con su público más inmediato de su tiempo. Queríamos dialogar desde esa historia con el presente”, agregó.

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