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En un artículo de opinión Cubadebate puso sobre la mesa el sufrimiento que viven los pineros cada vez que deben entrar o salir de la Isla de la Juventud. El tema del transporte es sin lugar a dudas el talón de Aquiles de una población que debe cruzar el Golfo de Batabanó para llegar a la capital cubana. El servicio más demandado es el marítimo, sin embargo es el que presenta la mayor cantidad de incidencias negativas por las constantes roturas de las embarcaciones.
El periodista Deny Extremera San Martín relató los testimonios desesperados de aquellos que, en la terminal de última hora de Espadero del municipio Diez de Octubre, han tenido que esperar hasta cuatro días para conocer si existirán fallos que les permita viajar de retorno al Municipio Especial.
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Según relataron los propios afectados “el miércoles [3 de abril] hubo dos lanchas, el jueves una, el viernes una lancha viajó al Cayo (Cayo Largo) para el transporte de los trabajadores, y para los pasajeros solo hubo un catamarán que salió a la 1 p.m. Sin fallos”.
Esta escena es habitual cada vez que el servicio se ve interrumpido por inclemencias del tiempo o roturas en los catamaranes, y aunque no es la primera vez que se denuncia la situación en los medios oficialistas de Cuba poco se ha hecho para revertirla.
En el 2017 una sola embarcación, el catamarán Iris, asumió la transportación de pasajeros con destino a Cayo Largo, Batabanó o Nueva Gerona. Esto no solo generó disgusto en quienes pagan por un servicio que tiene más deficiencias que soluciones, sino que llevó al máximo de explotación una maquinaria con casi 15 años de uso continuo. La principal razón para tener una embarcación sin prestar servicio es que las piezas son de procedencia extranjera y por tanto hay que esperar a que el país las importe.
La terminal de Espadero fue creada en el año 2002 con el fin de ganar en seguridad y logística. La solución supuestamente iba a ser una solución temporal, pero se ha perpetuado por más de una década generando todo tipo de historias y anécdotas, la mayoría desagradables para quien las cuenta.
Anteriormente este servicio se ofrecía en Surgidero de Batabanó lo cual hacía más difícil su acceso, pero al cambiarla de lugar no se pensó en un sistema que permita aglomerar a decenas de personas en un entorno que tenga las condiciones básicas para realizar la travesía.
Según anunció en una entrevista hace exactamente un año el director de la Empresa Viajeros, responsable de la comercialización de los boletos de viaje, desde ese entonces se realizaba una labor de mantenimiento a la mencionada terminal.
Allí los ómnibus que transportan a los pasajeros y sus pertenencias no tienen un área para estacionarse y las sillas son insuficientes. Doce meses después la situación es la misma y parece que demorará un tiempo, mientras supuestamente se acondiciona un nuevo local en la terminal de la Avenida 26.
En el artículo de Cubadebate el autor denuncia cómo personas enfermas y niños se ven obligados a dormir en el piso. A la situación se le suman los gastos que deben realizar muchos de los pasajeros en comida y transporte para garantizar su estancia.
Temperaturas elevadas, falta de ventiladores, la inexistencia de agua potable para beber y un ambiente sucio es lo que deben enfrentar día a día quienes por necesidad o placer viajan hasta la Isla de la Juventud, un territorio con doble insularidad y fatalismos geográficos.
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